Arte — 1 de marzo de 2014 at 11:14

Giovanna de perfil

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giovanna-de-perfilEs solo, y nada menos, que un retrato. Lo pinta Ghirlandaio, en el Quattrocento florentino, dejándonos conocer a Giovanna Tornabuoni. Una figura austera, sencilla, siguiendo la moda de los perfiles tan en boga. Hermosa la dama, elegantísima con su largo cuello (que juzgamos exagerado, una especie de photoshop de la época), el elaborado peinado, el gesto serio. El amarillo veneciano en su vestidura.

¿Puede algo tan sencillo, tan transparente, ocultar algún mensaje? Sí, si sabemos mirar. Poco, pero algo: ningún pintor se ha resistido a ello.

Empecemos por sus manos: Giovanna no las mira, porque no tiene interés en lo que aprieta entre ellas: una tela. Una tela, un tejido, que acepta pero que no le interesa; es la labor del hogar, el hogar del hombre con el que se ha casado, la han casado, sin amor: su apellido aristocrático, degli Albizzi, contra la inmensa riqueza de Lorenzo Tornabuoni.

A esa riqueza se refiere el segundo mensaje: Giovanna se adorna, pendiente de su cuello por un sencillo cordón, con un rico broche de perlas y oro. Sí: uno. Porque el otro, su compañero, está olvidado, yo diría que despreciado, en un sitio tan absurdo para una joya como el rincón de una alacena… ¿Es ese un lugar lógico para algo que se nos antoja tan caro?

Una alacena vacía. No hay mucho que le interese a Giovanna conservar, exponer a la vista, guardar en su cuarto. No quiere recuerdos, porque los tiene tristes, tras la muerte de su primer hijo. Detrás de ella, un libro, quizá un misal para sus rezos en horas solitarias. Y encima, tras ella, porque no le interesa verlo, otro absurdo: un collar de coral… colgado de un clavo. Otra joya cara en la época, en el lugar inadecuado. O no. Porque el coral es símbolo de la fertilidad, el elemento que la atrae. Y Giovanna, de momento, no piensa en más hijos.

Pobre Giovanna… Quizá presiente que otro hijo va a ser fatal para ella.

Mensajes en un cuadro… Historias ocultas en sus pinceladas…

Porque dos años después de su matrimonio, Giovanna murió en su segundo parto. El retrato es un recuerdo de ella encargado por su marido, es póstumo, e ignoramos de qué apuntes previos se valió Ghirlandaio para pintarlo. A su boda había asistido el propio Lorenzo el Magnífico, y se celebró en Santa María Novella. El mismo sitio donde la enterraron.

Pobre Giovanna, tan seria, tan triste, tan sin recuerdos amables que guardar. Nos gustaría llenar esa alacena de cosas bonitas, de libros, de figurillas banales cada una con su pequeña historia. Porque la suya fue corta, y, a la luz del mensaje de su retrato, con pocas alegrías.

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