Filosofía — 1 de marzo de 2024 at 00:00

Jinarajadasa, vida y obra de un alma consagrada

por

Jinarajadasa

Amó los niños, el mar,

Beethoven, el anillo de Wagner,

los coros del Aleluya, y su

Evangelio fue Ruskin

 

Es el epitafio que el mismo Jinarajadasa escribió pocos años antes de su muerte, y estas palabras sirven, vivamente, como pinceladas de su alma. Los coros del Aleluya deben de ser los de Haendel, y el anillo es la Tetralogía de Wagner. Ruskin fue el gran ideólogo de la segunda mitad del siglo XIX, un apóstol del arte y la educación.

Curuppumullage Jinarajadasa[1] nació en el 16 de diciembre de 1875 en Sri Lanka, y con trece años conoció al gran místico y vidente C. W. Leadbeater, y como él, se convirtió en discípulo de K. H., uno de los maestros de H. P. Blavatsky e impulsor oculto de la Sociedad Teosófica. El mismo Jinarajadasa menciona en uno de sus artículos en qué consistió su primera prueba de discipulado, con catorce años, nadando de noche hasta el barco que lo llevaría a Londres, abandonando su país y su familia al ser llamado por la sabiduría y por el deber. En 1889 se encontró con la autora de la Doctrina Secreta y entró en la Logia de Londres de la Sociedad Teosófica con dieciocho años, en contacto con Sinnet (también discípulo laico de KH y a quien debemos sus famosas Cartas de los Maestros) y con Annie Besant, responsable, entonces de la Escuela Esotérica de esta misma organización mundial. Se licenció en Lenguas Orientales en la Universidad de Cambridge y también estudió Leyes. Volvió a Sri Lanka, donde ejerció durante dos años como vicerrector en el Ananda College en Colombo, fundado por Leadbeater. Vuelve a Europa, a la Universidad de Pavía, Italia, para estudiar durante los años 1902-04 ciencia y literatura (y desde ese momento la Divina Comedia de Dante sería uno de sus grandes libros inspiradores). En 1914 se dirige a América, donde va a comenzar una carrera prolífica de conferenciante y escritor que duraría, ininterrumpida, casi cincuenta años, con miles de conferencias, unos 1600 artículos y más de cuarenta libros (algunos son confeccionados con artículos y conferencias).

Con dotes de clarividente desde muy joven (sin necesidad de fijar la mente para hacerlo, percibía con ojos abiertos o cerrados otros planos de conciencia, especialmente el astral), realizó investigaciones en Química Oculta analizando la estructura de la materia junto con Annie Besant y Leadbeater. Las mismas servirían de manual teórico y de experiencias para que en 1922 Francis Aston recibiese el premio Nobel de Química por su descubrimiento de un buen número de isótopos de elementos no radioactivos[2]. En el libro de Jinarajadasa Investigaciones ocultas, narra cómo se reunían, las dificultades para encontrar los cristales, o las experiencias químicas o de física atómica que acompañaron estos estudios en lo invisible, incluida la tabla periódica que él mismo, con unos veinte años, elaboró en base a la conjugación de dos lemniscatas e inspirado en el del nobel de química William Crooks. La humanidad en un futuro más o menos lejano (no menos de varios miles de años, en general), desarrollará en su natural y esforzado avance evolutivo la facultad de ver el interior de los objetos aparentemente sólidos, y también las distancias infinitas. Este libro y los experimentos de Jinarajadasa, con todo el rigor científico y el nuevo instrumento o capacidad hoy parapsicológica, serán un ejemplo de cómo se conducen las investigaciones de este género, cómo se hace ciencia sin vivisección ni provocar dolor, o sin golpear bloques de materia a la velocidad casi de la luz y reconstruir el interior según cómo se mueven los pedazos: como si un niño queriendo descubrir el funcionamiento de su coche de juguete en vez de desmontarlo lo golpeara con una piedra.

