Ciencia — 1 de septiembre de 2013 at 00:00

La otra biología: superando el darwinismo

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El darwinismo parece aceptado de forma general, pero algunas voces se alzan en contra de lo que consideran una teoría no suficientemente probada por los hechos. Máximo Sandín, experto en la materia, se opone a la misma afirmando que la selección natural no existe.
Máximo Sandín, doctor en Ciencias Biológicas y en Bioantropología, ha escrito, entre otros libros, Lamarck y los mensajeros; Madre Tierra, hermano hombre; Darwin, el sapo y la charca; Pensando la evolución, pensando la vida, etc.
Sus ideas de la aparición de la vida en la Tierra están basadas en el análisis de datos empíricos, que es lo propio del trabajo científico. Sandín hace notar que hay datos de espectro de infrarrojos sobre meteoritos con una carga abundante de agua y materia orgánica y que parece bastante asumido que el agua de la Tierra proviene, mayoritariamente, de meteoritos que impactaron en ella; de hecho, el agua marina es una auténtica “sopa” de bacterias y virus. En un momento en que algunos artículos de astrobiología, cosmología y astrofísica hablan con toda naturalidad del origen de la vida en el espacio exterior, Máximo Sandín afirma: “Tengo la impresión de que la vida es un fenómeno inherente al universo y ‘germina’ donde las condiciones son adecuadas para ella”.
El darwinismo es un asunto contra el que ha batallado mucho este biólogo, porque considera que nos lo han embutido en el cerebro a costa de repetir sus dogmas una y otra vez, motivo por el cual considera la “contrarrepetición” una buena defensa. En su página personal nos explica lo que él opina sobre la relación entre las catástrofes ambientales y la evolución:
“La idea general es que la evolución de los seres vivos no se ha llevado a cabo por la adaptación al ambiente mediante la acumulación de pequeños cambios producidos al azar y ‘seleccionados’ mediante la competencia por ser ‘ventajosos’. La evolución implica cambios en la organización del organismo, y eso solo se puede producir por cambios en el proceso embrionario producidos por reorganizaciones en el genoma.
Las remodelaciones genómicas se han producido porque los genomas animales y vegetales están compuestos en su mayor parte por virus endógenos completos o fragmentarios, es decir, virus integrados en los genomas que participan en funciones esenciales de los organismos, y ‘elementos móviles’ y secuencias repetidas, ambos de origen viral.
Sabemos que a lo largo de la existencia de la vida en la Tierra se han producido enormes cataclismos por la caída de asteroides y por inversiones de los polos magnéticos, que han dejado a la Tierra sometida a fuertes bombardeos de radiaciones solares. También se ha comprobado experimentalmente que estas agresiones ambientales movilizan a los virus endógenos y a los elementos móviles, lo que explica los grandes cambios de fauna y flora que se observan en el registro fósil entre los períodos geológicos”.
Para Máximo Sandín, la otra biología sería la basada en datos científicos. Durante años, ha insistido en que la biología oficial, es decir, la basada en el darwinismo, no está elaborada sobre una teoría científica ajustada a los criterios de las ciencias empíricas, sino que es una concepción de la realidad anclada en los prejuicios culturales y sociales de sus creadores y que, desde el punto de vista científico, la interpretación de los fenómenos biológicos se ha convertido en una visión patológica de la Naturaleza, en la que solo ven “azar” y “competencia” (para que exista selección “natural”) hasta en los procesos celulares o bioquímicos, por complejos que sean. Esto ha producido, en opinión del profesor Sandín, una grave distorsión de las interpretaciones de los fenómenos naturales con serias implicaciones, especialmente en los experimentos de manipulación genética y el trato a las bacterias y los virus.

