Historia — 1 de abril de 2013 at 00:00

Sir Richard Francis Burton, viaje hacia el desconocido mundo árabe

por

Desde muy joven va a destacar su carácter aventurero, así como un temperamento indomable que le va a otorgar la fuerza necesaria para llevar a cabo empresas que requerían un valor a toda prueba. Con una mente brillante, escritor y traductor, cuentan que dominaba casi treinta lenguas. Tradujo al inglés obras tan importantes como Las mil y una noches, entre otras, estableciendo puentes entre culturas tan diferentes como la occidental y las orientales. Fue un excelente explorador; en el ámbito político fue cónsul en Damasco y Trieste. Fue un espadachín destacable, lo que lo hacía temible, además de ser metódico en la preparación de sus proyectos. Fue poeta, soldado, antropólogo; en resumen, nunca dejó de ser un claro representante del romanticismo de su época, con sus luces y sombras.
Su falta de respeto hacia la autoridad y a las convenciones le crearon muchos enemigos; podemos decir que Burton no se sentía muy cómodo en la sociedad victoriana de su tiempo.
Se hizo famoso por sus exploraciones en África y Asia, logrando distintas hazañas muy valiosas para el conocimiento de otras culturas, pero sus viajes y exploraciones llegaron también a las dos Américas.
Desde muy pequeño llevó un vida nómada (Inglaterra, Francia, Italia), algo que reflejaría el patrón de su vida hasta el fin de sus días. Quizá por ello se sentía extranjero en todos lados, aunque esto le permitió también tener el debido respeto y amor por la cultura del pueblo en el que se encontraba, tanto que se entregaba a estudiar y aprender su lengua y a conocer a fondo su cultura.
A los veintiún años sirve en el ejército británico en la India, donde pasa siete años intensos aprendiendo de su cultura, algo fuera de lo normal para la autosobrestimada sociedad victoriana. Ya en esa época, sus críticas contra los británicos que ocupaban la India le fueron restando simpatía por parte de sus compatriotas, pero Burton no toleraba la irresponsabilidad con que el imperio británico hacía política en ese lugar del mundo, ni la frivolidad con que se trataba a sus habitantes. Aprendió varios idiomas indos: indi, guyaratí, maratí, y se volcó tanto en su estudio que fue criticado por sus compañeros, que le llamaban despectivamente «el negro blanco».
En ese período fue asignado al equipo que iba a cartografiar Sindh (región del actual Pakistán), donde aprendió a manejar los elementos de medición que le serían tan útiles en sus futuras expediciones. Ya por entonces y gracias a sus dotes lingüísticas y al conocimiento de varias culturas, comenzó a viajar disfrazado para así conocer a otros pueblos más de cerca, desde dentro. Con el alias de Mirza Abdullah, pasó desapercibido entre locales y compatriotas.
Después de haber convenido con Sir Roderick I. Murchison, Colonel P. Yorke y el Dr. Shaw la posibilidad de llevar a cabo un estudio cartográfico de una parte aún no conocida para Europa como lo era Arabia, Burton se traslada a Maskat para pasar un año de preparación en la lengua y cultura arábigas, antes de la expedición. Por aquel entonces los viajeros por la zona eran sometidos a múltiples ataques y asaltos por parte de las tribus aledañas, y el riesgo aumentaba si se daban cuenta de que eran no musulmanes los que pisaban su territorio.
En su viaje en dirección a la Península Arábiga, permaneció en Alejandría, donde practicó medicina básica y fue iniciado en el culto sufí Kadiriyah. Así fue conociendo en profundidad el culto musulmán y el ceremonial de sus costumbres. Se hizo pasar mayormente por un afgano Darwaysh, cuyas diferentes costumbres, irónico carácter y excentricidades, todo característico de este grupo humano, le servirían para pasar desapercibido como extranjero, como ocurrió en realidad en más de una ocasión, salvando muchas veces el pellejo gracias a que, como actor, pudo encarnar a estos personajes.
En su recorrido, como buen viajero y escritor, fue describiendo las costumbres, así como también iba trasluciendo su admiración por la nobleza de los modales de los habitantes de esos pueblos.
El 25 de julio de 1853, después de una larga travesía a través de los desiertos y oasis de Arabia, llegan finalmente a Al-Medihna. Visitó la tumba del Profeta. El 11 de septiembre entró finalmente en La Meca y realizó junto con los demás fieles las ceremonias sagradas, pues las conocía muy bien, tocando la sagrada Piedra Negra, comprobando su naturaleza aerolítica y realizando la Tawaf o circunvalación, las siete vueltas que manda la tradición.
Burton realizó muchas otras expediciones legendarias, como por ejemplo aquella en la que quedó registrado para la historia como el primer occidental en entrar, y salir vivo, de la ciudad sagrada de Harar en Somalia. También participó en la expedición en la que, junto con Spencer, dieron con las hasta entonces míticas fuentes del Nilo, aunque sin comprobarlo. Posteriormente, Livingstone daría fe de su descubrimiento, aunque comprobando que el Nilo no solo partía del lago Victoria, sino que se alimentaba de otros afluentes, como lo afirmaba Burton.
Burton, un aventurero completo, nos dejó muchos legados, no solo sus relatos, sino traducciones de libros importantes para Oriente, y la descripción de tradiciones y costumbres que acercaron más a dos culturas distintas, aunque los hombres en sus prejuicios sigan empeñándose en alejarse.

Referencias bibliográficas
Pilgrimate to Al-Madina and Meccah. Richard Burton, publicado en 1853. Edit Laertes, 1999.
El capitán Richard Burton, Edward Rice. Edit. Siruela, 2009

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_ESSpanish