Filosofía — 1 de junio de 2022 at 00:00

Husserl y la función práctica de la fenomenología

por

Husserl

En el siglo XX la filosofía de Husserl buscó responder a los problemas generados por el psicologismo y el naturalismo, que no permitían alcanzar el ideal del conocimiento.

Husserl, en su primera etapa, se dedicó a estructurar los conceptos de la fenomenología, pero la Primera Guerra Mundial le conmocionó tanto que se volcó en la tarea de preguntarse por la función de la filosofía, para paliar el fracaso de la cultura europea en su ideal de construir civilización.

Ese fracaso había desembocado en la muerte de millones de personas. El sentido de Europa y la cultura filosófica estaban en cuestión. Husserl no era un espectador desinteresado de la vida mundana, como podía parecer en sus primeros escritos. Creía que la causa del fracaso era que el psicologismo y el naturalismo imperantes en las ciencias habían degradado la razón. Nuestra vida debería haber sido dirigida desde la razón, pero las ciencias habían perdido la fe en la razón humana y estaban sumergidas en el relativismo o el escepticismo. El éxito era del que tenía más fuerza, no del que alcanzaba la verdad. Las obligaciones sociales no provenían de ninguna legitimidad racional, sino de aquellos que en cada momento tenían el monopolio de la fuerza.

El positivismo imponía que todo tenía que ser reducido a hechos, y como las ciencias naturales que así lo habían hecho habían cosechado muchos éxitos, se les otorgó el privilegio normativo, es decir, su planteamiento y su método no solo es el mejor, sino el único que funciona. En ese primer momento, el obstáculo para someterse a la ideología del positivismo fueron la psicología y las ciencias formales (lógica, matemáticas). La psicología sucumbió bastante fácilmente; por un lado, se formularon leyes matemáticas para las sensaciones, la primera base de la conciencia, y por otro, el éxito del darwinismo y la evolución del ser humano desde los animales, permitió una teoría que asimilaba la mente a un hecho más. Se extrapolaron resultados sobre las sensaciones suponiendo que, con el tiempo, el resto de aspectos de la conciencia también se lograría reducir a hechos. En este punto todavía estamos en discusión: aunque para algunos la conciencia está en el cerebro físico, para otros no, no hay demostraciones ni empíricas ni racionales libres de controversias.

Este psicologismo tenía consecuencias epistemológicas. Esto es lo que se sacó a la luz en el libro Investigaciones lógicas, y también, consecuencias antropológicas mucho más profundas. Como vamos a ver, un ser humano, solo de hechos convierte en convenciones sociales todos los planteamientos éticos, incluido el de la dignidad y los derechos humanos, y eso es lo que rebate Husserl, especialmente en el último libro que publicó, La crisis de las ciencias europeas. Es un libro centrado en la crisis de la razón y la cultura europea. Una de las frases que podría ser el lema es: «Ciencias de solo hechos hacen seres humanos solo de hechos». Es una forma de refutar las consecuencias del psicologismo, porque el ser humano no es un mero hecho de la naturaleza.

Brentano, maestro inspirador de Husserl, fue de los primeros que reaccionó, defendiendo una psicología que describía la vida humana tal y como se nos presenta. Husserl, en su obra, argumenta de forma filosófica que el ser humano no es solo un hecho, no usa la teología ni a un Dios que crea el alma. Con el análisis fenomenológico va a lograr vincular el sujeto trascendental con la razón y no con el azar de la naturaleza.

Como la publicación de esta obra fue muy tardía, en 1936, se creyó que era una reacción de Husserl, como judío que era, al nacionalsocialismo alemán, o que había sido escrito por su discípulo Fink. Pero no es así; ya en textos anteriores, Husserl habla de renovar la cultura. Había demostrado que la vida humana no es un hecho solo natural, que en ella hay aprioris. Aun el análisis de la percepción humana se enraíza en la razón, que es fuente de legitimidad, es decir, nos obliga; si somos sinceros, no podemos negar lo que se da originariamente. Me pareció esclarecedor el ejemplo del profesor Javier San Martín de la novela de Orwel 1984, donde para someter al protagonista, de lo que se trata es de quebrarle la razón y convencerle de que dos más dos son cinco. A partir de ahí ya se le puede convencer de cualquier cosa. Es una analogía simplificada pero poderosa, puesto que esto es lo que hace la caverna de la desinformación en la que estamos sumidos hoy en día: nos venden como razonables, situaciones y hechos que en ningún caso se dan originariamente.

