Sociedad — 1 de noviembre de 2011 at 00:03

Somos 7.000 millones

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Cuando usted comience a leer este artículo, es probable que la población de seres humanos en nuestro planeta haya sobrepasado la marca de los 7000 millones de personas. Esta impresionante cifra trae consigo una gran cantidad de factores que repercutirán no solamente en el destino de la humanidad, sino de todo el planeta.

Las estimaciones sobre cuando alcanzaremos este valor histórico varían. La División de Población de la ONU ha establecido el 31 de octubre de 2011 como “El día de los 7000 millones”. La Oficina del Censo de los Estados Unidos sitúa la fecha en el mes de marzo de 2012.

La población mundial no se distribuye de manera equilibrada en el planeta. Asia, con más de 4000 millones de personas, posee el 60% de la población mundial. China e India, los dos países más poblados, concentran el 37% del total de habitantes de la Tierra. África es el segundo continente más poblado con aproximadamente 1000 millones de personas, el 15% del total. Es muy probable que el habitante 7000 millones llegue en un país subdesarrollado o en vías de desarrollo, donde las tasas de crecimiento poblacional más elevadas coexisten con los índices de desarrollo humano (IDH) más bajos.

Según el informe anual de la ONU la esperanza media de vida es hoy de 70 años (68 hombres, 72 mujeres). A principios del siglo pasado era de 31 años. Este incremento se debe en gran medida a la mejora de la condiciones sanitarias y de alimentación. La esperanza de vida en los países desarrollados es superior a los 80 años (Japón con 83 años, tiene el record). En el África subsahariana la media cae hasta los 55 años. Países como Zambia (37,5 años), República Centroafricana (39,3 años), Malawi (39,7 años) y Sierra Leona (40,8 años) están en la cola de la clasificación.

Se estima que la población total del planeta en el año cero era de 200 millones de habitantes. En el año 1000 habría llegado a los 310 millones. La cifra de los mil millones se alcanzó en 1804 y desde entonces el ritmo de crecimiento ha sido acelerado. Los 1650 millones de principios del siglo XX se transformaron en más de 6000 millones un siglo después. Aunque el ritmo de crecimiento se ha estabilizado (en Japón y algunos países de Europa Occidental  el crecimiento es negativo), las previsiones indican que en el año 2045 se alcanzará la inquietante cifra de 9000 millones de seres humanos.

¿Cuántos más?

Una serie de cuestiones se plantean entonces: ¿Cuál es el límite? ¿Hasta cuando aguantará el planeta?

Es imposible no recordar a Thomas Malthus, clérigo inglés del siglo XVIII, autor del “Ensayo sobre el principio de la población”. Malthus fue uno de los primeros autores a manifestar públicamente la preocupación sobre el crecimiento demográfico. Aunque muchas de sus previsiones no se mostraran del todo ciertas, Malthus ya alertó de que el planeta no tenía la capacidad de proveer de recursos una población que crece de manera exponencial. En efecto, a pesar de los avances técnicos y científicos experimentados por la humanidad en los últimos siglos, no somos capaces de alimentar el planeta. Según la FAO, la Organización Mundial de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la sexta parte de la población mundial padece de subnutrición o hambre crónica. Es decir, no ingieren alimentos suficientes para cubrir sus necesidades energéticas mínimas.

Mucho se discute sobre la capacidad del planeta para producir alimentos. Expertos afirman que la producción actual es más que suficiente para alimentar toda la población mundial. El problema reside en que los recursos alimentarios no se reparten de manera equitativa entre todos. Como afirma el informe “El estado del mundo” del Worldwatch Institute: “Vivimos en un mundo dividido: mucha gente padece las enfermedades propias de los subalimentados, mientras aumentan los afectados por las enfermedades crónicas de los sobrealimentados”.

También las pérdidas en el transporte y almacenamiento, sumadas al creciente incremento de los precios al consumidor final, impiden a una gran parte de la población de los países más pobres acceder a los alimentos básicos de su dieta.

