Culturas — 1 de octubre de 2022 at 00:00

Fuego, sol y corazón: su relación simbólica

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Lo primero a tener presente es que vamos a hablar de estos tres elementos según el simbolismo, y que el simbolismo es el lenguaje para hablar de lo sagrado desde la intuición y no desde la razón.Y en este sentido, fuego, sol y corazón son una y la misma cosa reflejada en tres diferentes y complementarios planos de realidad.

Cuando por la noche hacemos un fuego de campamento, todos nos reunimos a su alrededor, convirtiéndose el fuego en el centro del mismo, es el centro de la unión de todos. Y esto es lo que significan el fuego, el sol y el corazón: la unión en torno a un centro. Centro que en el mundo simbólico es el espíritu y sus valores, que trascienden espacio y tiempo.

Fuego, sol y corazón representan la búsqueda de los valores espirituales, del ser.

Fuego, sol y corazón

Fuego, sol y corazón: su relación simbólica

Esta búsqueda se presenta bajo un triple aspecto, pues el fuego tiene un simbolismo trino: se relaciona con tres elementos o aspectos.

El número asociado al fuego es el 3; y la figura con la que se relaciona es el triángulo equilátero apuntando hacia arriba.

En el mundo simbólico, el número 1 representa la Unidad o Ser Supremo, desconocido para nuestra mente, de donde todo procede y adonde todo ha de retornar. Dos puntos (cuya unión forma la línea recta) o número 2, es la dualidad: todo lo existente posee espíritu y materia (materia como lo que cambia, lo que se transforma). Y tres puntos o número 3, el triángulo, la presencia del espíritu en un universo en movimiento. Si el triángulo apunta hacia arriba, predomina la fuerza del espíritu; y si hacia abajo, la atracción de la materia.

La forma geométrica que representa al fuego es el tetraedro: una pirámide formada por cuatro triángulos. Algunas de sus características desde el simbolismo son: a) Siempre el piramidón o punta está hacia arriba: todo, por naturaleza, tiende a Dios, a lo espiritual. b) Hay tres caras triangulares ascendentes que se apoyan en una base triangular: las tres caras ascendentes son el aspecto trino de Dios o espíritu; y su base triangular es el reflejo o huella de Dios en todo lo existente: «Pan to pan», el «Todo en todo».

Así es más fácil comprender por qué los griegos llamaron «pirámide» a estas construcciones egipcias, pues este nombre procede del griego pyr, ‘fuego’.

El fuego está en relación con el cosmos, el Sol con nuestro mundo o universo cercano (la Tierra y el sistema solar) y el corazón con el ser humano y su destino.

Como todo en el universo está dotado de espíritu y de materia, veamos algunas características simbólicas de ambos aspectos (aclaramos que presento solo alguno de sus aspectos simbólicos):

FUEGO

(El cosmos. El Primer Sol.)

EN LO ESPIRITUAL: Como fuego espiritual, se refiere al nacimiento del cosmos a partir del Ser Supremo, uno, absoluto y desconocido del cual procede todo.

Se expresa en tres fuerzas que ponen en marcha el universo, lo rigen desde su principio hasta su fin y que están presentes en todos los seres:

·         Kundalini o fuerza espiritual. La Presencia del Dios Uno en todo, causa de la evolución. Es la verdadera naturaleza interna de cada ser, a la que se referían griegos y romanos.

·         Prana o fuerza vital: todo crece y se reproduce. En sánscrito se le llama Jivaprana, «la Vida-Una». Todo está «vivo» y forma parte de la misma Vida-Una o «uni-verso».

·         Fohat o fuerza motriz: todo está en movimiento. La inacción no existe, todo está en marcha, en evolución permanente. Para nosotros, detenerse es caer en la inercia; simbólicamente es «morir» ante las oportunidades de la vida.

De esta forma, el espíritu se concibe como una fuerza viva, dinámica, no es pasivo ni estático.

En el antiguo Egipto, en Heliópolis —al norte—, es el primer Ra, la Primera Luz (representado también como Harmakis —la Esfinge— o Sol en el Horizonte, guardiana de la meseta de Gizé); y en Tebas —al sur— es Amón, el viento invisible que todo lo mueve. En esencia, ambos dioses representan lo mismo.

En India es Brahmán, la mente universal procedente del Eterno, anterior a la Trimurti.

En el cristianismo es el Padre eterno.

Simbólicamente, a este fuego espiritual se le llama también el Primer Sol.

Su característica principal es poner orden en el caos.

EN LO MATERIAL: el fuego físico, el que conocemos.

·         Luz. Simbólicamente es claridad espiritual; coloquialmente, claridad mental.

·         Calor. Expresión del amor por la humanidad y del amor hacia alguien.

·         Vida. El milagro de la creación, del nacimiento, ya sea de una planta o de una galaxia.

