Arte — 1 de abril de 2023 at 00:00

The Dark Side of The Moon (Pink Floyd)

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The Dark Side of The Moon (Pink Floyd)

En el 50 aniversario de su publicación

Corría el año 1969 y la BBC retransmitía en directo la llegada de la primera nave tripulada a la Luna. Esto mismo ocurría en otros muchos países, la humanidad contemplaba atónita un acontecimiento único e inolvidable. Lo que muchos desconocen es que la música que escuchaban los privilegiados oyentes de la BBC provenía de las improvisaciones que Pink Floyd estaba ejecutando en directo en los estudios de la televisión británica.

Dos años antes, en plena efervescencia psicodélica, nacía el primer LP de la banda, The Piper at the Gates of Dawn, fruto de la genialidad de su líder, Syd Barret. Por desgracia, el abuso de LSD acabó prematuramente con la vida artística de Syd, y los Floyd tuvieron que sustituirlo por su amigo y guitarrista David Gilmour.

Siguieron años de música experimental y rock espacial, donde destacan la suite de rock sinfónico Atom Heart Mother, de 23 minutos de duración. Desde mi punto de vista, es unos de los momentos más geniales del grupo, anterior a las cuatro obras maestras que desarrollarían en el futuro. En 1971 publican Meddle, donde destaca la canción Echoes, auténtica maravilla de rock progresivo. Recomiendo la versión de Live at Pompeii, https://www.youtube.com/watch?v=dwgirj9ECFA

Lo primero que escuchamos al comienzo de la obra conceptual El lado oculto de la luna, que hoy entra en este espacio de reflexión filosófica y musical, es un latido, unas risas al fondo y un helicóptero. Este es el comienzo de la obra maestra por excelencia del rock progresivo. Le sigue un instrumental donde los sintetizadores adquieren protagonismo. A continuación, la magistral Time (que ya comentamos en su momento dentro de este espacio). Termina la primera parte con una música exquisita y una voz femenina que no articula ninguna palabra, tan solo vocaliza, logrando un clímax perfecto.

La segunda parte sigue por los mismos derroteros de genialidad, y todos los temas son excepcionalmente bellos; cuando acaba el álbum, con los mismos latidos con los que comenzó, tienes ganas de volver a empezar. Eso es lo que me ocurrió hace ya bastantes años cuando lo escuché por primera vez. Recuerdo que en el pub que solía frecuentar en aquellos años, era de escucha obligada varias veces al día. No quiero cansaros con cifras y récords del disco, podéis encontrar en la web todos los datos que queráis. Tan solo uno que considero descriptivo: según las estadísticas, uno de cada doce personas en el mundo tiene el disco.

Es una gran obra lírica, con una música maravillosa y de gran contenido filosófico, que aborda aspectos que preocupan a los seres humanos desde siempre: la búsqueda del sentido de la vida, el paso del tiempo, el misterio de la muerte, la guerra, la locura.

Hoy nos vamos a detener en la que sin duda es la canción más conocida: Money. Comienza con ese conocido efecto de la caja registradora y un ritmo de bajo potente, el famoso solo de guitarra de Guilmour y el solo de saxo. También el compás es novedoso para una canción de rock: comienza con el extraño 7/8, pasa a 4/4 en el solo de guitarra y vuelve al 7/8.

El título de la canción lo dice todo: Dinero

Vivimos en una sociedad donde la economía está patente por todas partes. Si vemos o escuchamos cualquier informativo, nos daremos cuenta de que las noticias de índole económica copan los titulares de prensa y televisión.

Solemos definir como libre mercado aquel donde los precios se establecen por el intercambio entre los demandantes y los ofertantes, sin que intervenga ningún factor externo. La forma de conseguir el precio de equilibrio en este mercado será mediante la ley de la oferta y la demanda, consiguiendo un precio equilibrado. Para que exista este tipo de mercado, no puede influir ninguna variable externa, los productores escogerán libremente los factores de producción, al igual que los consumidores, que demandarán la cantidad que deseen.

En nuestras modernas democracias estamos acostumbrados a escuchar que es bueno que haya competencia. Por ejemplo, si hay abundancia de panaderías es positivo, puesto que así se esforzarán en hacer mejor pan y más barato. Esto es la teoría; la realidad es que tanto el precio como la calidad vienen fijados por esas variables externas que decíamos en el anterior párrafo (intermediarios, grandes corporaciones, gobiernos…).

