Historia — 1 de mayo de 2025 at 00:00

Mitra y la tauroctonía

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Mitra y la tauroctonía

El presente trabajo analiza el hallazgo y el significado arqueológico y simbólico del Mitra tauróctono descubierto en la Villa del Mitra, en Cabra (Córdoba), en el contexto del culto mitraico en Hispania. La escultura, fechada en el siglo II d. C., representa al dios Mitra sacrificando un toro, escena central de esta religión mistérica de origen indo-iranio. Tras décadas de investigaciones, en 2023 se descubrió finalmente el mitreo asociado a dicha villa, lo que confirma la práctica del culto a Mitra en el lugar, siendo el único mitreo documentado en Andalucía y uno de los tres hallados en España.

El estudio aborda la evolución arquitectónica de la villa romana, su posterior conversión en espacio sagrado y el simbolismo astronómico y cosmológico contenido en la escena de la tauroctonía, interpretada como representación del paso de la era de Tauro a Aries. Asimismo, se examinan las conexiones del mitraísmo con otras tradiciones religiosas, especialmente con el cristianismo primitivo, y se detallan los siete grados de iniciación que estructuraban esta religión esotérica. La escultura y su contexto constituyen un testimonio excepcional del sincretismo religioso en el Imperio romano y de la pervivencia de antiguos cultos mistéricos en la península ibérica.

El hallazgo del Mitra tauróctono en Cabra

En 1951, en una finca cercana al manantial de la Fuente de las Piedras, ubicada a unos 2 km de la ciudad de Cabra (la Igabrum romana), se encontró la escultura de un Mitra tauróctono en la huerta de Francisco Castro Córdoba. En 1952 la escultura fue donada al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba por Rafael Moreno de la Hoz, tras recibirla como agradecimiento. Allí se restauró y permanece expuesta desde entonces.

Entre 1972 y 1981 se excava la que ya se conocía como Villa del Mitra, confirmando que el lugar era una lujosa villa romana. Se descubren mosaicos y estructuras arquitectónicas, pero no se identifica aún el mitreo.

En 2016 la Villa de Mitra es declarada bien de interés cultural como zona arqueológica, destacando su valor histórico.

En noviembre de 2022, con motivo del cincuenta aniversario de la primera excavación en la Villa del Mitra, el Museo Arqueológico de Córdoba prestó la escultura para una exposición conmemorativa en Cabra. La muestra, titulada «Mitra y el crepúsculo de los dioses en Hispania», estuvo abierta al público desde el 17 de noviembre de 2022 hasta el 25 de enero de 2023. Justo en estas fechas (febrero de 2023) se descubre el mitreo en la Villa del Mitra; es el único mitreo conocido en Andalucía, y uno de los tres que se conocen en España (Mérida, Lugo y Cabra). El hallazgo de este mitreo confirma que la escultura de Mitra tauróctono habría sido utilizada en este espacio como parte de los ritos religiosos.

La villa debió de ser construida hacia el siglo I d. C., en una zona de tierras fértiles en las proximidades de un manantial, y se supone que tuvo dos fases de ocupación. Era de una sola planta, y las habitaciones se disponían en torno a un patio peristilo (columnado) con un corredor techado que lo rodeaba y un estanque que ocuparía casi todo el espacio al descubierto. En la villa apenas se ha encontrado mobiliario, tan solo el grupo escultórico de Mitra sacrificando al toro, una imagen de Dionisio y otra de Eros dormido, todas ellas pertenecientes al siglo II d. C. En el siglo III d. C. sufrió una remodelación, y a esta etapa corresponden los mosaicos encontrados en las habitaciones; en el estanque del patio se construyeron unas exedras semicirculares en los lados menores, una hacia el norte y otra hacia el sur del mismo; las columnas y la techumbre del corredor fueron derruidas, y las bases de las columnas quedaron embutidas dentro de otro muro que conformó el segundo estanque alrededor del anterior.

Posteriormente, y dado lo escaso del mobiliario encontrado, se puede suponer que la casa fue abandonada, y así debió de permanecer algún tiempo antes de sufrir un incendio que la llevó totalmente a la ruina, ya que en una de las habitaciones se encontró un estrato de tierra poco compacta, probablemente motivado por la acción de la lluvia en el interior de la habitación.

