Arte — 31 de octubre de 2016 at 23:00

Cinco cuestiones filosóficas a través de cinco películas

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La vida tiene algunas preguntas importantes de las que llamamos trascendentes, que debemos resolver si queremos encontrar un sentido a nuestra existencia. La filosofía siempre ha tratado estas cuestiones filosóficas, y el cine, utilizando sus propias herramientas, ha recogido el mismo reto en numerosos ocasiones, trasladando al espectador algunos planteamientos que provocan la reflexión.

¿Cómo puedo hacer lo correcto? Fuerza mayor (Force Majeure)

Si hubieras vivido en Alemania en 1939, ¿habrías ayudado a proteger a los judíos o habrías consentido su exterminación sistemática? Si te hubieran dado una de las famosas «tarjetas black», ¿la habrías usado? Y si tú y tu familia os enfrentarais a una amenaza, ¿les protegerías o te salvarías tú?

A todos nos gusta pensar que en tales situaciones prevalecería nuestra decencia básica, pero no podemos saberlo con seguridad. Este es el tema central de Fuerza mayor , en la que una repentina avalancha amenaza con sepultar a una familia sueca que está disfrutando de su comida en una lujosa estación de esquí. El marido y padre, Tomas, no pasa la prueba: en vez de tratar de proteger a su mujer e hijos, huye, sin olvidar su precioso smartphone .

Después del desastre, numerosos personajes tratan de justificarle. «En situaciones como esta, no siempre eres consciente de lo que haces», dice uno. «Uno trata de sobrevivir», dice otro. Aristóteles no hubiese estado satisfecho ni con estas ni con otras excusas que se ofrecen en defensa de Tomas. Aristóteles habría insistido en que, en aquellos pocos segundos, Tomas reveló su carácter.

Aristóteles sostenía que, antes de actuar, raramente tenemos el tiempo o la oportunidad de sentarnos y pensar sobre qué es lo mejor a hacer. Para volverse bueno hay que practicar ser bueno mediante el cultivo de los hábitos de la bondad. Solo entonces te encontrarás a ti mismo haciendo lo correcto casi automáticamente. Si practicas el pensar cómo quieres ser y haces lo necesario para convertirte en esa persona, cuando seas puesto a prueba serás capaz de hacer lo correcto sin pensarlo.

Podemos pretender que Tomas tuvo un momento de locura en el que su instinto de supervivencia prevaleció, pero su mujer, Ebba, sabe algo más, y los espectadores también. Tomas hizo lo que hizo porque se ama a sí mismo y a su smartphone más de lo que ama a su familia. Podemos verlo en los pequeños detalles de su vida diaria. Por ejemplo, antes del incidente, Ebba le pregunta desde el cuarto de baño si está consultando su móvil y él miente y dice que no. Esto no es un crimen, pero Aristóteles habría dicho que esta mentira era una pequeña contribución más a un patrón de comportamiento que ha hecho de Tomas el narcisista cobarde que es. Cada vez que elige mentir en vez de admitir ante sí mismo y ante los demás que está demasiado obsesionado con su móvil, se torna un poco más egocéntrico.

Force Majeure nos cuenta lo que Aristóteles ya sabía: que los sucesos impredecibles, de los cuales nadie es responsable, ocurren, pero que nosotros sí somos totalmente responsables de cómo respondemos a ellos.

¿Qué es el ser imperecedero? Memento

Memento

La película Memento es una exploración filosófica de la naturaleza del ser y del papel de la memoria en la construcción de la identidad. El protagonista, Lenny Shelby, pasa todo su tiempo tratando de encontrar y matar al hombre que asesinó a su esposa. Ha sufrido una grave herida en la cabeza que le ha dejado sin memoria a largo plazo. No puede recordar nada de lo que ha sucedido desde el asesinato. A cada momento se ve asaltado por las preguntas: ¿qué hago aquí? ¿Cómo llegué? ¿Qué estoy tratando de conseguir?

Parte de la brillantez del film radica en que no solo plantea cuestiones acerca de la memoria y del ser, sino que nos fuerza a ponernos en el lugar de Lenny durante casi toda la película. Esta desarrolla dos narrativas aparentemente separadas que al final se conectan; una se mueve hacia atrás en el tiempo y, la otra, hacia adelante. Al igual que Lenny, los espectadores debemos, de alguna manera, descifrar, sin la ayuda de la memoria, cómo hemos llegado a este desconcertante presente, qué estamos haciendo ahí y por qué es importante.

Solo cuando las dos narrativas finalmente se funden llegamos a ver una «verdad» más completa acerca de Lenny. Resulta que realmente siguió la pista del asesino de su mujer y se vengó de él tiempo atrás, aunque, por supuesto, lo olvidó instantáneamente. Y nos damos cuenta de que ha sido Lenny quien se ha tendido a sí mismo una trampa para, sin ser del todo consciente, perseguir y matar a otro hombre. La automanipulación de Lenny denota un grado de autonomía que desmiente su quebrantamiento. Aunque claramente está tocado y falto de una total autonomía, es mucho más que una criatura rota y destrozada. Los fragmentos de su personalidad buscan constantemente una forma de autorreparación. Quizá debamos decir que el ser imperecedero no es, después de todo, algo fijo y determinado que se consigue de una vez por todas. Quizá el ser está siempre en el proceso de construirse, deconstruirse y volverse a construir. Si es así, entonces Lenny difiere muy poco del resto de nosotros.

