Sociedad — 1 de mayo de 2023 at 00:00

Inteligencia artificial y la cuarta revolución industrial

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Inteligencia artificial y la 4ª revolución industrial

El deseo inmoderado y las ganancias fáciles y rápidas nos están conduciendo, quizás, a repetir alguno de los errores cometidos en la pasada Revolución Industrial de principios del siglos XIX.

No es casualidad que en nuestros medios de difusión no haya una semana, o incluso un día, en que no se publique un artículo o se emita un documental o programa de debate alrededor de la inteligencia artificial.

Parece ser que quienes están interesados en promoverla a toda costa muestran signos inequívocos de ansiedad por lograr sus objetivos. Quieren que estos sean aceptados y «deseados» por todos. Eso facilitaría en gran manera la implantación de la tan deseada Cuarta Revolución Industrial.

Klaus Schwab, el fundador del llamado Foro de Davos, Foro Económico Mundial (WEF), durante el periodo de epidemia por todos vivido publicó las líneas generales de dicha transformación mundial, señalando las oportunidades y los desafíos de la esperada Cuarta Revolución Industrial («Shaping the Future of The Fourth Industrial Revolution», Klaus Schwab).

En el prólogo a dicha obra, Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft señala que, «la confianza en el mundo digital de hoy significa todo. En todos los rincones de este mundo, necesitamos un entorno regulatorio revitalizado que promueva el uso innovador y seguro de la tecnología. El mayor problema son las leyes anticuadas que no son adecuadas para hacer frente a los problemas contemporáneos».

El principal problema, la invasión de las competencias privadas por parte de corporaciones internacionales, que ya todos experimentamos, incluso ahora en nuestros desplazamientos por la web, se acentúa aún más, porque la médula principal de esta Cuarta Revolución Industrial se asienta sobre el desarrollo radical de la inteligencia artificial, sin la cual no sería posible. Continúa el libro señalando los problemas que pueden surgir:

«Los robots controlados por IA tendrán un impacto difícil de predecir tanto en la reorganización de las habilidades como del empleo, creando fuertes tensiones en la sociedad. Además, el funcionamiento de los algoritmos de aprendizaje automático sigue siendo opaco para la mayoría de las personas, y estos mecanismos pueden reflejar sesgos socialmente indeseables que deben corregirse. Los pronosticadores a largo plazo advierten que no se deben subestimar las amenazas existenciales si no logramos alinear los valores de la IA con los valores humanos. También advierten sobre los riesgos de ciberseguridad que pueden ocurrir si los delincuentes engañan, piratean o confunden las aplicaciones de IA».

«(…) no es simplemente un avance incremental de las tecnologías digitales actuales. Las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial son verdaderamente disruptivas: alteran las formas existentes de detección, cálculo, organización, actuación y entrega. Representan formas completamente nuevas de crear valor para las organizaciones y los ciudadanos. Con el tiempo, transformarán todos los sistemas que damos por sentados hoy, desde la forma en que producimos y transportamos bienes y servicios, hasta la forma en que nos comunicamos, la forma en que colaboramos y la forma en que experimentamos el mundo que nos rodea. Los avances en neurotecnologías y biotecnologías ya nos están obligando a cuestionar qué significa ser humano».

 

Peligros derivados

Las amenazas señaladas son muy serias y deben tenerse muy en cuenta, porque en definitiva estamos hablando de cambiar las leyes (anticuadas según ellos) porque el mundo digital necesita derribar (de hecho, ya lo hace) las barreras entre las naciones, los continentes, e incluso dentro de las familias. Lo que es percibido como barreras contra el desarrollo libre de la inteligencia artificial y la revolución acompañante es, en muchos casos, el último bastión de seguridad colectiva y personal. Internet, por ejemplo, y suponemos que también ocurrirá lo mismo con la inteligencia artificial, ya se interpone en el seno mismo de las familias, y se encarga de crear olas de opinión, manejadas, en contra de algo o alguien según intereses.

Se calcula que se perderán, en una primera ola, unos 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Estas pérdidas se acentuarán con el paso del tiempo, dando lugar a una masa itinerante de desempleados o subempleados a los que habrá que distraer con algo. Por tanto, sin lugar a duda, la Cuarta Revolución Industrial y la inteligencia artificial son disruptivas.

Ciertamente, la primera Revolución Industrial supuso la mejora de vida y el avance colectivo de la ciencia, pero esa mejora de vida solo se ha percibido después de más de un siglo, recientemente. Mientras tanto, fue la causante de una explotación sin límites de los más débiles, de niños, de la gente pobre, que tuvo que avenirse a horas interminables de trabajo, con pagas que apenas cubrían las necesidades. El número de enfermedades por hacinación y falta de higiene aumentó considerablemente. Esa fue la causa de la aparición de movimientos y sindicatos obreros, reivindicativos de los derechos de los trabajadores.

