Entrevistas — 1 de abril de 2011 at 00:04

Joan Méndez Camarasa: “Necesitamos una población despierta”

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Entrevista a Joan Méndez Camarasa, presidente de la Asociación de Filosofía Práctica de Cataluña, en vísperas del Congreso Nacional de Filosofía Práctica o Aplicada, que se celebrará  en Barcelona los días 18, 19 y 20 de abril.

– ¿Qué es la filosofía práctica?
– La denominación de filosofía práctica genera a veces algunas confusiones… Aristóteles llamó “filosofía práctica” a la ética y a la política, pero modernamente se está empleando más bien como sinónimo de filosofía aplicada; y “filosofía aplicada” tiene la intención de recoger todo el conjunto de experiencias que se hacen desde la filosofía en cualquier tipo de espacio, ya sea académico o extraacadémico. Dicho rápidamente: aquello que se puede hacer con la filosofía, más allá de dar clases de filosofía.

– ¿En que consistirá el congreso?
– Lo hemos titulado “Filosofía y espacios sociales”, con este espíritu que estamos comentando: decir en qué espacios se están llevando a cabo experiencias. Por ejemplo, en el ámbito de la empresa, o talleres en prisiones, teatro, filosofía como asesoramiento individual o a grupos, etc. La intención es llevar la filosofía a sectores donde habitualmente uno no se había hecho la idea de que pudiera aparecer la actuación de un filósofo.

– Se me ocurre preguntarte por qué crees necesario aclarar la “practicidad” de la filosofía: ¿hay una filosofía que no lo es?
– Sí, es una de las cosas de las que se acusa a la filosofía; de haber caído en una especie de academicismo y teoricismo.
Los problemas filosóficos, en un cierto momento, estaban muy arraigados en la vida cotidiana, como podemos encontrar en Sócrates, Platón, incluso Aristóteles y las escuelas helenísticas. Continuamente hablaban de filosofía como el arte de la vida. Luego, la filosofía va entrando en esa “etapa universitaria”, donde cada vez más el objetivo del filósofo es conseguir una cátedra, y publicar libros que únicamente son accesibles a gente que está dedicada profesionalmente a ese ámbito. Libros que únicamente pueden leer sus colegas de universidad o alumnos a los que van preparando para que algún día sean capaces de leer esa clase de libros… Y cada vez más, el lector medio comienza a encontrar ese lenguaje farragoso, inaccesible, ajeno. Tenemosa así,  al filósofo que se pone a discutir sobre cuestiones que no se acaba de ver cómo finalmente tendrían consecuencias aplicables a la cotidianeidad para ayudarnos a vivir mejor.

– Un poco ya lo has respondido, pero ¿tú crees que la vida filosófica dentro del aula, suele tener tendencia a girar dentro de una especie de cubo y no salir?
– Lo que ocurre es que toda filosofía de cierto nivel, todos los grandes filósofos, también de la modernidad: Descartes, Hume, Kant, Niestche, Husserl, Heidegger, etc.,  permiten lecturas de las que se extraen consecuencias prácticas para la vida. Pero, a menudo, en los ámbitos más academicistas estas lecturas no son las que más les han interesado. Desde la filosofía aplicada se propone una lectura de los filósofos, tanto clásicos (que lo permiten más fácilmente) como de otros modernos, que trate de aportar cosas de utilidad diaria.

– Respecto al lenguaje, a veces parece que se busca de manera intencional que sea más complejo para que llegue a una minoría.
– Se cuenta el caso de un profesor que dirigía una tesis doctoral de filosofía y al recoger un trabajo de un aspirante, dijo: “Está muy bien, hágalo un poco más oscuro y luego me lo entrega…” (risas).
Y otra… al término de una conferencia de Heidegger, salió un señor y dijo: “No he entendido una sola palabra, pero hay que reconocer que esto sí que es verdadera filosofía…” (más risas).

– Lo que tú propones es hacer lo contrario…
– Es curiosa esa sensación de que si un filósofo habla demasiado claro, si se le entiende demasiado, eso le quita cierto prestigio…

– Le quita estatus…
– ¡Claro! Ha de emplear expresamente la jerga específica técnica, que por otro lado es natural que todas las ciencias la tengan, pero, cuando un filósofo se dispone a hablar a un público que no es especialista en filosofía, debería ser capaz de bajar esa jerga a un lenguaje accesible. Cuando no lo hace, parece que es para darse importancia o quizás porque, en el fondo, solo sabe manejarse en esa jerga, lo cual hace sospechar acerca de la verdadera comprensión de la cuestión. Si no lo puede explicar más claro, sino que inevitablemente siempre que lo explica parece “impenetrable”, ¿seguro que está entendiendo lo que dice o solo está ejerciendo un juego de lenguaje y poco más?