En unas conferencias que pronunció a excombatientes en 1917, va a hablar por primera vez del orden moral del mundo. Eligió como modelo a Fitche, con sus Discursos a la nación alemana, en los que Fitche supo levantar la moral del pueblo alemán después de la derrota ante Napoleón en Jena. Exhorta a recuperar las libertades, como buen ilustrado, y propone un Estado alemán que contribuya a la creación del orden moral del mundo. Husserl quiere también empujar esos ideales de perfección a los que aspira el ser humano y que solo pueden darse en un mundo sometido al orden moral, un mundo sin explotación y donde todas las personas tengan la capacidad de desarrollarse de acuerdo con sus posibilidades.

En un artículo para una revista japonesa-alemana, Kaizo —que significa ‘renovación’—, titulado «Idea de una cultura filosófica», habla de crear una auténtica humanidad, autorresponsable y capaz de seguir la razón. La filosofía debe llevar a la humanidad a la autoconciencia de forma práctica, debe fundar un orden normativo que conduzca a ese orden moral y legitimarlo a través de la razón. El comportamiento moral permite la realización de las personas respecto a sus capacidades biológicas y culturales. Para Husserl, el primer germen de esta idea apareció en Grecia.

Husserl

Husserl, en las lecciones de ética de 1920, refuta el hedonismo (que es una forma de escepticismo en la ética) y el naturalismo ético. Plantea la ética en paralelo al esquema de Investigaciones lógicas, donde refutó el psicologismo epistemológico. La ética es una ética trascendental, y la fundamentación es trascendental, es la recuperación del otro como subjetividad trascendental, como yo. Por eso, para lograr la humanidad auténtica, necesitamos ese orden ético en el que solo en el bien del otro está mi bien.

Husserl introduce, entre la razón teórica y la práctica, la razón valorativa. Dice que no puede haber voluntad que no quiera algo. Coloca el campo de los sentimientos y las emociones entre la teoría y la acción. La crítica que hace a la razón kantiana es porque está lejos de la realidad de las personas, que actúan motivadas en un mundo cultural. Le reconoce a Kant su rechazo al utilitarismo y el planteamiento de una ética de principios, por encima de la volubilidad de las preferencias personales. Pero se distancia de Kant, porque pertenece a una ética del entendimiento en el que hay solo sentimientos de respeto a la ley y no cabe la compasión. Por un lado, le parece descarnada y considera que la piedad es un deber moral. Lo principal de la ética es la salvación del otro, y por ello me salvo también yo.

Cuando plantea que la voluntad siempre quiere algo y que lo que quiere es un bien, se acerca al aristotelismo y a la ética de las virtudes que tanta fuerza tiene en las éticas aplicadas de este siglo XXI. Husserl habla de valores saturables y no saturables, los que son permanentes: en estos está, por ejemplo, «el bien del otro».

Toma de Brentano un imperativo categórico: «Haz lo mejor en cada momento, según las circunstancias posibles». Es la obligación racional de elegir lo mejor, y con ello aparece una de las ideas primordiales: la responsabilidad, la capacidad de responder por mis decisiones. Puesto que yo soy responsable de la verdad que alcanzo, la subjetividad tiene certeza respecto de sí misma, con carácter de evidencia apodíctica.

En uno de los artículos para la revista japonesa, Husserl pone como punto de partida la capacidad que tiene el ser humano de pensar sobre sí mismo, y eso le conduce a la autoconciencia, la autovaloración y la autodeterminación. El autoconocimiento se ha constituido gracias a nuestras experiencias en el tiempo; nuestra autoestima, con las valoraciones que realizamos; y al decidir lo que estoy haciendo en cada momento, alcanzo la autodeterminación.

Según Husserl, la vida está atravesada por una tendencia, siempre buscamos algo, y el objetivo de esta búsqueda, este querer ser, radica en nuestro propio ser, mantener nuestra identidad o la autoconservación. El conocimiento es una función subordinada a la vida; primero es la tendencia a la autoconservación. Las tendencias instintivas son fundamentales en los primeros momentos de vida. Ya en la vida adulta, los impulsos que provienen de la cultura son más importantes y se pueden convertir en los actos objetivantes, de tal manera que la urdimbre en la que se mezclan afectos, valores, conocimientos y acciones provocando reacciones a diferentes niveles dificulta definir si el afecto es antes o después del conocimiento.