Sin embargo, las esculturas encontradas datan del siglo II d. C., lo que nos plantea un cierto desfase en la cronología de las construcciones arquitectónicas y la realización de las esculturas. Bien pudiera ocurrir que la casa se hubiera construido en el siglo I d. C. como habitáculo y que, luego, hacia mitad del s. II d. C. (que es cuando suponemos que aparece el culto de Mitra en Hispania, y también el momento al que pertenecen las esculturas encontradas en la villa), esta pudo dedicarse al culto de Mitra y convertirse en mitreo. Posteriormente, hacia la mitad del siglo III d. C., se remodela la casa, se cambian algunos muros, se ponen los mosaicos encontrados y quizás se abandona el culto del dios guerrero de la luz. Hacia finales del s. IV d. C., la casa es abandonada y posteriormente derruida por un incendio.

El Mitra encontrado en la villa data del siglo II d. C., fue tallado en mármol blanco y tiene unas dimensiones de 93 cm de alto por 96cm de largo y por 35 cm de ancho. Se conoce como Mitra tauróctono, de ταϋρος (tauros = ‘toro’) y κτεινω (kteíno = ‘matar’), que significa literalmente «el que mata al toro». El término tauróctono se refiere específicamente a Mitra en el acto de sacrificar al toro, una imagen central y sagrada en el mitraísmo, que simboliza el ciclo de muerte y resurrección. Mitra aparece con atuendo oriental, incluyendo el gorro frigio, sujetando al toro por el morro mientras le clava una daga en el cuello. A su alrededor, se encuentran un perro bebiendo la sangre del toro, una serpiente y un escorpión, todos ellos símbolos asociados al culto mitraico. Esta escultura es excepcional, por ser la única representación completa y en bulto redondo de Mitra encontrada en la península ibérica, lo que la convierte en una pieza singular dentro del patrimonio arqueológico español.

Orígenes y evolución del dios Mitra

Mitra es una divinidad de origen indo-iranio, al que podemos descubrir tanto en el panteón hindú como en la religión persa. En los Vedas, Mitra siempre aparece asociado a otra deidad: Varuna. Ambos conforman una dualidad con una esencia común, son como las dos caras de una moneda, los dos aspectos de una misma realidad. Mitra es lo visible; Varuna, lo invisible. Mitra es el día; Varuna, la noche. Mitra es la luz; Varuna, la oscuridad. Son guardianes del orden y regentes de las almas. Son la expresión de la Ley, y representan la perfección y la armonía; por eso son reyes y jueces. También se dice de ellos que presiden los juramentos y los contratos, así como el juicio de las almas que rigen. Son intermediarios entre la humanidad y la Divinidad.

En Persia, Mitra no va asociado a otra divinidad, aparece solo. Es el dios de la luz, de la energía celeste que se difunde a través del espacio, es el benefactor de la humanidad, salvador de los hombres, a los que da la posibilidad de redimirse a través del esfuerzo y la superación, por medio de la lucha interior y exterior, venciendo las dificultades y vicisitudes que los rodean, rompiendo las cadenas que los atan al tiempo y la materia, conquistando la muerte y alcanzando la salvación y la liberación. Mitra es el Guerrero Celeste, que cuida de que se mantengan el orden y la justicia tratando de buscar el equilibrio entre Ormuz, que representa el bien, y Ahrimán, el mal, restableciendo la armonía universal.

El culto de Mitra se extiende por Asia Menor y  llega a Roma, donde arraiga profundamente entre los legionarios y militares, dado que el espíritu de esta religión es combativo, de lucha y búsqueda de la victoria de la luz sobre las tinieblas, y los ideales de pureza y honor, valor y nobleza que propugna este dios guerrero prenden fácilmente en el corazón de las milicias romanas; incluso algunos emperadores llegaron a iniciarse en sus misterios y casi llegó a convertirse en la religión del Estado. Pero el emperador Constantino, a principios del s. IV inclinó la balanza del lado del cristianismo, cerró los templos y abolió los ritos mistéricos, y las masas enloquecidas masacraron a muchos de sus sacerdotes y acólitos. Posteriormente, Juliano trató de reabrir los antiguos templos y reinstaurar las viejas creencias y los misterios, pero no pudo, los antiguos cultos llevaban una herida de muerte de la que no podrían despertar por el momento. Finalmente, Teodosio, con el edicto de Tesalónica, en el año 381, convierte el cristianismo definitivamente en la religión oficial y única del Imperio.