– ¿Qué crees que has ganado personalmente, en tu vida cotidiana, con el hecho de profundizar en el mundo de la filosofía?
– Pues diría que, en buena medida serenidad, para analizar las cosas con cierta calma, tratando de ver pros, contras, huyendo de dogmatismos, de posiciones cerradas, hacer que la imaginación trabaje para plantear siempre opciones alternativas, abrir ventanas, luchar en contra de los prejuicios, de posturas radicales que no encuentran una argumentación sólida debajo.
Lo que ocurre que también es verdad que, desde muy pequeño he tenido la tendencia a hacerme preguntas y a buscar argumentos y razones… Cuando fui a catequesis, siendo muy niño, me contó mi madre que las monjas se quejaban siempre de mí porque hacía preguntas

– Incómodas…
– Es decir, en mi caso, no podría decir que he conocido la filosofía de mayor sino que desde pequeño había esa inquietud, ese gusanillo por la interrogación… y cuando fui conociendo a los filósofos, fue sentirme “como pez en el agua”, ya que los temas, las cuestiones y el modo de abordarlos sintonizaban con lo que yo demandaba.

-¡Preguntarse cosas! ¡Resulta que le venía pasando a gente desde hace tres mil años!
– Y aportando razonamientos muy interesantes que hacen que uno vaya más rápido, apoyándose en ellos.

– Como contrapartida a lo que te preguntábamos antes… ¿hay algo que te ha quitado la filosofía? Por ejemplo, ¿participar de algunas actividades o charlas o personas de las que la propia filosofía te hizo tomar distancia?
– Yo diría que únicamente me ha abierto caminos, que no me ha cerrado ninguno. Pero sí, el hecho de que la filosofía desarrolle un espíritu crítico y rechace dogmatismos y posturas cerradas hace que quien habita en ellos encuentre en ti alguien que puede ser molesto y puede generar alguna colisión… Al abrir el debate, si hay quien no quiere debatir, la misma invitación al debate ya le genera resistencia.

– Jugando con el simbolismo egipcio de la pirámide de cuatro caras, donde el arte, la ciencia, la política y la mística se unen en la altura de su cima, dándonos indicios de la esencia de la sabiduría, ¿qué opinas de los objetivos de la educación que se imparte actualmente en escuelas y universidades, donde la especialización parece ser la “verdad” buscada?
– Mi impresión es que la educación en escuelas y bachillerato no favorece la intercomunicación entre saberes, sino que se presentan las asignaturas como si fueran compartimientos cerrados, donde aquí llega la física, aquí llega la matemática, aquí la química, aquí la biología, la literatura, y muy pocas veces se establecen puentes, de ahí la importancia de la filosofía a la hora de establecer esos enlaces entre unas y otras.
Cuando llegamos al nivel universitario, parece que de por sí entonces toca entonces optar por una de las ramas del saber para hacerse especialista. Y en tanto seas alguien que domine profundamente ese campo estás en disposición de conseguir un buen puesto de trabajo…
Hasta hace poco tiempo, en las facultades había lo que se llamaba créditos de libre elección, con los que los alumnos podían complementar su carrera haciendo materias de otras carreras, pero esto está en vías de extinción, y estamos volviendo a que el físico profundiza muchísimo en física, el matemático en matemática, el historiador en historia y hay pocos nexos.

– Y tú, personalmente, ¿por qué cara de la pirámide has empezado a subir?, ¿por donde has empezado este camino de preguntarte cosas, por el lado de la ciencia, de la religión? Antes mencionabas tus clases de catequesis…
– Bueno, aquello fue de pequeño, porque te apuntan tus padres y de hecho no sabes muy bien por qué estas apuntado allí… Te bautizan mucho antes todavía, perteneces a una religión y nunca has tenido opción de preguntar…
Yo entré a la filosofía, como decía antes, de pequeño, un poco por vía natural, porque en cuanto se me aparecieron los filósofos me sentí cómodo con esas temáticas. Pero en cuanto a estudios, estudié ciencias puras  y podría decir que estudié ciencias sobretodo porque me satisfacía mucho poder estudiar algo donde hubiese objetividad en la corrección, es decir: me acuerdo de que comentaba un poema y no sabía exactamente a qué obedecía la nota. En cambio, si hacía una integral de matemáticas, tenía la tranquilidad de que si lo hacía bien, aquello estaría bien. Preferí la seguridad que me daba la ciencia en comparación con el otro aire un poco “abstracto”… Pero como la actitud filosófica estaba, acabé haciendo filosofía, que para mí siempre ha sido interdisciplinar, por esta visión que hemos comentado, que es un puente entre todos los saberes.
Tal vez por lo anterior, dije: “bueno, hago Filosofía”, que es especulativa, pero dentro de Filosofía acabé con la especialidad de Lógica Matemática, tendiendo a esa objetividad del conocimiento. Después de la lógica matemática, sentí el deseo de más aplicación a la vida cotidiana, y ahí fue donde me entró el interés por descubrir el campo este de la filosofía aplicada. Tras varios años de trabajar con fórmulas, con el teorema de Gödel…

