Sociedad — 30 de noviembre de 2019 at 23:00

Pekín, un viaje al corazón del dragón chino

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Pekín

Pekín, hasta no hace tantos años una ciudad casi hermética por su situación política, es cada vez más el destino elegido por muchos viajeros. La globalización, la reducción del precio de los vuelos y la apertura hacia Occidente hacen más fácil la visita al país asiático.

Como regla de oro, antes de iniciar cualquier viaje es conveniente informarse de los requisitos de entrada en el país en cada momento, así como de las recomendaciones de vacunas, zonas de riesgo o cualquier otra información relevante sobre el destino elegido para evitar sorpresas innecesarias.

Así que, si decidimos viajar a China, para los ciudadanos españoles, es imprescindible obtener previamente el visado de entrada en el país si no queremos quedarnos en el aeropuerto de salida. Conviene saber que el tiempo de estancia es limitado y que su duración tiene que estar dentro del plazo de autorización del visado; de lo contrario, podemos tener problemas con las autoridades. Este trámite no es complicado, pero es riguroso, asegúrate de seguir las instrucciones de la web de la embajada si no quieres sufrir demoras en la obtención del visado. Una vez conseguido, ya estarás listo para aterrizar en el mayor aeropuerto del mundo.

Pekín o Beijing (Capital del Norte), como indica su propia etimología, está situada al norte de la República Popular China. Toda su área metropolitana tiene una población de unos 22 millones de habitantes, casi la mitad de España, y está equiparada a la categoría de provincia.

Cuestiones prácticas

Sée previsor y lleva escrito en chino cualquier información importante que necesites durante el viaje, como direcciones de hotel, lugares de interés, intolerancias alimenticias o lo que tú consideres. Te resultará muy práctico y te evitará equívocos y pérdida de tiempo.

Consigue un diccionario, una guía y un plano antes del viaje. Allí te resultará difícil, la información en español no es muy abundante y tan solo hay un par de librerías internacionales. Asegúrate de tener disponibles estos recursos en tu teléfono antes del viaje, no siempre te será posible tener acceso a internet o será limitado. «Google Maps» te permite descargarte el plano de una ciudad y poder consultarlo después off line.

El inglés no está muy extendido entre la población, aunque la tecnología está a la orden del día y todos disponen de traductores en su teléfono móvil, que es la herramienta imprescindible en la vida cotidiana hasta para pagar en cualquier tiendecita.

El turismo interior satura cualquier visita que puedas imaginar. No esperes encontrarte con rincones solitarios y prepárate para largas colas, aunque en algunos sitios hay accesos preferentes para extranjeros. Las fotos sin multitudes son casi una aventura imposible.

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Pekín, en verano, es una ciudad sofocante, el calor es permanente las veinticuatro horas del día. El aire acondicionado está presente en todo momento y en todo lugar. Ve preparado para que esta circunstancia no te arruine el viaje.

No creas que en todos los locales vas a encontrar un lavabo siempre que lo necesites. Hay aseos públicos distribuidos por la ciudad con diferente grado de modernidad y limpieza. Este asunto, sin ser grave, puede resultar incómodo especialmente para las mujeres. Tenlo en cuenta cuando te muevas por la ciudad.

Seguridad

Si bien la seguridad no es un problema, es posible que necesites identificarte en algún momento. Lleva siempre tu pasaporte contigo y en lugar seguro.

La vigilancia y el control son parte de la rutina de los chinos. La convivencia ordenada de 1400 millones de personas tiene su precio, y la idea de privacidad no es la que se tiene en Occidente. Debes saber que las cámaras de vigilancia son parte del paisaje urbano en cualquier rincón de la ciudad, y que los edificios públicos y lugares emblemáticos están permanentemente vigilados, además, por policía o personal militar que te escanearán a ti y a tu mochila en los accesos.