Hacia la mitad del siglo II d. C., con motivo de la rebelión promovida por el legado Cornelio Prisciano en el año 145 d. C., llegó un gran contingente de tropas a Hispania para sofocar la rebelión y, probablemente, con ellos llegó el culto de Mitra; hay inscripciones del año 155 d. C., procedentes del mitreo de Mérida, que demuestran la existencia del culto, ya en esas fechas, en España.

Cosmología y simbolismo astronómico de la tauroctonía

El mitraísmo no era solo una religión mistérica, sino también una cosmología codificada, donde cada elemento de la escena del Tauróctono representa constelaciones y fuerzas astrales. Podríamos decir que es un mapa estelar donde las constelaciones próximas a Tauro aparecen representadas. Mitra sacrificando al toro no es un simple acto ritual: es una representación del movimiento del Sol a través de las constelaciones, especialmente del paso de la era astrológica de Tauro a Aries.

El Toro (Tauro): literalmente representa la constelación de Tauro. Su sacrificio, en clave astronómica, simboliza el fin de la era de Tauro, que, según algunos cálculos astrológicos, terminó el año 2000 a. C., cuando comienza la era de Aries. Mitra clava la daga en el cuello del toro. Es la acción central del mito y del mapa astral. De la herida brotan semillas y flores, y de su cola nacen espigas de trigo.

Mitra: está asociado con el Sol invicto (Sol Invictus). Su acto de sacrificar al toro es el triunfo del Sol sobre la materia primitiva, liberando la energía cósmica (la sangre del toro) para fertilizar el universo (en este caso, el sistema solar).

Investigadores como Michael Speidel, en su obra «Mithras-Orion: greek hero and roman army god», han propuesto también que Mitra podría representar la constelación de Orión, el cazador que enfrenta al Toro, debido a su posición en el ecuador celeste. Orión es una figura prominente, un cazador con su cinturón (las tres estrellas alineadas, Alnitak, Alnilam, y Mintaka), su espada y el brazo levantado. Está mirando hacia la constelación de Tauro, y parece estar en movimiento, como si estuviera atacando. En la tauroctonía, Mitra está justo en esa posición, arrodillado sobre el toro (Tauro), con la daga en movimiento y la cabeza girada. Exactamente como Orión en los mapas estelares antiguos.

El escorpión (Escorpio): debajo del toro, seccionando con sus pinzas los testículos del toro, su fuente de vitalidad y fecundidad (puesto que simboliza el final de una era), correspondería al signo de Escorpio, el opuesto a Tauro, junto con el que forma el eje Tauro-Escorpio de la cruz de signos fijos, y que en la era de Tauro marcaba el eje de los equinoccios junto con el otro eje Leo-Acuario, que determinaba el eje de los solsticios. En algunas representaciones de la tauroctonía, aparece un león bajo el toro y una copa, lo que podría simbolizar el eje solsticial de la cruz de signos fijos (Leo-Acuario).

En la escena suelen aparecer dos personajes jóvenes de aspecto similar, vestidos como Mitra (con gorro frigio y túnica corta), que suelen acompañar la escena del Tauróctono portando antorchas, una hacia arriba y otra hacia abajo; son Cautes y Cautópates, los dióscuros mitraicos o acompañantes gemelos de Mitra, que podríamos relacionar con la constelación de Géminis, presente en el hemisferio boreal en las proximidades de Tauro. Aparecen casi siempre en los laterales de la escena, flanqueando a Mitra: Cautes sostiene la antorcha hacia arriba (como señalando el amanecer o el equinoccio de primavera). En Cautópates, la antorcha va hacia abajo (como indicando el atardecer o el equinoccio de otoño). Representan dos fuerzas opuestas pero complementarias, al estilo del yin y el yang: luz-oscuridad, vida-muerte, este-oeste, ascenso-descenso… Pueden reflejar el ciclo solar: nacimiento del sol (Cautes) y su ocaso (Cautópates). Astronómicamente pueden asociarse a los dos equinoccios: Cautes, el equinoccio de primavera, el renacer de la luz; y Cautópates, el equinoccio de otoño, el inicio del descenso hacia la oscuridad. En este sentido, delimitarían el año solar, flanqueando a Mitra, que es el Sol invicto.