¿Qué hace que una vida valga la pena vivirla? It’s a wonderful life (¡Qué bello es vivir!)

que bello es vivir cuestiones filosoficasMuchas películas exploran la pregunta: ¿qué hace buena una vida humana? El clásico de Frank Capra ¡Qué bello es vivir! acepta el desafío, con resultados tanto predecibles como impredecibles. Empecemos con los predecibles: la vieja cuestión de si una vida moralmente buena es también buena en el sentido de que te hace feliz, se responde afirmativamente. El personaje de James Stewart, George Bailey, alcanza la vida maravillosa del título mediante el sacrificio de sus propios planes y ambiciones por el bien de su familia y de los miembros más pobres de su comunidad. Según la película, lo bueno de una vida moralmente buena es la manera en que te une con los demás.

Pero en un nivel un poco más profundo, la película plantea la cuestión de si la famosa afirmación de Sócrates, de que una vida sin examen no merece la pena ser vivida, es cierta, ya que lo que salva a Bailey del suicidio es la oportunidad de examinar su vida, mediante el recurso filosófico del siguiente experimento: «Te ha sido dado un gran regalo, George: la oportunidad de ver cómo sería el mundo sin ti». La película insinúa que si no se le hubiera dado esa oportunidad, él bien podría haberse quitado la vida. Pero si lo hubiera hecho, nosotros, los espectadores, ¿consideraríamos todavía que tuvo una vida maravillosa? Y si creyésemos que no la tuvo, ¿entonces la película enseña que una vida humana no puede ser buena a menos que la persona que la vive piense sobre ello y sepa que es buena?

¿Tiene que haber una justificación para todo? Ida

Ida

«¿Y después?», pregunta Ida. Su amante le ha pedido que se vaya con él. «Después –dice él– compraremos un perro, nos casaremos, tendremos hijos, una casa». Pero la pregunta de Ida es, otra vez: «¿Y después?». Ante esto, todo lo que él puede decir es: «Lo normal: la vida».

Ida es una monja novicia. Antes de tomar los votos, ha sido enviada al mundo para que conozca a su tía, su único familiar vivo. Durante la película, Ida descubre que es judía y que sus padres fueron asesinados durante la guerra. Su tía es una fiscal bastante mundana que insta a Ida a abandonar el convento y a vivir la vida a tope, pero cuyo pasado le pesa. Cuando su tía se suicida, Ida prueba el tabaco, el alcohol, los tacones y, finalmente, el sexo con un joven saxofonista con el que ha entablado amistad. Pero cuando acaba la película, la vemos de nuevo con su hábito, de vuelta al convento.

El saxofonista le ofrece amor, una vida hogareña, bienestar. Con su repetido «¿y después qué?», Ida lleva al límite la pregunta: «¿qué haría que esa vida valiera la pena?».

Su amante se bloquea. Además, no está claro qué respuesta se puede dar cuando la cuestión llega hasta ese punto. Vemos que Ida rechaza ese compromiso y escoge otra clase de compromiso, pero no explica su elección. La respuesta de su amante, «la vida», son las últimas palabras de la película. Después, solo la música de Bach mientras Ida camina de vuelta al convento. La película nos deja preguntándonos si una elección como esa puede explicarse o justificarse completamente. ¿Puede haber una respuesta definitiva a la pregunta de Ida: «¿Y después?». Y si la hay, ¿qué forma tomaría esa respuesta?

No hay un gen para el espíritu humano: Gattaca

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Cuando se estrenó Gattaca, en 1997, Dolly, la oveja más famosa de la historia y primer mamífero en ser clonado a partir de la célula de un adulto, tenía un año. El proyecto del genoma humano, aclamado como el equivalente biológico de poner un astronauta en la luna, progresaba aceleradamente hacia su objetivo de trazar el mapa y la secuencia del genoma humano. Estos acontecimientos abrieron amplios debates éticos sobre el determinismo genético.

¿Serían los clones de un famoso científico, o de un exitoso atleta, capaces de estar a la altura de las expectativas y alcanzar tantos logros como las personas cuyo material genético habrían heredado, o dichas expectativas serían una carga psicológica aplastante para ellos?

En medio de este encendido debate llegó una película que tomaba su nombre de las iniciales de los cuatro componentes fundamentales del ADN. Gattaca retrata un futuro en el que los padres pueden seleccionar sus genes para engendrar un hijo que tendrá los mejores genes de entre todos sus posibles hijos. Estos vástagos, conocidos como «válidos», obtienen las mejores posiciones sociales. El argumento de la película se centra en el intento de Vincent, un ambicioso «no-válido» concebido a la antigua usanza, de escapar a su destino genético de limpiador, y convertirse en astronauta.

Vincent triunfa mediante su tremenda fuerza de voluntad. En una escena, reta a su genéticamente superior hermano, Anton, a ver quién nada más lejos. Vincent gana porque no se reserva para la vuelta. El público sale asintiendo el lema de la película: «No hay un gen para el espíritu humano».

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