Estas tres cualidades las vemos tanto en el Sol como en nuestro corazón o en el fuego físico.

¿Por qué llamamos «hogar» a nuestra residencia? Hogar y hoguera tienen la misma raíz.

SOL

(Nuestro mundo o universo cercano. Nuestro Sol.)

EN LO ESPIRITUAL: los grandes ciclos de la naturaleza que rigen la vida espiritual y la vida material. Es el Dios Creador de las religiones y el Logos platónico. Hace referencia a las tres fuerzas de la vida.

·         El poder de creación. La fuerza de los inicios.

·         El poder de conservación. La fuerza de la continuidad.

·         El poder de destrucción. Como renovación, cambio y cosecha de experiencias, dando apertura a un nuevo ciclo.

Se simboliza por las tríadas divinas de las religiones.

En Egipto: Osiris, Isis y Horus.

En India: la Trimurti formada por Brahma, Vishnú y Shiva.

En el cristianismo: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Es nuestro Sol, en torno al cual giran los planetas, como maestro del sistema solar y de la humanidad.

EN LO MATERIAL: son los ciclos de la vida humana, regidos por:

·         nacimiento

·         desarrollo o vida

·         muerte

También se relaciona con:

·         pasado

·         presente

·         futuro

Está en relación con el tiempo y, filosóficamente, con el empleo que hacemos del mismo.

CORAZÓN

(El ser humano y su destino. El pequeño sol.)

EN LO ESPIRITUAL: es nuestra alma inmortal, el Dios vivo en nosotros; la fuerza viva interior que aspira a la Unidad con el Todo.

Simbólicamente se relaciona con tres fuerzas, características de la potencia espiritual:

·         la fuerza de voluntad

·         la fuerza para amar

·         la fuerza para actuar con inteligencia

Al corazón a veces se le llama el pequeño sol.

Quien domina estas tres fuerzas se convierte en un sabio o iniciado en los misterios del universo, representado a través del ciclo solar, algo fácil de ver con los Enviados o Avataras, fundadores de grandes religiones: Jesús, Buda, Osiris… Nacen como una luz o llama en la oscuridad, bajan a los infiernos o desierto, son sacrificados, renacen y tienen una ascensión gloriosa a los cielos. Todo ello representa el viaje de la conciencia desde la materia a la luz espiritual, como el sol ha de atravesar la noche para elevarse en plenitud al mediodía. Como el sol, el sabio emite su propia luz y lo hace para todos, sin esperar recompensa alguna.

Dice un texto de los misterios recopilado por Helena P. Blavatsky: «Llevadme de la oscuridad a la luz, de la ignorancia a la sabiduría».

EN LO MATERIAL: son las emociones y la mente egoísta; la fuerza atraída por la materia. Filosóficamente representa el trabajo que hemos de hacer para dominarlas.

Simbólicamente, como cualidades humanas tenemos:

·         el pensamiento

·         las emociones

·         nuestras acciones

Y el trabajo para dominarlas es, según Delia Steinberg:

«Querer saber, para tener más conciencia.

Saber querer, para dominar nuestras pasiones.

Y poder actuar con sabiduría».

Se relaciona con el control del carácter y el conocimiento de uno mismo, la función original de la filosofía.

Conclusión

Como dijimos al principio del artículo, fuego (espiritual), sol y corazón son una y la misma cosa: la fuerza que nos lleva a buscar la unión con nosotros, con la naturaleza y con ese misterio que llamamos Dios.

La importancia de percibir su relación simbólica es darnos cuenta de que esta búsqueda comienza por uno mismo, por el corazón, provocando desde allí una expansión de conciencia del yo personal al yo superior: conocimiento de mí mismo (corazón), comprensión y capacidad de colaboración con la vida (sol) e intuición de Dios o lo sagrado, viviendo la unidad que mueve todas las cosas (fuego espiritual). Y esta es la vía filosófica.

Y es que nuestro corazón, como bien sabían en el antiguo Egipto, es «nuestro centro», nuestro «pequeño sol».

El gran sabio del s. XX, N. Sri Ram nos dejó esta enseñanza: «Cuando no sepas qué hacer, elige siempre la vía del corazón».

 

Bibliografía

Tola, Fernando. Los himnos del Rig Veda. Ed. Las Cuarenta.

Livraga, Jorge Á. Simbología teológica I y II. Ed. NA.

Blavatsky, Helena P. Doctrina Secreta, tomos I, II y III. Ed. Kier.

Steinberg, Delia. Recopilación de conferencias I, II y III. Ed. NA.

Sri Ram, Nilakanta. Pensamientos para aspirantes. Ed. Teosófica.

Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Ed. Austral.

Martín, Juan. Salida del Alma hacia la plena luz del día. Edit. NA.

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