En contextos mistéricos, podrían simbolizar también el viaje del alma y el paso por las puertas del cielo. En este punto podríamos pensar en un simbolismo más esotérico, relacionado con esos umbrales celestes, por donde —según refieren muchos filósofos antiguos— pasan las almas en su camino evolutivo. Platón (en el Timeo y el Fedro), y Porfirio, en «El antro de las ninfas en la Odisea» dicen:

La cueva tiene dos puertas: una hacia el norte, que es la puerta de los hombres (porta hominum), por la que descienden las almas hacia la generación; y otra hacia el sur, la puerta de los dioses (porta deorum), por la que ascienden las almas hacia la divinidad y la liberación. (…) Estas puertas son los pasajes que las almas recorren para entrar en el mundo corporal o salir de él. Una está orientada al norte —la entrada para los hombres—, la otra al sur —la salida hacia lo divino—.

Posteriormente, Macrobio en el «Comentario al sueño de Escipión», en el Libro I, cap. 12, habla de la puerta de los hombres, y la puerta de los dioses:

Los antiguos afirmaban que el signo de Cáncer es la puerta por donde las almas descienden desde el cielo a los cuerpos, y Capricornio, la puerta por donde ascienden de nuevo al cielo las almas liberadas. Por ello, Cáncer es llamado porta hominum (puerta de los hombres), y Capricornio, porta deorum (puerta de los dioses) (…) Estas dos puertas se encuentran en los extremos de la Vía Láctea, que se considera como el camino por el que las almas descienden y ascienden. En Cáncer, el alma cae al mundo corporal; en Capricornio, retorna a la región celeste.

Estas puertas, que se relacionaban con los puntos de los solsticios de verano e invierno, hipotéticamente podrían ser Cautes (solsticio de verano) —dado que su antorcha señala hacia arriba y el solsticio de verano señala el punto en donde vemos el Sol más elevado en el cielo, más hacia el norte— y Cautópates (solsticio de invierno), señalando con su antorcha el punto en donde vemos el Sol más bajo sobre el horizonte, más hacia el sur. Estos puntos (los solsticios), en la era de Aries se ubicaban en Cáncer y Capricornio, pero en la era de Tauro estaban en Leo y en Acuario, con lo que tendríamos reflejada la era de Tauro, en la tauroctonía, en los cuatro puntos del eje de la cruz de signos fijos (Tauro, Escorpio, Leo, Acuario; el toro, el escorpión, Cautes y Cautópates), mientras que la siguiente era, la de Aries, por efecto del movimiento de la precesión de los equinoccios, está reflejada en la cruz de signos cardinales (Aries, Libra, Cáncer, Capricornio).

El perro: bebe la sangre que se derrama de la herida en el cuello del toro. Se asocia frecuentemente con la constelación del Can Mayor (Canis Major), cuyo astro principal es Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno. En el mitraísmo, el perro suele aparecer bebiendo la sangre del toro (o lamiéndola), lo cual puede simbolizar la transmisión de la energía vital que emana del sacrificio del toro. Esto puede representar también el inicio de un nuevo ciclo, ya que Sirio, en una clave, estaría vinculado a los calendarios agrícolas y a la inundación del Nilo, como un evento de regeneración.

La serpiente: está vinculada con la constelación de Hidra, la serpiente de agua. La serpiente representa las fuerzas ctónicas (del inframundo) o las energías que fluyen desde la tierra o el caos. Se relaciona con el ciclo de la vida, la muerte y la regeneración, ya que las serpientes mudan la piel, símbolo de renacimiento.

En una de las esquinas superiores aparece el Sol, a veces en su carro, acompañado de un cuervo, el mensajero del Sol, relacionado con la constelación del Cuervo y con Mercurio. El cuervo es un elemento importante en los misterios mitraicos, es el enviado de los dioses, su mensajero, y es el primer escalón (Corax) en la escala de siete niveles para el que se inicia en los misterios mitraicos. En la otra esquina, la Luna. A veces en las cuatro esquinas aparecen los vientos (Bóreas, el viento del norte, Notos, el viento del sur, Euros, el viento del este y Zéfiro, el viento del oeste).

Cúpula celeste: En muchas tauroctonías mitraicas hay un círculo con los doce signos del Zodíaco, reforzando la idea de que el acto de Mitra es cósmico y cíclico.

Mitra es la luz cósmica, aquella que nuestro Sol recoge y vierte hacia el sistema solar; así, a veces el Sol aparece arrodillado y es coronado por Mitra. En algunas ocasiones, Mitra aparece con cabeza de león, (leontocéfalo); entonces se le relaciona con Zurván-Cronos, y su cuerpo aparece enrollado por una serpiente que le da varias vueltas al cuerpo, la serpiente de la eternidad, símbolo este que vuelve a traernos a la mente el sentido de las infinitas vueltas que da el tiempo en su eterno devenir.

