Arte — 30 de abril de 2020 at 22:00

Sophia de Mello Breyner, alma de poeta

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Cien años se han cumplido hace unos meses desde que nació una de las poetisas más importantes de la lengua portuguesa, con una sensibilidad estética tan acentuada que supo transmitir en sus versos y en sus cuentos su amor por el mar y la vida; una mujer que fue la primera en ser galardonada con el premio más importante de la literatura portuguesa, el Camões.

«Las cosas que pasan quedan vivas para siempre en una historia escrita» [1] .

«Es una intención, una revelación de belleza. Sofía Andresen escribió su mundo y el mundo que le entró por sus ojos extasiados, todo fundido en aquel ritmo de música y danza, de armonía clara que es para ella una exigencia y un estilo» [2] .

Hace unos meses se ha cumplido el centenario del nacimiento de la ilustre poetisa Sophia de Mello Breyner. Su busto contempla, desde el Mirador de Santa Graça, en Lisboa, el paisaje urbano y el río que contempló desde su casa la autora de La niña del mar. Sus restos mortales descansan en el Panteón Nacional, rarísimo privilegio a muy pocos concedido. Se reeditan sus obras, y la Fundación Gulbenkian, en Lisboa, dedicó un congreso a su figura. Es la primera mujer en conseguir el premio más importante de la literatura portuguesa, el Camões, en 1999, por sus libros de poesía, por sus ensayos sobre la poetisa Cecilia Meireles y el desnudo en el arte griego, pero ante todo, por sus cuentos, los ejemplares para adultos [3] , y los infantiles, que han sido la delicia de tres generaciones:La niña del mar (1958), El hada Oriana (1958), Noche de Navidad (1959) El caballero de Dinamarca (1964), El jovencito de bronce (1966), El bosque (1968), El tesoro (1970) El árbol (1985).

Este último, por ejemplo, es quizás uno de los tratados ecológicos para niños más bellos y evocadores, más filosóficos, sencillos, claros y llenos de vida que se hayan escrito nunca. Qué fácil entender el símbolo del árbol de la vida y aun el de la cultura que nos une y ampara en estas breves líneas.

Siendo de las familias más nobles y ricas de Portugal, rechazó una herencia de boato y derechos adquiridos y se inclinó a amar y a darse a los desprotegidos. Educada como católica, renegó de los conciliábulos de la Iglesia con el poder político y su cristianismo se hizo universal: «amar al prójimo como a ti mismo». Dios deja de ser un tótem o el frío objeto de investigaciones teológicas y su presencia se hace evidente en la respiración del Alma del Mundo, en la luz y en el mar.

Abandona la universidad, Estudios Clásicos, en las primeras horas o semanas de clase y se forja en su juventud una cultura notable y vivida tomando como base lecturas y conversaciones con los mejores poetas (Miguel Torga y Teixeira Pascoais, entre otros) y los mejores humanistas de su tiempo, especialmente el padre Manuel Antunes. Traduce, entre otros textos, escenas de las Metamorfosis de Ovidio, el Purgatorio de Dante, Medea de Eurípides y Hamlet de Shakespeare.

Mujer comprometida

Abandonó la paz pacata y protegida de su condición social y económica y se convirtió en adalid de las protestas contra el régimen, ya decadente, del Estado Nuevo de Salazar, escribiendo un poema que luego fue canción y que electrizó a la sociedad, La cantata de la paz, que comienza con el verso «Vemos, oímos y leemos, no podemos ignorar», aunque rápidamente se desentendería de la política y más aún de la demagocracia que veía inundar la patria amada como un cáncer imparable, una maldición, como hoy vemos, para las generaciones venideras. Pero en los años 60, su casa es un auténtico nido de subversión y revolucionarios culturales; ahí se dan cita muchas de las que luego serían las figuras más importantes de la política, entre ellos Mario Soares, que sería su amigo y quien respetaría a la poetisa casi con reverencia.

Su marido, el abogado Francisco Sousa Tavares era un auténtico quijote de causas justas, sin medir riesgos ni esfuerzos para proteger a los otros de las iniquidades. Como ella misma diría en la dedicatoria de Cuentos ejemplares: «Para Francisco, que me enseñó el coraje y la alegría del combate desigual».

Le dedicaría después un poema que se convirtió también más tarde en una famosa canción:

Porque [4] los otros llevan máscaras, pero tú no.

Porque los otros usan la virtud

para comprar lo que no tiene perdón.

Porque los otros tienen miedo, pero tú no.

Porque los otros son los túmulos cubiertos de cal

donde germina callada la podredumbre.

Porque los otros se callan, pero tú no.

Porque los otros se compran y se venden

y sus gestos dan siempre dividendos.

Porque los otros son hábiles, pero tú no.

Porque los otros van a la sombra de los refugios

y tú vas de la mano con los peligros.