– Bueno, pero ha habido entonces una manera de que todas esas fórmulas, se apliquen en tu vida, y eso es genial, es una “comprobación”.
– Sí. De hecho, el estudio de la lógica es una sofisticación sobre el tratamiento de qué argumentos son correctos y cuáles no lo son y trabajas constantemente sobre textos, incluso el texto de nuestra vida, nuestra narración vital… Dentro de esa narración tratas de examinar el hilo lógico, la coherencia, si hay o no hay falacias…

– Siendo alguien vinculado con la filosofía en el siglo XXI, ¿qué impresión tienes de Internet? Vemos que es cada vez más influyente en la vida diaria, sobre diferentes espectros sociales, educativos, de edades… ¿Qué te genera esto de las máquinas metidas en relación directa con los humanos en su vida?
– Bueno, diría que va a haber un antes y un después de Internet. Un cambio tan drástico como antes y después de la máquina de vapor, o antes y después de la imprenta. Internet está revolucionando muchos aspectos de la vida humana y, desde luego, es una cuestión para abordar desde la filosofía profundamente: cómo va a afectar, cómo está afectando ya. Las redes sociales en todos sus formatos ya están, sin duda, afectando, para bien y para mal, como todo aquello que es un medio y que se puede emplear de muchas maneras. Es un juguete nuevo que nos ha caído y todavía hemos de aprender a usarlo y a movernos con él.
Internet nos abre múltiples posibilidades, pero también muchos riesgos. Por un lad,o parece que acerca a las personas: por el otro, hay gente que solo se comunica a través de un teclado y una pantalla. Humaniza, deshumaniza…

– Todo a la vez, y a una velocidad…
– Y nos cambia.

– Joan, una con algo de actualidad… Los conflictos que se han dado en los últimos días en Egipto, y lo asocio también a los conflictos que se dieron hace aproximadamente un año en Grecia, siendo estos sitios dos referencias fundamentales en la historia de la humanidad, ¿qué lectura tienes sobre esto, y qué nos queda al resto del mundo si estos pueblos, con semejantes raíces filosóficas y espirituales, están como están ahora?
– Diría que es una cuestión también de alto alcance… Para ser breve: posiblemente haya elementos estratégicos en el desarrollo del capitalismo ahora mismo en el planeta, que no solo hacen que los más débiles padezcan económicamente de forma especial esta crisis, sino que además pueden existir determinados intereses para que haya situaciones de conflictos en las calles, discusiones acerca de quién está en el Gobierno… Diría que no es inocente del todo ni es por casualidad, sino que hay a quien le interesa que estén habiendo problemas en las calles… Porque, de alguna forma, la involución del capitalismo en cuanto a derechos sociales y laborales se nutre de mostrar cómo en determinados países hay alarma social, de modo que generan también un aviso para nosotros: “si no queremos acabar como ellos, aceptemos la reforma laboral, aceptemos la reforma de las pensiones, aceptemos esto, aceptemos lo otro, porque si no… ahí tenemos donde podemos desembocar.

– Suele darse que cuando uno menciona la palabra filosofía, a ciertas personas le genera como un rechazo o tomar distancia, porque se cree que hablar de filosofía es solamente para un reducido grupo de frikis o para gente sumamente inteligente, cerebros superdotados… ¿Qué podrías decirle a esta gente que se aleja debido a este prejuicio?
– Primero, que pierdan el miedo rápidamente a todo lo que venga de la filosofía. Suelo decirles a mis alumnos en clase que si cuando explico filosofía no les atrae, que piensen que el problema soy yo… porque la filosofía es fantástica y además “engancha”. Si uno comienza a leer filósofos, sus reflexiones, sus planteamientos… nos hablan de la vida, nos hablan de nosotros. Veremos que muchas de las inquietudes que ellos tenían las compartimos con ellos, y en momentos de cierta reflexión personal, esas preguntas nos invaden, se hacen presentes. Es cuestión de elaborar una buena “hoja de ruta” para leer aquello que es accesible primero y no saltar directamente a algo sumamente complejo.
Posiblemente encontremos en autores clásicos vías de acceso mayores que en filósofos contemporáneos. Es más fácil leernos la Apología de Sócrates o las cartas de Epicuro que leer a Sartre o a Foucault. Pero claro, también están apareciendo en los últimos años libros muy buenos de divulgación filosófica, que tienen como intención acercar la filosofía a un público más diverso, incluso utilizando humor.
Se está haciendo mucho para que la filosofía tenga un alcance mas amplio, convencidos de que una sociedad democrática necesita de una población despierta, que reflexione, que sea crítica, y creemos que para que la democracia se pueda ejercer responsablemente y la población se involucre en la marcha de la sociedad, la población ha de estar informada, ha de encontrar pasión por la lectura, por la reflexión filosófica y por ello, esa intención de llevar la filosofía a toda clase de ámbito.

– Te agradecemos… el tiempo dedicado y la claridad con la que te has expresado haciéndonos disfrutar de esta charla.
– Fue un placer.

Para saber más:
http://www.afpc.es/
http://www.congreso.afpc.es/

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