Todos los autobuses llevan un policía a bordo. Y cada vez que entres en una estación de metro tendrás que pasar un control de seguridad. Los andenes del metro tienen protecciones de cristal para evitar caídas accidentales a las vías por la presión de la multitud, a pesar de que son respetuosos y ordenados al subir y bajar del vagón.

Respeta las recomendaciones y prohibiciones si no quieres tener problemas. En China las normas no son algo teórico, y los agentes, aunque sean adolescentes, tienen autoridad.

Pekín es una ciudad bulliciosa y vital a cualquier hora del día o de la noche, pero sus calles son seguras y su gente es amable y cortés con el extranjero, siempre dispuesta a ayudarte si lo necesitas. No hay motivos para desconfiar, aunque por norma siempre hay que ser prudente. No te sorprendas si quieren tomarse fotos contigo, especialmente los jóvenes y los niños; comparativamente no son tantos los extranjeros que se ven en la ciudad y siempre es una novedad para ellos.

Movilidad

Pekín es una ciudad muy populosa de proporciones enormes y las distancias entre los puntos de interés son grandes; familiarizarse con el transporte es una necesidad.

El tráfico es denso pero fluido. Además de los coches, está plenamente implantado el uso de bicicletas y vehículos eléctricos de dos ruedas.

Para nuestros desplazamientos, disponemos de una buena red de transporte. Mención aparte de los taxis merece el autobús, que es un medio estupendo para moverse, pero es difícil conocer las líneas o la situación de las paradas por la dificultad del idioma. El metro es un mucho más sencillo para el viajero. Tiene una red suficientemente extensa, hay señales indicativas en superficie de las estaciones, dispone de información en inglés, y es fácilmente identificable en un plano. Las diferentes salidas de las bocas de metro están bastante distantes entre sí, y las paradas, muy alejadas unas de otras.

Hay tres estaciones principales de ferrocarril que conectan la capital con el resto del país. Básicamente hay dos clases de trenes: de alta velocidad y convencionales. Si tienes pensado viajar en tren a otra ciudad, planifícalo y no esperes al último momento; es posible que no encuentres billete. Averigua previamente horarios, categorías y tipos de tren; informarse directamente en el momento del viaje no es la mejor idea, especialmente si no llegan a entenderte y tienes tras de ti la presión de decenas de viajeros.

Para los peatones, los pasos de cebra no son garantía de seguridad, hay que ser cautos al cruzar las anchas avenidas. La ciudad tiene grandes parques y espacios peatonales para caminar relajadamente.

Ocio

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La vida en Pekín es bulliciosa y la gente vive en las plazas, las calles y los jardines que están llenos de actividad y vida social. Puedes encontrarte gente pescando, danzando, patinando, cantando, practicando tai chi, tocando música, jugando al mahjong o a las cartas, etc., y siempre en grupo. Su concepto de la diversión y el ocio no es sofisticado y se les ve disfrutar de lo sencillo.

Si tu desayuno es a base de café y bollería, no te será sencillo encontrar algo de tu gusto, pero existe. Cuando lo descubras mantente fiel a eél porque no tendrás muchas alternativas.

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Comer no es un problema en Pekín, ya que está lleno de restaurantes, tiendas de alimentación y mercados callejeros, donde no te será difícil comer algo. Pero no esperes encontrar tortilla de patatas. Aventúrate a probar la gastronomía china, es toda una experiencia. Y preferentemente elige lugares donde veas fotos de los platos de la carta o puedas señalar lo que quieres pedir; es la forma más rápida de entenderse, aunque el solo hecho de tratar de comunicarte te hará pasar un rato divertido. También puedes encontrar algunas franquicias occidentales de comida.

Sanlitun, en el distrito diplomático, es la zona de ocio nocturno por excelencia para los jóvenes, donde se concentran los bares de copas, con música en directo, karaokes y discotecas; que recuerda a los ambientes europeos de diversión, pero con peculiar estilo oriental. Si te acercas a tomar algo, conocerás un aspecto diferente y lúdico de la ciudad.

