Arte — 1 de marzo de 2024 at 00:00

Alicia en el metal-verso (Mago de Oz)

por

Mago de Oz

Si hay un grupo que tiene una legión de seguidores tanto como detractores sin duda son los Magos. Inmersos en una etapa de salidas e incorporaciones se han sacado un «discazo» de puro heavy metal, posiblemente el disco más metalero de su larga carrera.

La salida de Zeta no ha supuesto ningún trauma, pues la llegada de Rafa Blas continúa dando un sello de calidad a la parte vocal de Mago de Oz. Es un vocalista bastante completo, capaz de aportar momentos melódicos y registros más potentes.

Si la llegada de Rafa es un aporte importante de calidad, la reincorporación de Jorge Salán es una gran noticia. No es necesario comentar su indudable maestría como solista y su importancia en el panorama internacional. En esta segunda etapa con Mago de Oz, su guitarra junto con la de Víctor de Andrés forman una combinación de calidad, y eso se nota en las composiciones resaltando el protagonismo de la guitarra. Por su parte, Moha sigue dando el reconocible sonido al grupo con su mágico violín. También destaca el aporte a los teclados de Francesco Antonelli.

La primera vez que escuche Alicia en el metal-verso me sorprendió gratamente desde el principio. Guitarras pesadas con clara influencia de Black Sabbath inician el tema de doce minutos. Por un momento, parece que el mismo Tony Iomni está presente en la grabación. La canción consta de varias partes con cambios que van de lo heavy (muy presente en todo el tema) a otros momentos más acústicos o con sonido folk metal típico de los Magos. En definitiva, una magnifica pieza de heavy metal que me recuerda en potencia y calidad a la fabulosa Astaroth y a ciertos pasajes de La cantata del diablo.

Txus ha vuelto a apostar por el disco conceptual, aunque eso represente una dificultad añadida. Él mismo expresa en una entrevista para Mariskal Rock que «es un sobreesfuerzo tener que escribir una historia paralela, que tenga un hilo conductor, ordenar las canciones, etc., cuando realmente puedo sacar nueve temas cada uno de su padre y de su madre; es más cómodo para mí».

En esta adaptación libre del clásico de Lewis Caroll, Txus expone su preocupación sobre los peligros que el metaverso supone, sobre todo para los más jóvenes. La dependencia excesiva de un entorno virtual tridimensional a través de nuestros dispositivos digitales es una faceta que, innegablemente, está presente en nuestro mundo y en nuestros jóvenes.

Los videojuegos y plataformas de realidad virtual donde los usuarios pueden interactuar e incluso crear contenido en forma de avatares digitales ya no es algo de ciencia ficción. El mundo del videojuego es uno de los principales exponentes del metaverso y ya es sabido los grandes problemas de dependencia que a menudo jóvenes y no tan jóvenes experimentan.

Como casi todo, tiene su parte positiva: es un espacio donde interactuar y trabajar en línea, poder conectarse con amigos y familiares en todo el mundo. También es positivo en la medida que permite acceder a opciones educativas online. Por no hablar de las infinitas posibilidades a nivel empresarial.

Recuerdo con cierta tristeza cuando en una ocasión le pregunté a un niño al que tengo cierto aprecio (inmerso en su tablet y contestándome sin apartar la mirada de su videojuego) qué pasaría si de repente desapareciese Internet para siempre. Su respuesta fue: «los niños del mundo serían más infelices».

Es evidente que hay generaciones que han nacido con Internet y no pueden concebir un mundo sin él. La tecnología ha supuesto un antes y después en la historia. Los que nacimos dentro de lo analógico a veces sentimos cierta nostalgia de esa infancia tan diferente. No había posibilidad de acceder a infinidad de canales, plataformas de series o películas. Nuestros amigos eran los del barrio y no los cientos o miles (virtuales, claro) de cualquier parte del mundo. Nuestros juegos, muchas veces, tenían relación con lo que dictara nuestra imaginación. Incluso en muchas ocasiones, la diversión consistía en estar sentados en un banco de una plaza contando historias.

Hay estudios relacionados con los juegos electrónicos que encienden las alarmas. Son más adictivos que la televisión y, concretamente, los juegos violentos dan lugar a conductas agresivas. Las consecuencias de horas y horas de estímulos de este tipo van modificando nuestra personalidad e incluso nuestra mente. Pero eso sí, hay ciertos intereses muy poco escondidos que logran su cometido: entretener y distraer para que la gente no piense. O mejor, que nadie tenga ideas distintas a lo que interesa a los que manejan el cotarro.

En algunos países del llamado primer mundo hay gran número de seres humanos que pasan más tiempo viendo televisión y vídeos que durmiendo. Lo que vemos en las plataformas responde a recomendaciones generadas por algoritmos.

Y, sin embargo, creemos que somos libres y que no estamos manipulados.

José Antonio Marina (Toledo, 1939) es uno de los filósofos españoles más conocidos. Desde hace algún tiempo sigo su podcast Proyecto para una inteligencia. Conversaciones desde el Panóptico.

Como él mismo explica en la introducción, su intención es responder a la pregunta: ¿quién piensa cuando yo pienso?, «investigar cómo trabaja la inteligencia humana y la memoria. (…) En Proyecto para una inteligencia hablo de una inteligencia resuelta, que es aquella que nos ayuda a encontrar soluciones y poder tomar decisiones con decisión, características básicas de la inteligencia, que es una mezcla de conocimiento y valor».

El problema de la libertad es fundamental en el pensamiento de Marina: a mediados del siglo XX se puso de moda en los sistemas educativos cierta permisividad, con la finalidad de defender la libertad de los niños. Educadores y psicólogos coincidían en que no había que imponer nada a los jóvenes, no había que obligar a los niños a obedecer reglas comunes.

Según Marina, estos postulados en la educación produjeron una «epidemia de narcisismo egoísta».

Sigue diciendo que «el niño tiene que aprender poco a poco a regular sus emociones, a controlar su acción, a tomar decisiones, a ser responsable, a seguir su vida no solo por sus deseos sino por valores pensados. (…) La educación permisiva, queriendo proteger la libertad del niño, la debilita. La resistencia al esfuerzo o la tolerancia a la frustración, que son recursos esenciales para la vida libre, quedan anuladas».

Como siempre digo, no pretendo convencerte de nada, simplemente a través de este canal es mi intención que reflexionemos. Es posible que la libertad sea algo a conseguir y no el libre egoísmo de que cada uno hace lo que quiere. La libertad, como yo la entiendo, toma como punto de partida no hacer daño a los demás ni a uno mismo. Y sobre todo, creo que esta sociedad tiene una gran responsabilidad y un compromiso con la educación de los más jóvenes.

El niño del que antes hablaba no tiene la culpa de su adicción a los videojuegos y demás elementos del metaverso, somos todos un poco responsables. Si logramos canalizar sus inquietudes de una forma más natural y pedagógica, lograremos que tenga momentos para la diversión, para leer libros y para vivir aventuras, aunque para ello tenga que salir de su zona de confort.

Y quiero pensar que, si esto ocurre, lograremos seres humanos más sanos y felices.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_ESSpanish