A lo largo de la vida se mantiene la defensa de la identidad o la tendencia a la autoconservación. La actitud natural, la seguridad básica con que nos sentimos en el mundo, no es una tesis teórica, es el primero de estos actos objetivantes. Sobre esta base afectiva aparecen las regulaciones, en sus formas de estatus y profesiones, que van a ser niveles diferentes de la preservación o búsqueda de esta autoidentidad. Primero es la vida, pero no una vida en solitario porque están los otros; la capacidad de conectar con los demás es primario. Husserl analiza la relación con la madre en este nivel. La autoconservación, por un lado, incluye las necesidades vitales, donde está, por ejemplo, la familia.

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Luego, aparece la fuente fundamental de mi autovaloración, que proviene de la distancia entre lo que quiero ser y lo que puedo ser. Mi futuro parte de lo que soy en este momento; biológica y socialmente tengo unos estatus adscritos, y sobre la base de estos, de lo que me permite la cultura y la sociedad y de lo que quiero ser, iré adquiriendo otros estatus. Desarrolla una filosofía de la cultura desde la idea de un ser humano que busca una vida plena y que busca poder cumplir sus proyectos de vida, que en la mayoría de los casos se concentra en las profesiones. Ellas son la habitual, pero no única, fuente de valoración y acción en la vida.

Husserl hace un estudio de las profesiones como esta regulación global de la vida. La decisión que tomamos al escoger una profesión obedece a dos motivaciones, de las que pueden darse ambas o solo una: ganarnos la vida o conseguir unos valores. Las primeras son profesiones por necesidad, las segundas por vocación. Y se pregunta si con estas regulaciones podemos quedar sujetos a esa desvalorización. La respuesta es que sí; aun a veces con éxito o riqueza profesional podemos sentir el fracaso vital.

La búsqueda nos empuja hacia el futuro, y en la incertidumbre del futuro está la posibilidad del fracaso, bien por no conseguir los objetivos, bien porque el proyecto de vida no merecía la pena. La vida está abierta a la desvalorización, a la decepción y al aburrimiento cuando lo que estamos haciendo en la vida no nos satisface, o no lo deseamos. La desvalorización se da porque siempre nos estamos evaluando, la autoconciencia práctica es la autoevaluación.

¿Y qué es lo que es inmune a la desvalorización? Según Husserl, hay una forma de comportarse que nos inmuniza: la asunción de una vida ética. Si mi comportamiento se ciñe a ese ideal moral, no me sentiré fracasado, ni tendré baja autoestima; si vivo en ese ideal ético, la evaluación de mí mismo siempre será positiva. Y podemos comprobar que la satisfacción vital con uno mismo acompaña mucho más a las personas generosas, solidarias, honorables y honradas que a las egoístas, cobardes o perezosas.

La función de la filosofía es convertir este ideal ético individual en un ideal para toda la sociedad, elaborar una cultura que nos constituya en una civilización que tiene un orden moral, que busca la promoción de una humanidad auténtica. Esa es, para Husserl, la función práctica de la filosofía.

 

Bibliografía

San Martín, J. (1992). Ética, antropología y filosofía de la historia. Las «Lecciones» de Husserl de «Introducción a la ética» del Semestre de Verano de 1920. Isegoría, 0(5), 43-77.

San Martín, J. (1994). La fenomenología como teoría de una racionalidad fuerte: estructura y función de la fenomenología de Husserl y otros ensayos (1.ª ed., Aula Abierta (UNED)). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.

San Martín, Javier. (1995). La estructura de la fenomenología: para una evaluación de la lectura fregueana de Husserl. Investigaciones fenomenológicas: Anuario de la Sociedad Española de Fenomenología (1), 1995, pp. 47-61. ISSN: 1137-2400.

San Martín, J. (2015). La nueva imagen de Husserl: lecciones de Guanajuato (Estructuras y procesos. Serie Filosofía). Madrid: Trotta.

San Martín, J. (2016). «En torno a la nueva visión de Husserl». Valenciana, (9), 181-206. https://doi.org/10.15174/rv.v0i9.267

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