Paralelismos entre el mitraísmo y el cristianismo

El mito nos cuenta que Mitra nace de una roca; por eso se le llama «deus ex petra». Nace ya adulto, y la fecha del nacimiento es el 25 de diciembre, en el solsticio de invierno. Nace desnudo, tan solo lleva el característico gorro frigio con el que aparece en todas las representaciones. El nacimiento de Mitra es observado únicamente por unos pastores, que se acercan a adorarlo. Arrecia un terrible viento, y Mitra se dirige a un árbol del que corta los frutos, con los que se alimenta para recobrar fuerzas, y las hojas con las que se cubre.

Continúa el mito hablándonos de la lucha que entabla Mitra con el toro, al que vence y conduce hacia la gruta. Posteriormente, el toro consigue escapar, pero Mitra lo alcanza y, sujetándolo firmemente, lo lleva de nuevo al antro, donde el dios, que monta sobre el toro, le clava un puñal en el cuello, de donde brota la sangre que cae hacia el suelo. Una vez concluida su misión en la Tierra, Mitra celebra un banquete con Helios, el Sol, después del cual ambos dioses ascienden al cielo en el carro de Helios.

Mitra no muere, asciende victorioso hacia las vastas praderas celestes, y al final de los tiempos, cuando las fuerzas del mal (Ahrimán) sean definitivamente vencidas, resucitará a los muertos, y las almas buenas ascenderán al cielo, después de lo cual el mundo será destruido. Ese último banquete de Mitra con el Sol es celebrado y conmemorado por los mystas (los iniciados en el culto), que tomaban pan y vino en representación de la sangre y la carne del toro inmolado por Mitra, que en cierto sentido es también Mitra. En esta ceremonia solo podían participar los iniciados de grados superiores.

Podemos observar numerosas coincidencias con el cristianismo, ya desde el nacimiento, celebrado en el solsticio de invierno, el día 25 de diciembre, uno en una cueva, otro en un pesebre. Ambos nacimientos son prodigiosos: Mitra nace de una roca, Jesús de una virgen. Hay un banquete ritual en el que se comparte pan y vino como símbolo de unión con la divinidad. Mitra sacrifica al toro cósmico para dar vida al mundo, Jesús se sacrifica a sí mismo (el cordero místico) para redimir a la humanidad. Ambos finalmente ascienden al cielo.

El culto de Mitra era mistérico, es decir, que aquellos que eran iniciados en él tenían el compromiso y la obligación, bajo juramento, de guardar el secreto de lo que en los misterios se realizaba, y las noticias que nos han llegado son escasas, y generalmente a través de los padres de la Iglesia, lo que no las hace totalmente imparciales, puesto que la religión mitraica competía con el cristianismo en llegar a ser la religión mayoritaria del Imperio. Las muchas coincidencias entre la religión de Mitra y el cristianismo, las interpretaron como burdas imitaciones del diablo, cuando en realidad muchos de los elementos que vemos repetirse en una y otra religión, más bien fueron asimilados por el cristianismo, en un intento de absorber un mayor número de seguidores.

El mitreo: espacio sagrado y estructura ritual

Mitra y la tauroctonía
Santuario del mitreo en el subsuelo de la Basílica de San Clemente Laterano en Roma. Fuente: https://soyunagordopilo.blogspot.com/

Los templos donde se realizaban las ceremonias del culto de Mitra reciben el nombre de mitreos. Debían tener una estructura semejante a la de una caverna, lo que no siempre es fácil de conseguir, por lo que generalmente eran subterráneos, o en el caso de no ser así eran precedidos de pasillos para impedir que llegara la luz al santuario. Solían estar en las proximidades de una fuente o manantial de agua. El mitreo era el símbolo del universo, y así lo refiere Porfirio en su obra «El antro de las ninfas en la Odisea» cuando dice:

De forma similar también los persas en sus iniciaciones mistéricas revelan al iniciado el descenso de las almas y su vuelta de nuevo, denominando al lugar caverna. Según dice Eubulo, fue Zoroastro el primero que consagró una caverna natural en las cercanas montañas de Persia, florida y con manantiales, en honor del creador y padre de todo, Mitra, siendo la caverna la imagen del cosmos del que Mitra es demiurgo, y los objetos de su interior, a intervalos simétricos, simbolizando los elementos y zonas cósmicas.