El control digital, el reconocimiento facial, permite que en China se establezca una puntuación oficial sobre qué es ser buen ciudadano y qué es considerado como mal ciudadano, según pague o no sus facturas, atienda sus obligaciones «ciudadanas», etc. De tal manera que se le puede negar a alguien la venta de un billete de avión basado en dicho historial ciudadano, o el traslado a otra ciudad.

En una reciente carta abierta, firmada por Elon Musk y una docena de líderes tecnológicos, profesores e investigadores, y que fue publicada por el «Future of Life Institute», se dice lo siguiente sobre el desarrollo de la IA:

«Los sistemas de IA con inteligencia humana-competitiva pueden plantear riesgos profundos para la sociedad y la humanidad, como lo demuestra una extensa investigación y es reconocido por los mejores laboratorios de IA. Como se afirma en el ampliamente respaldado documento sobre “Principios de IA de Asilomar” (…). La IA avanzada podría representar un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra, y debe planificarse y gestionarse con el cuidado y los recursos correspondientes. Desafortunadamente, este nivel de planificación y gestión no está ocurriendo, a pesar de lo cual en los últimos meses los laboratorios de IA han entrado en una carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar de forma fiable».

El documento plantea si se debe permitir que administren nuestros canales de información, que pueden llenar de propaganda y mentiras programadas o incluso de «iniciativas» cibernéticas propias. Se pregunta también si deberíamos desarrollar «mentes no humanas», que podrían llegar a superarnos no solo en número, sino también en astucia y en capacidad de reemplazo, y perder así el control de nuestra civilización.

Evidentemente, estas graves decisiones no pueden dejarse en la mano de burócratas o de líderes tecnológicos no elegidos por nadie. El documento hace además una llamada a todos los laboratorios de IA a pausar de inmediato el entrenamiento de los sistemas de IA aún más avanzados que el ya existente GPT-4.

A pesar de la buena voluntad existente por parte de algunos de los actores implicados en el desarrollo de la IA, no debemos olvidar la naturaleza del ser humano. No es raro encontrar hoy en día grupos de jóvenes entusiastas que asocian el desarrollo de la IA al desarrollo de sus propias habilidades como jugadores digitales. Los que desean ansiosamente avanzar sus potencialidades lo hacen a veces pensando en el beneficio personal, la fama, o simplemente sentirse los dueños del nuevo mundo que se avecina. Está bien, a la IA no hay que temerla, pero debe estar en todo momento bajo control humano y de las leyes. No ha llegado todavía el momento de aplicar las tres leyes de la robótica que propuso Isaac Asimov:

Primera Ley: Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.

Segunda Ley: Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.

Tercera Ley: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.

Inteligencia artificial y la 4ª revolución industrial

 

Requisitos deseables

No obstante, el consenso general de los especialistas señala que se necesita implementar los siguientes puntos:

Seguridad: los sistemas de IA deben ser seguros y protegidos durante toda su vida operativa, y de manera verificable cuando sea aplicable y factible.

Transparencia ante los fallos: si un sistema de IA causa daño, debería ser posible determinar por qué.

Transparencia judicial: cualquier intervención de un sistema autónomo en la toma de decisiones judiciales debe brindar una explicación satisfactoria y auditable por una autoridad humana competente.

Responsabilidad: los diseñadores y constructores de sistemas avanzados de IA son partes interesadas en las implicaciones morales de su uso, mal uso y acciones, con la responsabilidad y la oportunidad de dar forma a esas implicaciones.

Alineación de valores: los sistemas de IA altamente autónomos deben diseñarse de modo que se pueda garantizar que sus objetivos y comportamientos se alineen con los valores humanos a lo largo de su operación.

Valores humanos: los sistemas de IA deben diseñarse y operarse de modo que sean compatibles con los ideales de dignidad humana, derechos, libertades y diversidad cultural.

Privacidad personal: las personas deben tener derecho a acceder, administrar y controlar los datos que generan, dado el poder de los sistemas de inteligencia artificial para analizar y utilizar esos datos.

Libertad y privacidad: la aplicación de la IA a los datos personales no debe restringir injustificadamente la libertad real o percibida de las personas.

Beneficio compartido: las tecnologías de IA deberían beneficiar y empoderar a tantas personas como sea posible.

Prosperidad compartida: la prosperidad económica creada por la IA debe compartirse ampliamente para beneficiar a toda la humanidad.

Control humano: los humanos deben elegir cómo y cuándo delegar decisiones a los sistemas de IA para lograr objetivos elegidos por los humanos.

No subversión: el poder conferido por el control de sistemas de IA altamente avanzados debería respetar y mejorar, en lugar de subvertir, los procesos sociales y cívicos de los que depende la salud de la sociedad.

Carrera armamentista de IA: se debe evitar una carrera armamentista en armas letales autónomas.

Estos y otros principios deberían ser aplicables, aunque quizás nunca lo sean, dada la poca o nula aplicación de estos mismos principios a nuestra sociedad hoy en día, como podemos ver en los puntos 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, o sea, prácticamente en todos…

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