Filosofía — 30 de noviembre de 2016 at 23:00

Aristóteles, el maestro de los que saben

por
Aristoteles

Muchos son los calificativos elogiosos que a lo largo del tiempo ha recibido este gran filósofo de la Antigüedad clásica griega. Aristóteles no solo marcó el pensamiento de su época, sino que su huella siguió siendo reconocida por figuras de la cultura occidental de todos los siglos posteriores. Nos separan de él nada menos que veintitrés siglos, pero su figura sigue estando presente.

Hélade, año I de la Olimpiada XCIX. El mundo griego está muy convulso. El siglo anterior, conocido como el Siglo de Oro, ya parece muy lejano; la fama y la gloria que le dieron sus grandes filósofos, historiadores y poetas parece haberse difuminado sin apenas dejar rastro. Toda Grecia parece estar en pleno declive cultural.

En la ciudad de la diosa Atenea, sin embargo, lleva funcionando desde hace tres años una escuela de filosofía que luego se convertirá en la más renombrada de la Antigüedad. Su fundador, el gran filósofo Platón, había llamado a esa institución la Academia , en honor al héroe ateniense Academo.

Corría por ese entonces el año 384 antes de nuestra era, y mientras la fama de la Academia llegaba a todos los rincones de Grecia, en Estagira, una pequeña ciudad de la península de Calcídica, en Macedonia, se produce un acontecimiento aparentemente normal, que acabaría convirtiéndose en el comienzo de otro hecho extraordinario. La tierra de los dioses del Olimpo acababa de regalarse a sí misma y a la historia otro prodigio del pensamiento humano.
Del linaje de Asclepio, famoso dios griego de la medicina, nace un niño a quien sus padres, Nicómaco y Faestis, dieron el nombre de Aristóteles. El Estagirita –así es como también se le conocería luego en la historia– comenzaba su andadura por tierras griegas y, según dicen los que saben, la continuidad estaba asegurada. La máxima que podía leer el visitante de la Antigüedad en el santuario de Apolo en Delfos, «Γ νῶθι σεαυτόν », esto es, « Conócete a ti mismo », iba a seguir teniendo un fiel transmisor. Aristóteles cogería las riendas de Tales, Pitágoras, Anaxágoras, Sócrates, Platón y tantos sabios más, y seguiría intentando grabar la importancia de esa máxima en el alma de todos los griegos, y aun en los de habla no griega.

Un pionero del saber

Hoy, 2400 años después del nacimiento del gran filósofo de Estagira, se sigue hablando de él como « el padre de la lógica », « el pionero de la biología », « el gran científico » y tantos apodos más, pero quizás uno de los que más justicia le hace es el del gran poeta Dante Alighieri, que le definió como « el maestro de los que saben » [1] .

Nos atreveríamos a afirmar que prácticamente no ha habido ámbito del conocimiento humano que Aristóteles no haya investigado, como bien nos recordaba el gran helenista Thomas Taylor en el siglo XIX: « Parece que Aristóteles haya descubierto los misterios más secretos de la naturaleza y los haya esparcido por todas partes » [2] . De hecho, en el siglo III d.C., el historiador Diógenes Laercio, en su obra Vida de filósofos ilustres , llegó a atribuirle unos 500 textos, entre los que destacan los estudios de física y ciencia, y naturalmente, aquellos propiamente filosóficos sobre el alma y la ética, sin olvidar los escritos sobre política.

Aristoteles 2

¿Redactaría el propio Aristóteles todos esos textos? Difícil afirmarlo con certeza. Muchos de ellos deben de haber sido escritos por sus discípulos, y otros muchos son, probablemente, el resultado del trabajo de reconstrucción de citas y fragmentos, como en el conocido caso de Andrónico de Rodas en el siglo I a.C. Así pues, es evidente que los poco más de 50 textos que conservamos en la actualidad –de los cuales solo 30 son considerados auténticos por la comunidad filosófica internacional– contienen tan solo una parte de las enseñanzas que nuestro querido filósofo dejaría como herencia escrita para la posteridad.

Pese a las controversias y dudas sobre su legado, que hoy en día siguen sin poner de acuerdo a los historiadores e investigadores, la inmensa herencia cultural dejada por esta gran figura de la historia universal, y comprobada hasta la fecha, es el motivo por el cual este año 2016 ha sido declarado por la UNESCO como el Año de Aristóteles.

[1] La divina comedia , Canto IV, 131-133.
[2] The Philosophy of Aristotle , libro 1, pág 3. The Prometheus Trust , Londres, 2004.

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