Hace algunos meses, gracias al espacio que me ofrece la revista Esfinge, os hablé de ese momento del día que dedico a la reflexión: mi paseo diario con mi querido compañero Ankor (un yorkshire de color canela). En aquella ocasión recuerdo que os hablé de mi encuentro con unos jóvenes que estaban rapeando en un parque cercano a mi domicilio. Ese parque, pequeño y no demasiado elegante, es lugar de esparcimiento (el recreo de las once) de los jóvenes estudiantes de un centro politécnico cercano. Cuando vuelvo a sacar a pasear a mi perrito por las tardes, evito acercarme a ese parque. La basura dejada por esos jóvenes y la dejadez por parte de las autoridades encargadas del mantenimiento de los jardines hace desaconsejable utilizar ese espacio para disfrutar de la naturaleza.
No creo que todos los jóvenes de ese centro de estudiantes sean tan poco solidarios con el entorno. Es más, quiero pensar que la mayoría son contrarios a este tipo de vandalismo ecológico. Quiero imaginar esto porque soy de los que todavía siguen creyendo en el poder de la juventud. Aunque por mi edad algunos no me considerarían joven, creo que la juventud está más allá de los años que podamos tener.
Greta Van Fleet son muy jóvenes (apenas superan los veinte años). Y, aunque suene extraño, no son populares porque utilicen el trap o el reguetón: son puro «rocanrol». Es un regreso a las raíces del rock. Algunos se «rasgan las vestiduras» porque suenan a Led Zeppelin y porque Jake imita a su idolatrado Jimmy Page. Personalmente no veo qué tiene de malo tratar de seguir a los que han sido grandes, y, sin lugar a duda, los «zepelines» han sido de los más grandes. Incluso hoy, cuarenta y un años después de su separación, muchas bandas siguen la senda trazada por ellos. Por eso se les critica de falta de originalidad.
Yo pienso que no siempre por ser joven hay que ser original. En nuestra sociedad hay una supervaloración de lo original, aunque esta supuesta originalidad no siempre va ligada a la calidad (en este caso, musical).
En su canción Black Smoke Rising, nos hablan de la crisis de la nueva era. Curiosamente, ellos comentan que hay una generación, la suya, que siempre ha estado en crisis. De ahí la importancia de fijarse en los errores del pasado para cimentar el futuro.
En sus entrevistas expresan sin vergüenza alguna que, para ellos, el rock es amor y unidad.
«El rock and roll, para nosotros, los jóvenes, es una manera de decir al mundo: estamos aquí, tenemos una voz».
Durante mucho tiempo el rock ha sido un vehículo para expresar y reivindicar la voz de la juventud. «Es el turno de los jóvenes».
Recuerdo que, cuando era un poco más joven que ahora, escuché a un filósofo hablar de un antiguo concepto de la filosofía de la Grecia clásica: la Afrodita de Oro o la eterna juventud. Esta diosa dorada no tiene mucha relación con la edad física que podamos tener, sino que estaría hablando de sueños, de proyectos, de las metas que nos proponemos conseguir. Hablaríamos, entonces, de una juventud de espíritu.
Si solo vivimos de los recuerdos del pasado o de aquello que pudimos hacer y no hicimos, somos viejos, aunque tengamos pocos años.
Yo también soy de los que piensan que es el turno de los jóvenes de espíritu y comparto la idea que expresan los «Greta»: el amor y la unión de los seres humanos, en contraposición al egoísmo propio del exceso de materialismo, son dos valores fundamentales para salir de esta crisis global.
Por eso, aunque algunas canas asoman por mi cabeza, me considero joven, y sueño y lucho por un mundo mejor que el que nos ha tocado vivir. Seguiré paseando por ese parque, pequeño y no demasiado elegante, junto a mi perro, soñando y luchando por un mundo más limpio y descontaminado, menos egoísta y más solidario.
¡Por un nuevo Renacimiento!
¡El futuro es de los jóvenes!
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Que alegre surpresa encontrar um irmão acropolitano aficcionado pela filosofia e por rock tanto quanto eu!!!!