Filosofía — 4 de junio de 2010 at 20:16

Joan Corominas

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¿Quién es Joan Corominas? Este hombre fue uno de los más grandes lingüistas de todos los tiempos.  En el momento actual, donde desaparecen los valores morales, su vida y obra nos puede ayudar a ser mejores.

Vocación lingüista

Nació en Barcelona el 21 de marzo de 1905. Vivió una vida muy intensa y a contrarreloj, aprovechando cada minuto hasta el final de su vida. No buscó fama, honores, premios ni reconocimientos, a pesar que los consiguió y los rechazó en la mayoría de los casos. Toda su vida se mantuvo en el anonimato, sin llamar la atención debido a la tarea que se había propuesto.

Desde pequeño dio muestras de sorprendentes dotes para el aprendizaje. Recibió una excelente educación académica y su padre le educó para ser honesto, trabajador y austero. La enorme influencia que ejerció su padre desde su más tierna infancia, moldeó su personalidad hasta el punto que diría: “yo soy una creación de mi padre”.

De niño ya devoraba los libros de la formidable biblioteca familiar con ansia y voracidad, en varios idiomas. En esa biblioteca había libros en diferentes idiomas, de modo que se familiarizó con el catalán, el castellano, el francés, el inglés, el latín y el griego.

Cualquier momento libre le servía para aprender idiomas: el francés lo aprendió durante el recorrido hacia la escuela durante el cual practicaba el idioma con el tutor que le acompañaba, el occitano durante las vacaciones de verano en el Vall D´Aran, el alemán por una apuesta con un amigo (sin profesor), el sánscrito para ayudar a su padre  traducir Kalidassa, el latín para traducir las comedias de Terencio, el vasco debido al interés que tenía por la toponimia  de muchos pueblos del Pirineo de Lérida, el ruso para traducir la prensa rusa durante su estancia en las milicias durante la guerra civil, y así un largo etcétera. Tenía tal determinación que por muy difícil que fuese lo que se proponía, la fuerza de su constancia, esfuerzo y voluntad superaban cualquier obstáculo.

Tuvo los mejores maestros que se podía tener. Uno de ellos fue Pompeu Fabra, que conoció gracias a la gran cantidad de libros suyos que había en la biblioteca familiar.

Esas lecturas combinadas con el lenguaje de los pescadores del pueblo marinero de Sant Pol de Mar, despertó en él un gran interés por la lingüística.

A su madre le diagnosticaron una enfermedad que la obligó a pasar unos meses en la montaña (precisamente los meses de verano), con lo cual la familia se trasladó a la Vall D´Aran (donde se habla el occitano gascón con la variante comarca). Poco tardó el joven Joan en aprender el idioma y a su vez despertó el amor por el montañismo y el alpinismo en el muchacho.
Era tan buen estudiante que hizo a la vez dos carreras: derecho y filosofía y letras, ambas con matrícula de honor.

Esa época esplendorosa de su vida pronto iba a cambiar.

La pluma anónima

Son los años de la dictadura de Primo de Ribera y la República. Él, que era un hombre de acción, participó en dos episodios por los que estuvo a punto de ir a prisión o ser fusilado, por lo cual tuvo que huir en dos ocasiones al exilio (a Francia y a Suiza). Estas escapadas milagrosas las aprovecha para proseguir su formación académica y entra en contacto con los mejores lingüistas de ese tiempo. Trabajó con ellos y aprendió todo lo que pudo. Empezaron de profesor a alumno, luego de maestro a discípulo y finalmente fueron grandes amistades. Con ellos llegó a un nivel muy alto en cuanto a la ciencia de la lingüística se refiere, tanto que sus propios maestros creían que ya no era posible avanzar más, pero Corominas se encargó de demostrar, algunas décadas más tarde que aún se podía ir más lejos.

Al poco de regresar del exilio, estalla la guerra civil. Participa en ella alistándose en las milicias y cuando acaba la guerra, ha de volver al exilio de nuevo durante mucho más tiempo del que esperaba.

