Filosofía — 1 de marzo de 2022 at 00:00

Cavilaciones sobre el tiempo

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Cavilaciones sobre el tiempo

Se nos impone un futuro necesario para la humanidad, una era revolucionaria: la Era de la Toma de Conciencia del Momento Presente, el primer salto cuántico de la humanidad tras múltiples saltos cualitativos y sendos tropiezos durante el transcurso de la historia.

El aquí y el ahora se nos revelan «hoy» como la mayor herramienta para recobrar la consciencia de nuestro presente individual y colectivo y recuperar así nuestra verdadera esencia y nuestra armonía, alineadas con amor por nuestros prójimos, por el deseo de proteger a la naturaleza que nos rodea, y recobrar nuestro sitio, en paz con el universo que habita por igual en el firmamento como en nuestro propio interior.

Comenzamos a comprender que esa desagradable sensación de inmediatez en la que el futuro se convierte tan rápidamente en pasado que ya no tenemos ni presente, nos aleja del momento esencialmente real y sagrado, el presente en el que únicamente podemos actuar.

En pro del sosiego de ánima y de ánimo, el aquí y el ahora comienzan a restarle autoridad al pasado, porque ya fue, y por lo tanto no es, y al futuro, porque aún no ha sido, y por lo tanto tampoco es.

No obstante, surge la inquietud de por qué debería desterrarse al tiempo pasado como algo sin poder, y de por qué debería acusarse al tiempo futuro como algo vano y fútil, por impredecible… Desterrar lo que nos construye es una falta de amor y una falta de reconocimiento al hecho de que hoy en día somos como niños subidos en hombros de gigantes. Nuestra perspectiva es elevada gracias a las «anchas espaldas» de los gigantes Maestros del pasado.

Llegamos, pues, a la reflexión de que no es la toma de conciencia del presente la que necesita desprenderse del pasado y del futuro, sino el lobo del ego, que pretende disfrazarse de consciencia…

A saber, solemos considerar nuestro tiempo pasado como tiempo escapado, algo que ya fue, que se nos escurrió de las manos o dejamos marchar. Pero ¿por qué no otorgarle al tiempo pasado la calidad de tiempo invertido, en lugar de tiempo ido?

Por otro lado, solemos considerar al futuro como algo impredecible y susceptible a la decepción, desengaño, frustración, miedo, duda… Pero ¿por qué no otorgarle la calidad de voluntad, intención, oportunidad y creatividad?

En definitiva, para que algo sea creado debe ser imaginado previamente.

Así funcionan los buenos pensamientos, se nutren de un pasado fértil.

Decía San Agustín que si pensamos en el tiempo sabemos lo que es, pero si queremos expresarlo con palabras, nos sentimos incapaces, puesto que el pasado es memoria que tenemos hoy, y el mañana es expectativa, que también tenemos ahora.

Por lo tanto, solo nos queda el instante presente, que ya ha transcurrido y se ha perdido en el momento de escribir esto, y ya tan solo queda la memoria y el texto.

Escribía Peter Huxley en su libro Los oscuros lugares del saber: «Somos el pasado. Incluso nuestros mañanas son una expresión de pasado. Nos gusta pensar que podremos avanzar hacia el futuro y dejar atrás la historia, pero no es posible».

La conclusión final es que el tiempo no es ni pasado, ni presente, ni futuro…, sino una mezcla de los tres, un continuo devenir y fluir eterno.

No es importante saber lo que el tiempo es, sino para lo que sirve: para ser invertido de la mejor manera posible haciendo un buen uso de él.

Y si lo comenzamos a poner en práctica hoy, mañana será el albor de un pasado continuo glorioso, ¡con presente y con futuro!

One Comment

  1. Sebastián Romero

    Excelente artículo sobre el tiempo, el enigma siempre presente, y siempre por desvelar. Muchas gracias por este excelente artículo.

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