Su etapa de estudiante en Cambridge debió de ser muy difícil para él, según cuenta, por la enorme diferencia entre sus ideales y estudios esotéricos y los universitarios, en un siglo de materialismo y caos mental-espiritual. Además, estando en la Senda, debía acelerar su karma, y explica que vivió durante años en agonía y crucifixión interior sin que nadie notase absolutamente nada. Su Maestro le explicó que esto era lógico y necesario para aquel que quería subir la Montaña por el atajo. En estos tiempos de desolación nos dice, en su artículo El Sendero Directo y el Indirecto, que su salvación fueron los libros de Ruskin que le enviaba Leadbeater y una oración que pronunciaba a la estrella de la mañana, desde donde sentía que su alma misma había irradiado, eones antes.

Una de las experiencias más difíciles de su vida debió de ser todo el trance de Krishnamurti, ese niño de aura perfectamente pura, según Leadbeater, que educaron para que se convirtiera en una especie de nuevo Buda. Jinarajadasa fue el encargado de darle formación esotérica, pero abandonó el trabajo, desesperado, pues el joven era indómito y no se sometía a ningún tipo de disciplina: ¡mal augurio o prueba de su voluntad que a nadie se sometía! Después acompañó el desarrollo de su alma e incluso anunció diferentes Iniciaciones del mismo, escribiendo además un bello artículo que apareció en el libro Dioses encadenados. En 1929 llegó la disolución de la Orden de la Estrella —que giraba en torno a él, Krishnamurti, como nuevo Maestro del mundo— con el famoso discurso de «la verdad es una tierra sin caminos». Toda la Sociedad Teosófica giraba entonces, para desgracia de muchos, en torno a él, y bajo su «autoridad espiritual», Annie Besant había incluso disuelto la Escuela Esotérica, y tras la separación de Krishnamurti, enfermó violentamente, quedando inválida hasta morir, con ochenta y cuatro años, dos años después. Jinarajadasa sería uno de los discípulos amados que la cuidaría, permaneciendo junto a ella hasta el final. Jinarajadasa se encontró varias veces más con Krishnamurti, por ejemplo en un debate filosófico que quedó grabado, y donde vemos al genial y brillante Jinarajadasa casi en silencio y con intervenciones opacas, casi pidiendo permiso por exponer lo que piensa, ante su totalitarismo dialéctico y magnético.

En el año 1916 se casa con Dorothy M. Graham, una gran trabajadora por la causa teosófica, juez de paz en Madrás, y que funda en 1917 la Asociación de Mujeres de la India.

Desde el año 1921 hasta 1928, acompañando a Annie Besant, fue vicepresidente de la Sociedad Teosófica, y dentro de la misma, uno de los miembros fundadores de la Orden de los Hermanos del Servicio, jóvenes voluntarios consagrados integralmente al servicio a la sociedad y a los ideales de la ST. Fue jefe externo de la Escuela Esotérica desde 1934, tras la muerte de Leadbeater y fundador de la Escuela de Sabiduría en 1949, para estudiar en profundidad las enseñanzas teosóficas como una filosofía contemplativa y práctica al mismo tiempo.

Durante varios años, de 1930 a 1932, fue director de la biblioteca y del archivo de Adyar, extrayendo para el público auténticos tesoros de la misma, como por ejemplo, la edición del Libro de Oro de la Sociedad Teosófica, con imágenes y testimonios de sus grandes momentos.

En el año 1946 asume la presidencia de la ST con una enorme actividad durante siete años, en que tuvo que revivificar su presencia en una Europa destruida por la guerra, y con su sede central casi en abandono por la falta de medios materiales y humanos, tras su ocupación militar durante años. En 1953, ya enfermo y muy debilitado, renuncia a la misma y asumirá el testigo Nilakantha Sri Ram. Jinarajadasa morirá cuatro meses después, con setenta y siete años.

Nos dicen sus biógrafos que le encantaba llevar árboles para plantar de un continente a otro, cultivar rosas, lirios y lotos; que amaba con gran sensibilidad a los animales, que consideraba a todos los hombres sus hermanos, que abogó para que la mujer fuera la contraparte luminosa del hombre y no su inferior ni su oponente, que los niños eran el mejor símbolo de Dios en el momento en que vivió (como lo eran las Madonas en la Edad Media o los jóvenes en la Atenas de Pericles).

