Sociedad — 1 de enero de 2013 at 00:00

Economía del bien común

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El impulsor de este sistema económico es el filólogo, bailarín y profesor de Economía de la Universidad de Viena, Christian Felber. La explicación de su proyecto siempre la basa en un poco de historia:

Aristóteles calificó de “contra natura” aquella forma de economía basada solo en ganar dinero. En contraposición a ella definió aquel “bien equitativo”, beneficioso para la sociedad a la que se debe, es decir, el bien común. Esta alternativa requiere de todos un “buen comercio” para hacer posible “el buen vivir”. Cicerón dijo: “El bien del pueblo debe ser la ley suprema”. Tomás de Aquino dijo que toda ley debía estar encaminada necesariamente hacia el bien común. Leibniz decía que lo justo es servir al bien común, concebido como Bien Común Universal, al incluirlo explícitamente dentro del mantenimiento y prosperidad de todo el universo en su conjunto. Y Rousseau dijo que la voluntad general encaminada hacia el bien común es la base de todo poder político legítimo.

Sin embargo, el modelo económico que tenemos ahora está basado en la competencia, el ánimo de lucro y el egoísmo.

El contenido del libro La economía del bien común se puede resumir en 19 puntos:

1. Valores básicos. Confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad.
2. Cambio de marco legal económico. Se cambiarían las coordenadas “afán de lucro-competencia” por “cooperación-deseo de bienestar público”.
3. Balance del bien común. El balance del bien común se convertiría en el balance principal de todas las empresas. Es decir, en vez de medirse el éxito económico por el dinero recibido, cuanto más social, ecológica, democrática y solidaria sea la actividad, mejores serán los resultados del balance del bien común. Y si en una economía nacional mejoran los resultados del balance del bien común de las empresas, mejorará el producto del bien común.
4. Recompensar el aspirar al bien común. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos, privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación.
5. Utilización de excedentes del balance financiero. El balance financiero será el balance secundario y sus excedentes deberán utilizarse para inversiones con plusvalía social y ecológica, devolución de créditos, bonificación a los empleados de forma restringida, para dar créditos sin intereses a empresas cooperadoras. No se utilizarán los excedentes para bonificar a personas que no trabajan en la empresa, ni para adquisición hostil de otras empresas, ni para invertir en mercados financieros (que dejarán de existir) ni para financiar partidos políticos.
6. Liberación de la presión de crecimiento o anexión. Como el beneficio financiero es ahora un medio y deja de ser un fin, las empresas pueden esforzarse hacia su tamaño óptimo. No tienen que temer ser adquiridas, o sentirse obligadas a crecer para ser más grandes, más fuertes o con mayores beneficios.
7. Cooperación y solidaridad con otras empresas. Como las empresas aspirarán al tamaño óptimo, habrá muchas empresas pequeñas en todas las ramas. Como no tienen que crecer más, les será más fácil cooperar y practicar la solidaridad. Se pueden ayudar mutuamente con conocimientos, tecnología, encargos, personal o créditos sin intereses. Las empresas irán formando una red de aprendizaje solidaria, la economía se transforma en un sistema win-win (ganan todos).
8. Limitación de las diferencias de ingresos y patrimonios. Los ingresos máximos serán de 20 veces el salario mínimo. Las propiedades no excederán los 10 millones de euros. El derecho de cesión y herencia, 500.000 euros por persona, en empresas familiares pasará a 10 millones de euros por hijo. El excedente sobre estos límites será repartido como “dote democrática” para las siguientes generaciones.
9. Democratización y propiedad de grandes empresas. En las empresas de más de 250 empleados, los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos. La población podrá ser representada directamente a través de “parlamentos económicos regionales”. El gobierno no podrá decidir ni intervenir sobre empresas públicas.
10. Bienes democráticos. El gobierno tampoco puede tocar los bienes democráticos. Son las instituciones económicas públicas en los campos de enseñanza, salud, acción social, movilidad, energía o comunicación.
11. Banco democrático. Servirá, como todas las empresas, al bien común y también estará controlado por la ciudadanía soberana. Sus servicios serán depósitos de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés reducido y créditos de riesgo social. Los mercados financieros en la forma actual ya no existirán.
12. Desprivatización de la naturaleza. A la naturaleza se le concede un valor propio, por lo que no puede transformarse en propiedad privada. Quien necesite un pedazo de tierra para vivir, para agricultura o comercio, puede utilizar una superficie limitada de forma gratuita o pagando una tasa de utilización. El uso de la tierra estará condicionado a criterios ecológicos y al uso concreto. Esto será el final de la especulación inmobiliaria, el landgrabbing y el latifundismo. En contrapartida, se anulará el impuesto sobre la propiedad de la tierra.
13. Reducción de la huella ecológica. Las personas privadas y las empresas deberán medir su huella ecológica y reducirla a un nivel sostenible y justo. Nuestra libertad de elegir un estilo de vida determinado encuentra su fin cuando limita la libertad de otros de elegir el mismo estilo de vida o de llevar una vida digna.
14. Reducción del horario de trabajo retribuido. El horario de trabajo retribuido se verá reducido escalonadamente hacia la marca de 25-30 horas semanales. De este modo queda tiempo libre para otros tres campos de trabajo: trabajo de relaciones y cuidados (niños, enfermos, ancianos), trabajo de crecimiento personal (desarrollo de la personalidad, arte, jardín, ocio), trabajo en la política y actividades públicas.
15. “Año sabático”. Cada décimo año en la profesión es un “año sabático”, que será financiado a través de un salario mínimo. Las personas pueden hacer en este tiempo lo que quieran. Esta medida descarga el mercado de trabajo en un 10 % de la tasa de desempleo en la UE.
16. Desarrollo de la democracia. La democracia representativa será completada por la democracia directa y la democracia participativa. La ciudadanía soberana debería poder controlar y corregir su representación, decretar leyes, modificar la Constitución y poder controlar las infraestructuras (ferrocarril, correos, bancos). Serían idénticos los intereses de los representantes y de los ciudadanos.
17. Aparte de la Asamblea económica (del bien común) habrá otras convenciones para profundizar en la democracia: convención para la educación, una convención para la democratización de los medios de comunicación y una convención para la creación de bienes democráticos.
18. Para afianzar en los niños los valores de la economía del bien común y poderlos practicar, se introducirán las siguientes materias en los programas educativos: emocionología, ética, comunicación, educación democrática y experiencia de la naturaleza.
19. Como en la economía del bien común la noción de éxito empresarial será diferente, otras competencias de gestión serán las más solicitadas: las personas más responsables, sociables, empáticas y capaces de atender al bien de todos y de la comunidad ecológica serán los modelos apreciados por la sociedad y los más buscados por las empresas.

Hay expertos que dicen que no es una utopía, que es un sistema perfectamente calculado que puede llevarse a la práctica cuando las empresas y los ciudadanos lo decidamos. El tiempo dirá si estamos ante un sueño idealista o frente a la próxima revolución.
Hasta ahora se han unido una universidad, tres bancos y 700 empresas.

Para saber más
http://www.gemeinwohl-oekonomie.org/es

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