Porque los otros calculan, pero tú no.

Y si de niña había jugado con los espíritus de la naturaleza, con gnomos, hadas y ondinas —esto es lo que deducimos al leer sus cuentos— y en su educación el cristianismo le enseñó a amar a los simples y a los pobres, el contacto con el alma griega despertó la suya como una joya iridiscente. Las obras de Homero, de Safo, de los trágicos y dramaturgos, especialmente Eurípides, con el beso de su cálido amor despertaron su alma de Bella Durmiente y la consagraron felizmente a la Armonía.

La lectura de Mi vida, de Isadora Duncan, con la que debió de sentirse identificada, dejó tal impacto en ella que, en un documental [5] de TV corto realizado en 1969, su hija dice delante de la cámara [6] :

«No tiene sentido hablar de Isadora Duncan, porque nadie puede entender el tipo de relación que desde pronto hubo entre ella y mi madre, y aun que lo entendiesen, nada tienen que ver con ello, porque la verdad de una persona no es un espectáculo».

En este mismo documental dice también su hija:

«Recuerdo ver danzar a mi madre toda mi vida. Cuando éramos pequeños, mi madre danzaba constantemente y se ponía flores en la cabeza, y hacía pasos de danza en el pasillo al mismo tiempo que hablaba sola por el pasillo».

Este documental, que es genial en su belleza y simplicidad, termina con dos de los versos, leídos por la misma Sophia, que más van a caracterizar el alma de esta poetisa:

«Quando eu morrer voltarei para buscar

Todos os instantes que não viví junto do mar ».

«Cuando muera, volveré para buscar

Todos los instantes que no viví junto al mar».

Después de criar a sus cinco hijos, viajó varias veces a Grecia, una de ellas con la escritora Agustina Bessa Luis. Fruto de este encuentro con la luz y el mar griegos y las huellas de esta civilización, es el capítulo Mediterráneo de su libro de poemas Geográfica, que en su poema Acaia, comienza con estos versos enigmáticos:

«Aquí me desnudé mi vestido de exiliada / y sacudí de mis pasos el polvo del desencuentro».

Y varias páginas después, en el poema en prosa Epidauro:

«Heme aquí vestida de sal y de silencio. Grité para destruir al Minotauro y el palacio. Grité para destruir la sombra azul del Minotauro. Porque él es insaciable. Se come un día tras otro los días de nuestra vida. Bebe el sacrificio sangriento de nuestros días. Come el sabor de nuestro pan, nuestra alegría de mar. Puede ser que asuma la forma de un pulpo, como en los vasos de Cnossos. Dirá entonces que él es el abismo del mar y la multiplicidad de lo real. Dirá entonces que es doble. Que puede convertirse en piedra con la piedra y alga con el alga. Que puede duplicarse y que puede desplegarse. Que sus brazos rodean. Que es circular. Pero súbitamente verás que es un hombre que trae en sí mismo la violencia del toro».

Sí, Sophia, si ayer con el alma griega, hoy se funde tu alma con el alma de Portugal, como murmullo de río en sus jardines, como lluvia en sus planicies y páramos, como nereida y mar en su mar de aguas bravas e insondables, como un verso en letras de fuego y éxtasis escrito en el libro de su historia. Y si, como decía Platón, las lágrimas son la sangre del alma, eres ya sangre de nuestra sangre, como el árbol de vida de una isla lejana que en tu cuento escribiste.



[1] En el cuento El bosque.

[2] Escrito por su marido, Francisco Sousa Tavares, refiriéndose a la poesía de Sophia.

[3] En Historias de la tierra y del mar (1984).

[4] Hay una canción muy bella de Francisco Fanhais con esta letra https://www.youtube.com/watch?v=g4_ElgMqDOQ

[5] En el documental Sophia de Mello Breyner Andresen de João César Monteiro 1969 https://www.youtube.com/watch?v=VDi1av1fgzo

Varios documentales más hay que recomiendo de la poetisa, premio Príncipe de Asturias de Poesía Iberoamericana en el año 2003:

Sophia, na primeira pessoa

http://ensina.rtp.pt/artigo/sophia-na-primeira-pessoa/

Sophia de Mello Breyner Andresen, O nome das coisas

https://www.youtube.com/watch?v=s0MhPfK1OjY

https://www.youtube.com/watch?v=e5JU6e44Iw8

Navegações

http://ensina.rtp.pt/artigo/navegacoes-de-sophia-de-mello-breyner-andresen/

[6] El impacto de la lectura del libro Mi vida, de Isadora, es una deducción, pues no pudo haber relación epistolar, dadas las edades; y no me parece que hubiera encuentro personal, pues la famosa danzarina, sacerdotisa también de la luz y del alma griega, murió en 1927, y la poetisa nació en 1919.

 

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