Su obra es colosal, ingente, si consideramos las decenas de miles de cartas y postales que envía, sus clases en la Escuela de Sabiduría y la dirección de la Escuela Esotérica, y los innúmeros artículos y conferencias, además de la dirección organizativa y efectiva de una organización de más de treinta mil miembros y activa en más de cincuenta países, y de la revista Theosophist, con todo lo que ello implicaba. Centellean estos artículos y conferencias con un estilo en que se conjugan aparentes opuestos: poesía, mística, rigor científico, amor por todas las formas de belleza, conocimientos reales de ocultismo práctico y la capacidad de discursar en inglés, francés, italiano, español, portugués y varias lenguas más.

Los temas de estos artículos y libros son variadísimos; por ejemplo, además de los mencionados:

En Su nombre (1913) explica el camino del discípulo y la Iniciación, y las etapas del mismo.

Fundamentos de teosofía (1921) es una obra sombrosa en sus estudios sobre el Karma, la doctrina de los avataras, la reencarnación, la evolución de las formas, de la vida y de la conciencia, que se van conjugando enraizadas en y desde el Triple Logos solar en lo que bien podemos llamar el Plan de Dios; y con explicaciones muy audaces sobre el Corazón de la Jerarquía que guía invisiblemente el barco de la humanidad a través de las tempestades generadas por su propio karma e ignorancia; o sobre el trabajo de los Maestros de Sabiduría. Incluye en este libro notas y resúmenes de sus investigaciones en química oculta y la estructura de la materia.

Dedica varios opúsculos a biografías, una en homenaje a Annie Besant, tras su muerte. Otra sobre «La personalidad de H. P. Blavatsky»; y toda una serie comentada sobre las Cartas de los Maestros (las cartas recibidas por Sinnet y otros teósofos).

En el artículo «Mi gato», que aparece en esta misma revista, tiene la delicadeza de escribir unas páginas sobre su gato, y dada su visión astral, sobre su vida post mortem y pequeño cielo (devakán). En otro, explica cómo el héroe nacional húngaro Hunyadi Janos fue la reencarnación de Christian Rosenkreutz y cómo este místico asumió esta forma de militar para detener el avance de los otomanos y salvar Europa, que acunaría una nueva cultura y civilización, con sus más y sus menos, con la que hoy disfrutamos y sufrimos también, al estar la misma en sus estertores de muerte. O dedica un cuaderno monográfico entero a un estudio histórico riguroso sobre el Bhagavad Gita y cuándo habría sido escrito. Escribe artículos sobre Wagner, o sobre Almanzor, el último caudillo del islam de los omeyas en Córdoba. O reivindica en varios artículos los ideales de la antigua Aryavartha, o en un libro, la historia del emperador filósofo Akbar y su relación con su poeta y biógrafo Abu Fazl, etc., etc., etc.

El arte y las emociones es todo un tratado de estética metafísica, pues el arte como senda de depuración interior y de apertura de las puertas del alma y desarrollo de la intuición es uno de los temas que más ocuparon su vida y su pensamiento.

En La nueva humanidad de la intuición, rinde homenaje a los métodos educativos de Pestalozzi y Montessori, a la gran experiencia de fraternidad, idealismo y reencuentro con la naturaleza que fue el movimiento scout, superando los vicios de desprecio en base al estrato social, económico o étnico, o a las diferencias de nacionalidad o creencias religiosas.

Algunos trabajos son asombrosos. En una visión mística, es desplazado al futuro de la humanidad, a una comunidad-país que vive en perfecta armonía y gobernada por reyes iniciados y sus discípulos directos en un valle florecido, e independiente de las turbulencias políticas del siglo, y que no podemos dejar de relacionar con la Castalia de El juego de abalorios de Hermann Hesse o con la también asombrosa novela Valley of the Roses[3] de Georgios Papachatzis (que muchos consideran que es una historia real y no una novela). Jinarajadasa describe en el libro Flowers and Gardens esta misma visión, cómo es la vida cotidiana en la misma y, lo más estupendo, la nueva religión en ella, que no está basada en ningún tipo de mesías personal, sino en las flores. O sea, una religión cuyos conceptos, enseñanzas, rituales y vivencias místicas están todos ellos asociados a las flores, de ahí el título de este libro. Quizás el Dr. Bach con sus flores terapéuticas o los estudios de la Madre (Mirra Alfassa) en el ashram de Sri Aurobindo sean precursoras de esta religión del futuro que, evidentementeserá menos «teológica» y evangelista que las actuales.