A fines del siglo XIX y principios del XX, los economistas pensaron que la infelicidad de los pueblos provenía de una causa esencialmente económica. El hecho es que hemos logrado elevar el nivel económico de muchos países, pero no de todos. El llamado tercer mundo o subdesarrollado hace referencia a países con un nivel de desarrollo insuficiente para satisfacer las necesidades de toda su población. Se calcula que el 84% de la población mundial vive en países subdesarrollados y muchos de sus habitantes en condiciones de extrema pobreza.

Podríamos deducir que, o bien las medidas económicas no han surtido efecto y elevado el nivel económico de la humanidad, o que hay factores externos que se nos escapan. Es evidente que la prosperidad económica es uno de los factores que conducen a la felicidad, pero seguramente hay algo más.

Las civilizaciones que han aportado grandes avances a la historia de la humanidad pensaron que la economía es importante si va acompañada de una formación moral del ser humano. Si el componente ético está ausente en la sociedad, la decadencia paulatina de esas sociedades será algo previsible a corto y medio plazo.

El estilo de vida que rige nuestra civilización es netamente materialista. Nuestra sociedad busca sobre todo el estado del bienestar (económico, claro). Desde niños se nos dice que uno vale por lo que tiene y no por lo que somos. Se fomenta el poseer cosas, consumir, consumir, consumir. Nuestros avances técnicos facilitan nuestra vida material.

¿Podemos concebir nuestra existencia sin ordenadores, móviles, televisores, relojes, ascensores?

¿Y qué pasa con nuestras aspiraciones psicológicas, mentales y espirituales?

La ciencia y la técnica, unidas de la mano, siguen otorgando posibilidades de incrementar nuestro confort material. Somos capaces de realizar prodigios a nivel técnico con nuestros cada vez más potentes ordenadores, pero en ocasiones nos sentimos incapaces de manejar una depresión psicológica, refrenar nuestra ira o caer en manos de instintos y dependencias insanas. La tecnología no aporta soluciones a ese tipo de problemas.

Hoy en día producimos tanto que es difícil dar salida a todo lo que se produce. Es necesario crear necesidades artificiales para estimular el consumo. Producimos lo suficiente para que a ningún ser humano le falte lo esencial para vivir, pero es evidente que a la hora de repartir lo producido hay grandes desigualdades. Producir es una cuestión técnica, repartir es una cuestión ética. Absortos en nuestro progreso técnico y científico, no nos inmutamos contemplando a seres humanos viviendo en la necesidad cuando no en la miseria.

La economía trata de sacar el máximo partido a los recursos materiales, se ocupa del aspecto práctico de la vida. Sin embargo, no siempre ha sido así. La palabra economía proviene del griego oikonomia y hace referencia al arte de administrar la casa. En la antigua Grecia, su objeto era el estudio de los problemas de la vida cotidiana, como la división del trabajo, la producción, el cambio, la moneda, los precios o el interés, y todo ello orientado principalmente sobre la base de preceptos morales y reglas prácticas de conducta. La economía estuvo sometida durante siglos a la moral y a las regulaciones de la filosofía. La relación entre los seres humanos basada en la igualdad, la justicia, la dignidad, la búsqueda de la verdad y la belleza son aspectos tan necesarios como tener un trozo de pan para comer o un techo donde refugiarse.

Dinero, aléjate.

Consigue un buen trabajo con más paga y estarás bien.

Coche nuevo, caviar, sueño de cuatro estrellas.

Creo que me compraré un equipo de fútbol.

Dinero, es un crimen.

Compártelo de manera justa, pero no tomes una rebanada de mi pastel.

Dinero, por lo que dicen,

es la raíz de todo mal hoy.

Se van a cumplir cincuenta años de la publicación del álbum, y el mensaje que desvela la letra de Waters sigue siendo totalmente actual: Money, cómo no, habla de dinero, consumismo, corrupción, nos habla de una sociedad que corre deslumbrada por el poder económico. Paradójicamente los Floyd comenzaron a «nadar en oro» tras la publicación del álbum.

No se trata de demonizar la economía, pero sí podemos buscar alternativas al modelo consumista como principal medio para obtener la felicidad. Una vez más, el Conócete a ti mismo sigue siendo válido. El profundizar sobre las potencialidades éticas que todos atesoramos nos puede llevar a considerar un nuevo enfoque de la economía, esta vez de la mano de la filosofía.

Considero que el futuro debe estar regido por la fraternidad entre los seres humanos, también en el ámbito económico. Hay alternativas al consumismo desmedido y al capitalismo obsoleto que se resiste a su agonía.

De la mano de la filosofía podremos darnos cuenta de que no se necesita tanto para ser feliz. Es por ello por lo que el futuro debe ser más justo y sostenible, aunque para ello haya que ceder una rebanada de nuestro pastel (como dice Waters) a quien lo necesita más que nosotros.

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