Los espectáculos de danza, magia, acrobacias y exhibiciones marciales son frecuentes e interesantes. Si quieres disfrutar de algo que no es habitual en España, date un capricho. No se necesita entender chino para admirar el arte y la estética.

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Toda la ciudad es un gran bazar, no vas a tener ningún problema si quieres dedicarle tiempo a las compras. Los centros comerciales están por todas partes y, como ya sabes, las marcas que se venden aquí se fabrican allí. Los chinos tienen un gran afán comercial, pero no vas a descubrir nada que no puedas encontrar hoy en día por internet y tal vez al mismo precio, aunque la relación personal y el regateo es algo que la web nunca podrá sustituir.

C ultura

La cultura china es una mezcla entre lo ancestral y lo moderno, lo tradicional y lo vanguardista, artesanía y tecnología, comunismo y capitalismo, espiritualidad y pragmatismo, entre cuyos extremos encontramos múltiples matices y la sabiduría atemporal de la filosofía oriental atesorada en el pueblo chino a lo largo de los siglos y todavía presente en el carácter popular.

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Ejemplos arquitectónicos de esta dicotomía son la Ciudad Prohibida, un complejo residencial de la corte imperial, el Templo del Cielo y el Palacio de Verano, joyas indescriptibles que nos retrotraerán al esplendoroso pasado de los emperadores, junto a edificios vanguardistas como el Gran Teatro Nacional de China, conocido popularmente como «El Huevo» o las instalaciones olímpicas con su conocido Estadio Nacional, llamado «El Nido» por su estructura.

Es imprescindible una visita a los Hutones de Quianmen, un barrio de casas tradicionales que recrea el antiguo estilo de vida chino y alberga una muestra de las artes tradicionales. Contrastando con ellos podemos pasearnos por «798 Art Zone», una antigua zona industrial reconvertida en espacio artístico, que reúne a artistas, galerías y exposiciones de arte que nada tienen que envidiar a las tendencias más actuales de diseño.

La naturaleza espiritual de los chinos es algo que no ha desaparecido con la ideología comunista ni con el pragmatismo capitalista, y se aprecia cómo son visitados con devoción y respeto los centros de culto de Pekín, como el Templo de Confucio, el Templo de los Lamas o la Iglesia de San José, testimonios de la necesidad de búsqueda de lo trascendente en sus distintas formas por el ser humano, más allá de su contingencia social, cultural, económica o política.

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Un capítulo aparte lo constituye esa monumental obra de 8850 km de longitud que es la Gran Muralla, y que justifica (entiéndase sin acritud) la frase coloquial «es un trabajo de chinos». Al igual que la Gran Pirámide, por muchas veces que hayamos visto imágenes y reportajes, su contemplación in situ es sobrecogedora. Hay distintos sectores que se pueden visitar; el más popular y turístico es el de Badaling, adonde se puede llegar con transporte público y el ascenso solo es posible con teleférico.

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Por último, es evidente que el ejército y el heroísmo nacional está presente en los monumentos públicos y se nota que es parte del orgullo y la identidad del país, por el respeto que se les tiene. Los escolares visitan con interés y asombro el Museo del Ejército, acompañados de sus maestros, constituye la muestra del poder de la China de hoy en el mundo.

Conclusión

Esta breve crónica no pretende ser exhaustiva, sino un acercamiento a una cultura distinta a la nuestra para desechar prejuicios. Por regla general, se ama lo que se conoce y se rechaza lo que nos es extraño. Viajar nos permite conocer otros horizontes, otras culturas, otras formas de pensar y de ver la vida. Y nos demuestra que los seres humanos no somos tan diferentes en nuestras necesidades y nuestras búsquedas. Todos, en el fondo, tenemos una misma identidad y aspiración: «ser humano».

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