El libro Dioses encadenados incluye una conferencia sobre Krishnamurti antes de la escisión, y su forma de enseñar. También, todo un ideal de como despertar el alma de los niños, a quien llama una y otra vez «agentes de Dios» y cómo guiarlos, en su capítulo «La teosofía y la educación». En otro artículo explica la diferencia entre el yoga verdadero y el falso y los peligros de este último.

Tiene un artículo extenso sobre la historia de la reencarnación y su difusión en todas las religiones del mundo, con pruebas documentales y analógicas; y un libro entero, Cómo recordar las reencarnaciones anteriores sobre la reencarnación en la historia, no ya a nivel individual solo, sino de grupos de almas que retornan para seguir trabajando en el momento actual como lo hicieron en otras encarnaciones. Compara así, por ejemplo, la Florencia del Renacimiento con la Atenas de Pericles; las mismas almas habrían sido agentes del mismo milagro artístico y filosófico.

Varios de sus libros están dedicados íntegramente a los niños o a la formación de los jóvenes y adolescentes, como por ejemplo I Promise, The Wonder Child, Release para las vivencias en la orden llamada «Cadenita de Oro», de niños (en su «me comprometo a ser un eslabón en esa cadena de amor que rodea el mundo entero») o en «Los caballeros de la tabla redonda», con su culto al Rey del Mundo simbolizado en el rey Arturo, ávidos de hazañas y aventuras por el bien y la justicia.

Una de sus últimas obras, de la que se sentía más orgulloso, y quizás aún poco conocida es Los siete velos sobre la conciencia, escrita un año antes de su muerte y en que explica la conciencia celeste y pura como una mano cubierta de un guante cirúrgico, cubierta por uno de abrigo, otro de trabajo, etc., hasta llegar al guante de boxeo. Las percepciones de lo real con los sentidos físicos sería como tocar algo y percibir su naturaleza con los guantes de boxeo. A medida que los sentidos van siendo más internos o el alma se despoja de sus vestiduras, la percepción sería más pura, hasta llegar a la pura y perfecta subjetividad, que es la única perfecta objetividad sin adulteraciones. En este libro, a diferencia de muchos de los otros (excepto Fundamentos de teosofía, sus libros de poesía y pocos más), que son colecciones de artículos, o conferencias, o pequeños ensayos, sorprendió vivamente a los teósofos (e imagino que a todos los lectores) con una recreación de su propio devakán (cielo forjado con la depuración de sus vivencias internas e ideales) tras la muerte y que indica lo que era realmente valioso para su alma.

Algunos teósofos le reprocharon que los idealistas comprometidos en grado de discípulos aceptados por verdaderos Maestros con mayúsculas y en grado de Iniciados, pactan, como dice H. P. Blavatsky en Voz del Silencio, no cesar su trabajo y volver y volver a la vida hasta la victoria final (el nirvana) o siempre que sean llamados por la Causa que los convoca. Jinarajadasa explica que, aunque esto sea cierto, su trabajo durante sesenta y cinco años ha sido incesante, sin pausa, y que ciertamente necesita un «descanso» para volver renovado a la batalla de la luz contra las tinieblas de la ignorancia, el caos y la maldad misma. Pues hasta los «guerreros de Odín» (o sea, del dios de voluntad que gobierna el mundo como rey de reyes), de los que dice el verso «nadie sabe de qué se alimentan», necesitan su descanso entre batalla y batalla y sus fiestas en el Valhalla, y nosotros queremos honrar aquí su rastro heroico de misticismo y belleza.

¡SALVE JINARAJADASA!

[1] Estoy siguiendo aquí, muy de cerca, y con algunos comentarios, la biografía que aparece en la página TS de Adyar https://www.ts-adyar.org/content/c-jinar%C4%81jad%C4%81sa-1875-1953

[2] Veánse las investigaciones de Stephen Philips en su obra Extrasensory perception of subatomic particles y la página https://www.scielo.br/j/qn/a/vvvM4hMJjG58LmtQhdvDMqv/?lang=pt

[3] En español «Crónicas del futuro: la asombrosa historia de Paul Dienach».

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