La dictadura de la opinión oficial
Resulta interesante constatar cómo este investigador llega a la conclusión de que la mayor parte de la población (incluidos los científicos) está sometida a la competencia permanente que impone “el mercado laboral”, y no solo no tienen tiempo para reflexionar o informarse por medios “alternativos”, sino que han de aceptar la información oficial por obligación, algo contra lo que se rebela:
“En mi caso, fue la reflexión sobre la insuficiencia explicativa del darwinismo lo que me indujo a salir de la competencia y a pensar con calma sobre la doctrina científica que me habían inculcado, y cuando te quedas al margen de la carrera competitiva, acabas por ver ‘desde fuera’ las características del ‘neodarwinismo’, que, tal como dice Lynn Margulis son las de una secta: el adoctrinamiento, el dogmatismo, la intolerancia a las críticas y la persecución a los disidentes, porque parece absurdo que una ‘teoría’ tan vacía de contenido científico se haya impuesto como un dogma indiscutible. Y no solo el darwinismo original, sino el ‘moderno’, basado en unas fórmulas matemáticas elaboradas por científicos que pretendían demostrar que un “alelo” que tuviese una mutación ‘al azar’ que le diese una ventaja (inventada) se ‘fijaría’ como único en toda la especie, con lo que ‘demostraban’ la actuación de la selección ‘natural’. El resto de la evolución (es decir, las complejas remodelaciones de órganos y estructuras estrechamente interrelacionadas) era cuestión del azar y del tiempo”.
Para Máximo Sandín, estas ideas son tan simples que todo el mundo las puede entender, pero la desconexión entre los argumentos y lo que pretenden explicar es obvia. “Y cuando ves que se han convertido en la explicación indiscutible de la evolución para científicos inteligentes, incluso brillantes, tienes conciencia de que algo o algunos muy poderosos tienen que estar detrás de esta manipulación mental, porque es imposible que se hayan implantado en la mente de las personas de modo natural”. Investigando en la historia “no oficial”, ha descubierto que “efectivamente, existen grupos muy poderosos que han creado centros de estudio para la manipulación y el control mental de masas, que controlan la información y la formación científicas y la investigación, y que se sienten legitimados para dirigir los destinos del mundo. Tengo constancia de que hay informaciones científicas muy relevantes que se ocultan, de que hay investigaciones muy reveladoras que no se pueden publicar en las revistas oficiales… ¿No es razonable convertirse en algo parecido a un “conspiranoico”? Por cierto, término acuñado para desacreditar a los que dudan de la información oficial”.

El derecho a discrepar
Siempre ha habido científicos disidentes. Sandín nos informa de que a principios del siglo XX, el darwinismo estaba científicamente muerto, porque los datos experimentales de la genética contradecían la “variación gradual”, pero científicos poderosos lo volvieron a imponer, por medio de la llamada “síntesis moderna”. “El término “síntesis” se refiere a una amalgama de disciplinas (la paleontología, la sistemática y la genética) cuyos datos son difícilmente compatibles con la genética de poblaciones. Y así lo vienen denunciando, desde el principio, científicos prestigiosos. La lista sería interminable pero entre los científicos modernos podría citar a Richard Lewontin, Stuart A. Newman, Mae Wan Ho, Ludwing von Bertalanffy, Bruce Lipton, Simon Conway Morris, Niles Elredge…, pero sus voces son acalladas por la ciencia oficialista”.
darwin evolucionEn lo que se refiere al debate darwinismo/creacionismo, cree que se trata de un debate ligado a las características de Estados Unidos, donde la religión es una base esencial de las convicciones sociales. “Lo curioso es que no son conscientes de la estrechísima relación del darwinismo con sus convicciones. En realidad, desde mi punto de vista, solo se trata de sustituir a Dios por la selección ‘natural’, que, según los atributos que le conceden los darwinistas, tiene exactamente los mismos poderes: es capaz de crear lo inexistente, destruir lo inadecuado y de dirigir la vida. Hay que ser competitivo e individualista y la sociedad premia a los ‘más aptos’. Las virtudes son intrínsecas a las personas y los pobres lo son por no ser laboriosos y virtuosos”.
Este estudioso de la evolución humana procura no hacer proyectos a largo plazo, según ha manifestado en alguna ocasión, y se limita a atender las peticiones de charlas, artículos o entrevistas que le hacen, fundamentalmente de personas del ámbito de la filosofía, y de un buen número de estudiantes de Biología (dice tener ahora más alumnos que cuando estaba en activo).
“Tengo la idea, desde hace tiempo, de escribir un libro sencillo para estudiantes de bachillerato, porque considero importante ‘desprogramar’ a los chicos a edad temprana. En cuanto al aspecto científico, no diré que he renunciado a convencer a mis colegas, pero casi. Hay muchos científicos inteligentes y bienintencionados, pero hay demasiadas presiones; primero, por la inercia de la ciencia ‘oficial’ y el control de las publicaciones, y segundo, por la financiación de la investigación científica, que en el caso de la biología es fundamentalmente de la industria farmacéutica o ‘biotecnológica’. No es fácil que se produzca el cambio. Habrá que esperar a que se ‘cueza’ por dentro. Por eso, mi proyecto, mi trabajo, está enfocado, fundamentalmente, a la sociedad, porque creo que ha llegado el momento de iniciar un cambio radical de las ‘verdades’ y los ‘valores’ que nos han inculcado”.

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