Filosofía — 31 de octubre de 2019 at 23:00

El valor educativo de la tragedia griega

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Qué era para los antiguos griegos la tragedia

Esquilo (1) es el autor de la tragedia Prometeo encadenado. Así, de primeras, parece que estamos hablando de una obra sangrienta y llena de sufrimientos, lo que tendría muy poco que ver con la educación, a menos que seamos sadomasoquistas. Y como no es este el caso, al menos del que esto escribe, lo primero es aclarar qué entendían los antiguos griegos por «tragedia».

Siguiendo lo que el escritor y filósofo Jorge Á. Livraga dice en su libro sobre la tragedia en el teatro griego (2), dicho término no se refería a algo doloroso y lleno de desgracia, sino a algo mucho más elevado, más en relación con las capacidades humanas:

«Según Aristóteles, se da el nombre de trágico a lo que por medio del terror y la compasión purga los ánimos de estas y otras pasiones… El terror trágico se suscita al contemplar cómo la armonía cósmica, que se refleja en un orden moral, es perturbada por las pasiones humanas. La compasión trágica solo pueden inspirárnosla los personajes que obran impulsados por una idea noble y generosa; solo podemos experimentarla al contemplar la lucha entre las pasiones humanas y las eternas leyes universales que deben refrenarlas, o al presenciar la desgracia o aniquilación del hombre físico en medio del triunfo de su dignidad moral.

(…) Para el hombre clásico la vida es esencialmente trágica (…) donde el individuo es parte viva y responsable de un Organismo Cósmico. Y este Destino Cósmico tiene mucho que ver con las enseñanzas morales».

Prometeo, padre de las artes

En la obra, el titán Prometeo, castigado por los dioses por haber entregado a los hombres el Fuego del Olimpo (el conocimiento de manejar la mente), permanece encadenado al Tártaro (y tras miles de años será liberado por Hércules). Prometeo se queja de cómo los hombres se han olvidado de él, e insiste en que él dio todas las artes a los humanos.

Para los antiguos griegos, «arte» se refiere a toda actividad humana socialmente positiva que persigue el perfeccionamiento, siendo el arte supremo el alcanzar la sabiduría. El filósofo Platón se preguntaba: «Pero un arte cualquiera, ¿tiene otro interés que su propia perfección?» (3). De aquí que arte no es simple actividad, sino con afán de perfeccionamiento: hay arte en todo, no solo en la realización de obras artísticas. El arte implica voluntad, inteligencia, perseverancia… ¡un método!

Siempre me ha fascinado el enigma de cómo aprendió la humanidad a dominar el fuego, forjar metales, fabricar vidrio, conocer los ciclos de las estaciones y seleccionar determinados vegetales para sembrarlos, construyendo graneros, casas, canales de riego, domesticando animales, desarrollar la medicina, la música con sus instrumentos y el baile, hablar, escribir, etc.

Yo no creo en el azar o casualidad en la formación de la vida y en la aplicación de las artes; personalmente me parece poco serio y muy, pero que muy simplista… y absurdo.

El mito de Prometeo plantea y da solución a uno de los grandes enigmas de la humanidad: el inicio del uso inteligente de la mente y el nacimiento de las artes. Según el mito griego hay una transmisión, una enseñanza de determinadas técnicas para trabajar con los elementos; de esa enseñanza surge un aprendizaje y un método para que este sea más efectivo.

El Prometeo Encadenado de Esquilo y la Educación 2

Arte y educación

Sin entrar a analizar la figura del titán, para lo cual recomiendo el libro de Jorge Á. Livraga antes mencionado, sí podemos hacernos una reflexión sobre el mito y la importancia de la enseñanza, sobre la importancia de transmitir el arte de hacer bien las cosas, de pasar a las nuevas generaciones los valores que nos han permitido acercarnos los unos a los otros y desarrollar una sana convivencia: la importancia de la educación.

Porque la educación persigue extraer lo mejor de uno mismo y es fundamental en el perfeccionamiento del ser humano, ese proyecto continuo de mejoramiento. Y quizás necesitemos ser como el titán y amar tanto a los humanos que busquemos el bien común por encima de nuestros intereses egoístas.

Educación y liberación

educacion esquilo

Dice Livraga que «la educación es mágica, no por lo que da sino por lo que despierta» (4).

Esquilo nos cuenta que Prometeo espera a que un mortal lo libere de sus cadenas. También cada uno de nosotros es un poco como Prometeo, un gigante encadenado por sus propias pequeñeces y egoísmos, esperando a autoliberarnos por nuestra parte más humana, más generosa, voluntariosa y solidaria, tal como indica Nelson Mandela (4) al hablar del miedo:

«Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da miedo».

Son las mismas palabras que resonaron en India a favor de un cambio pacífico que la llevaría a la independencia de Inglaterra; su autor fue Mahatma Gandhi:

«Nos hemos acostumbrado a ser personas tan dependientes que tenemos que aprender a rebelarnos contra nosotros mismos. No podemos rebelarnos contra Inglaterra si antes no nos rebelamos contra nosotros mismos».

«Ellos [los británicos] no son nuestros enemigos, son nuestros amigos y necesitan liberase tanto como nosotros».

Prometeo nos recuerda que la verdadera liberación es de la ignorancia y que las cadenas de la misma, que nos atan al Tártaro de nuestros caprichos y deseos, esperanzas y temores, es el egoísmo.

Como en el mito, es necesario recurrir al valor simbólico, como lo expresaba Esquilo, para poner en marcha a nuestro Hércules interior y liberarnos del miedo porque, ¿de qué nos valen grandes conocimientos técnicos si somos esclavos de nuestras pasiones, de nuestros caprichos? ¿No seguiremos siendo esclavos de los intereses y caprichos de otros por asegurarnos lo que deseamos?

Y esto nos lleva a la gran pregunta: ¿en qué consiste la verdadera esclavitud?, pregunta que cada uno debe responderse desde el fondo de su corazón y a la luz de la inteligencia, errando lo menos posible.

Y esta, y no otra es la finalidad del arte de la educación: saber elegir como personas, de la forma más bella posible y causando el menor daño a uno mismo y a otros.

Solo así se puede recuperar el equilibrio perdido en la naturaleza humana, tal como Esquilo reflejaba en sus tragedias.

(1) S. VI-V a. C. Considerado el padre de la tragedia griega. Se calcula que escribió noventa obras, de las que nos han llegado completas siete. Luchó contra los persas en Maratón y Salamina.

(2) Livraga, Jorge Á. El Teatro Mistérico en Grecia I. LA TRAGEDIA. Editorial N.A., Madrid. Primera edición, 1987.

(3) Platón. La República, Libro I. Espasa Calpe S. A. Colección Austral. Madrid. Decimosexta edición,1983.

(4) Livraga, Jorge Á. Magia, religión y ciencia para el tercer milenio, Tomos I al VI. Editorial N.A., Madrid. Primera edición Tomo I, 1995.

(5) Abogado y político. Primer presidente de raza africana de Sudáfrica elegido por sufragio universal. Gobernó de 1994 a 1999. Defensor de los derechos humanos para todos, propició el acercamiento entre las diferentes comunidades de su país y evitó una guerra civil. Estuvo encarcelado por sus ideas durante 27 años, sin renunciar a ellas.

(6) Abogado y político. Padre de la independencia de India, que se consumó en 1947. Preconizó la no violencia, la vida sencilla y el respeto a todos. Murió asesinado en 1948 por un radical hinduista.

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