Llega a Argentina para dar clases de castellano en la universidad (Mendoza) y ante la imposibilidad de llevar a cabo sus proyectos, se dedica a la elaboración del “diccionario etimológico de la lengua castellana”, leyendo centenares de libros y buscando información en diferentes bibliotecas. Para este proyecto solicitó una Beca a la fundación Guggenheim y también trabajó con la ayuda de sus alumnos. En ese país se auto impone unas reglas de obligado cumplimiento: vivir austeramente y no hacer vida social, todo ello para conseguir su proyecto. Recorre las mejores bibliotecas del sur de América y lee cientos de libros para la realización de tan gigantesca obra, entre ellos a los clásicos en lengua castellana de todas las épocas, en especial a los del siglo de oro, o manuscritos en castellano arcaico. Este diccionario lo finaliza en 10 años, se trataba de 4 tomos que fueron un éxito de ventas y Corominas se ganó con ello grandes elogios. En palabras del propio autor fue “un trabajo arduo y agotador”.

Después del maratoniano esfuerzo quedó agotado, pero eso solo era el precalentamiento de lo que tenía proyectado hacer.

Se traslada a la universidad de Chicago (como profesor de romanística) y empieza a dar clases. Y es allí donde se da cuenta que si quiere hacer el “diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana” y el “onomasticon cataloniae” antes que las parcas corten el hilo, no puede perder más tiempo, por lo que siendo ya un reconocido lingüista de gran prestigio, decide pedir a la universidad que le concedan seis meses al año de excedencia para poder recorrer todos los territorios de habla catalana.

Aceptada su propuesta, se pone en marcha una de las gestas heroicas jamás conocidas, sin dinero, con poco tiempo, sin ayudas de casi nadie. Haciendo un esfuerzo sobrehumano durante 35 años ininterrumpidamente y gracias a su experiencia en la montaña y a sus métodos de estudio, recorre personalmente y a pié, desde las 7 de la mañana hasta altas horas de la noche, prácticamente toda la geografía de Cataluña, Baleares, Cataluña francesa, la franja de Aragón y parte del País Valenciano. En todos estos lugares habla con agricultores, pastores, leñadores, pescadores, gente sencilla más bien analfabeta y se dedica a transcribir fonéticamente todo lo que escucha y también pregunta por el origen de las palabras a todo aquel que pueda darle pistas en su labor.
Él buscaba la etimología, el origen de las palabras y de los nombres de poblaciones y lugares, su toponimia. En más de una ocasión estuvo a punto de sufrir accidentes que le hubiesen costado la vida (como en una ocasión que casi pierde la vida viajando en moto), o su salud, pues se le hacía de noche y tenía que pasar la noche al raso o se perdía en su camino e incluso a veces tuvo que huir de la guardia civil.

Todo este esfuerzo significaba hacer arqueología y remontarse a periodos históricos anteriores. Era un historiador y detective de las palabras de todas las épocas (era moderna, medieval, época árabe, visigoda, romana, fenicia, griega, fenicia, íbera, basca, indoeuropea…). No tenía tiempo para distraerse ni distraerse. No veía televisión ni escuchaba música, ni hacía nada que lo apartase de su objetivo, y todo sin buscar ningún tipo de recompensa.
Sus obras eran científicas, pero no por eso pretendía que fueran aburridas, sino todo lo contrario, quería que estuviese al alcance de todos, quería que su labor fuese útil a los demás.

A sus 85 años empieza a escribir a máquina, con dos dedos, su “Onomasticon” entero, de la A a la Z, con todos los signos fonéticos. Trabajaba 16 horas al día, sin parar, en una silla de madera y con una sola bombilla.

Murió el 2 de enero de 1997 en Pineda de Mar. La capilla ardiente del filólogo se instaló en el salón “Sant Jordi” del palacio de la “Generalitat”  en Barcelona, por donde pasaron las primeras autoridades políticas y culturales del país.

Fue un hombre con grandes virtudes: generosidad, trabajador, constante, apasionado, metódico, autodidacta, disciplinado, incansable, sacrificado, voluntarioso, de gran devoción, con las ideas claras, humilde, de gran fortaleza física, con mucha energía emocional y mental. Sentía amor por todo lo que hacía y aprendía. Lo más grande que obtuvo fue la gloria y lo mejor que nos dio fue su ejemplo y su gigantesca obra al alcance de todos.

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