El santuario no era demasiado grande, dado que eran pocos los que tenían acceso a las ceremonias; en la pared del fondo había una estatua de Mitra tauróctono, y a los lados, bancos de piedra donde se colocaban los mystas (aquellos que participaban en los misterios), y entre ellos un pasillo central donde se realizaba el culto. Para tener acceso a los misterios de Mitra, los aspirantes debían superar una serie de pruebas. Aquellos que eran capaces de ello eran bautizados, y se comprometían a no traicionar aquellos secretos que iban a conocer. En estas comunidades, todos los miembros eran frates (hermanos), y Mitra un comes (compañero).

Había siete niveles o grados, según nos cuenta en una carta san Jerónimo, por los que pasaban los mystas, simbolizando los niveles o esferas planetarias que atraviesa el alma en su ascenso victorioso hacia la luz. Estos grados eran:

* Corax (cuervo), grado inicial, regido por Mercurio. Simbolizado por el caduceo de Mercurio y una vasija. Etapa de purificación de la materia a través del servicio y el sacrificio.

* Nymphus o Cryphius (oculto), regido por Venus. Simbolizado por una lámpara, una diadema de rayos y una piedra. En esta etapa permanecían ocultos, como la luz que permanece encerrada en la materia hasta que surge la chispa, como Mitra naciendo de la piedra. Hay inscripciones en las que se lee «mostrad a los ocultos», que probablemente se refieren a este grado.

* Miles (soldado), regido por Marte. En este nivel se bautizaba al candidato y se le ofrecía una corona y una espada, debiendo rechazar la corona declarando que su única corona era Mitra, al tiempo que tomaba la espada. La ceremonia terminaba marcando al miles con un hierro candente en la frente en forma de estrella. Simbolizado por la lanza, el casco y un gorro frigio.

*León, regido por Júpiter. Se untaban la lengua y las manos del aspirante con miel, en el sentido de purificación, y el león juraba mantenerse puro y libre de culpas.

* Perses (persa), regido por la Luna. Su atributo era la hoz del segador. También aquí se purificaban las manos del persa con miel.

* Heliodromo (mensajero del sol), regido por el Sol. Sus atributos eran una antorcha, la corona o halo solar y el látigo.

* Pater (padre), regido por Saturno. Era el sumo sacerdote; sus símbolos eran el anillo, la vara y la mitra frigia (los mismos atributos de los obispos en la religión cristiana). Por encima de este estaba el Pater patrum (padre de los padres).

Conclusión

El hallazgo del Mitra tauróctono en la Villa del Mitra de Cabra y el posterior descubrimiento del mitreo asociado constituyen uno de los aportes más relevantes para el conocimiento del mitraísmo en la península ibérica. No solo por la excepcional conservación de la escultura y su riqueza iconográfica, sino por su contexto arqueológico, que permite vincular de manera directa el objeto con su función ritual dentro del espacio sagrado.

La Villa del Mitra es un testimonio elocuente del sincretismo religioso del mundo romano, donde creencias orientales como el mitraísmo encontraron un lugar en el corazón del Imperio, especialmente entre sus clases militares y élites. Este culto, profundamente simbólico, vinculaba la lucha del dios con los ciclos celestes y el destino del alma, integrando cosmología, religión y ética en un sistema mistérico reservado a iniciados.

Además, la detallada iconografía del Tauróctono actúa como un mapa estelar esculpido, que no solo representa un mito religioso, sino también una concepción del universo regida por el orden celeste, marcado por la sucesión de las eras astrológicas y el eterno retorno. La escultura, junto con los restos arquitectónicos y simbólicos del mitreo, nos permite vislumbrar la profundidad espiritual de una religión que compitió con el cristianismo en sus primeros siglos y que dejó una huella duradera en el imaginario religioso de Occidente.

Este descubrimiento no solo enriquece el patrimonio arqueológico de Andalucía, sino que sitúa a Cabra como un punto clave en el mapa del mitraísmo hispánico.

Bibliografía

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Alvar, J. El misterio de Mitra. Ed. Cátedra.

Perea, S. Simbolismo astrológico del cuervo en la Tauroctonía mithraica Universidad Complutense.

Livraga, J. Á. «Notas sobre simbología teológica y religiones comparadas».

Gangui, A.De Tauroctonías y estrellas: Mitra y la vida de una imagen. Universidad de Buenos Aires.

Campos Méndez, I. Consideraciones sobre el origen de la iconografía de los misterios mitraicos. Universidad de las Palmas de G. C.

Speidel, M. Mithras-Orion: greek hero and roman army god. Brill Academic Publishers.

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