Ante la necesidad de alimentar una población que no para de crecer, especialmente en los países subdesarrollados, muchos defienden la necesidad de una segunda Revolución Verde. Este gran salto de productividad, ha permitido multiplicar la producción de alimentos en los últimos 50 años. Sin embargo este sistema, basado en la maquinaria agrícola moderna, agroquímicos, biotecnología y sistemas de riego, ha tenido un alto coste medioambiental. El grave deterioro de los suelos agrícolas y la degradación generalizada del entorno son el precio que muchas comunidades están pagando ahora. Otros, en cambio, plantean la necesidad de una combinación de métodos tradicionales y nuevos conocimientos para producir alimentos sin abonos químicos, plaguicidas ni ingeniería genética. Cada enfoque tiene sus ventajas, pero ambos presentan problemas difíciles de resolver.

La producción de comida y el agua están indisolublemente ligadas. El riego intensivo y otros usos han empobrecido considerablemente lagos, ríos y acuíferos de muchas zonas. El agua se plantea como cuestión fundamental en un mundo donde casi 1500 millones de personas no pueden cubrir sus necesidades básicas de agua para beber, cocinar y lavarse. Según la FAO, el uso del agua ha aumentado más del doble de rápido que el crecimiento de la población a lo largo del último siglo. Además de escasa, el agua está contaminada. Gran parte de los ríos y acuíferos que podrían satisfacer las necesidades hídricas se encuentran contaminadas por fertilizantes, pesticidas agrícolas y residuos industriales. La ausencia de una higiene elemental como resultado de la falta de agua y saneamiento básico, es la causante de millones de muertes a cada año entre las poblaciones más pobres.

Abastecer energéticamente a una población en continuo crecimiento es otro gran desafío. El actual sistema energético, basado en la explotación de combustibles fósiles, no será capaz de atender una demanda creciente. Además de no renovable, esta fuente de energía comporta graves consecuencias medioambientales. La transformaciones en el clima del planeta se hacen cada día más evidentes. El cambio de las condiciones atmosféricas asociado a la subida de la temperatura del planeta está reduciendo la productividad agrícola en muchas zonas del planeta. Grandes poblaciones se quedan sin su principal fuente de subsistencia y se ven obligadas a migrar. Las grandes ciudades son el destino principal, y los bolsones de pobreza no dejan de crecer.

En 2008 hemos llegado a un gran hito. Por la primera vez en la historia de la humanidad más de la mitad de la población vive en ciudades. Los problemas derivados de esa concentración se hacen cada día más evidentes. Polución, insalubridad y miseria son los signos distintivos de las grandes urbes del siglo XXI. La inestabilidad social y la violencia son muestras de la dificultad que supone vivir amontonados en un espacio reducido.

Los desplazamientos de poblaciones enteras pueden convertirse en uno de los grandes problemas en el próximo siglo. La presión de la inmigración en busca de mejores condiciones de vida es hoy un problema con que muchos países se están enfrentando. Los expertos afirman que en un futuro las migraciones serán en busca de agua y tierra cultivable. Casos como el de Bangladesh, donde la subida en el nivel del mar está obligando a centenares de miles de personas a desplazarse, serán cada vez más comunes.

El futuro

Quizás debemos preguntarnos sobre el papel de la especie humana en el planeta. ¿El Homo sapiens se comporta realmente como el animal racional que se supone que es? ¿Somos realmente portadores de la ciencia y la técnica que traerá el progreso a la humanidad y al conjunto del planeta? ¿O más bien estamos actuando como una plaga que está consumiendo de manera inexorable un bien que pertenece a todos?

Vivimos en un mundo en que el 48% de la población vive con menos de 2 dólares (1,40 euros) al día. En un planeta en que la mitad más pobre de la población posee solo el 1% de los bienes y las 2 personas más ricas del mundo poseen una fortuna superior al PIB combinado de los 45 países más pobres. Teniendo en cuenta esta realidad cabe preguntarnos sobre nuestro papel como sociedad.

Además de ¿cuantos somos?, debemos preguntarnos ¿cómo somos?

Debemos colaborar para construir un mundo donde el materialismo a ultranza y el egoísmo dejen paso a la solidaridad y el respeto entre los seres humanos. Solamente así podremos cumplir con nuestro papel y dejar a las futuras generaciones un planeta digno en el que vivir.

Para saber más:

– Naciones Unidas: www.un.org
– UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas: www.unfpa.org
– FAO, la Organización Mundial de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación: www.fao.org
– División de población de la ONU: http://www.un.org/spanish/esa/population
– Worldwatch Institute: www.worldwatch.org
– Oficina del Censo de los Estados Unidos: www.census.gov

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