Historia — 31 de marzo de 2018 at 22:00

Cástulo, municipio romano

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La ciudad iberorromana de Cástulo, emplazada en la margen derecha del río Guadalimar, cerca de Linares (Jaén), constituyó uno de los centros capitales del mediodía peninsular durante la Antigüedad, tanto por la extensión de su recinto amurallado (50 ha) como por su posición estratégica en la cabecera del valle del Guadalquivir.

La ciudad destaca como nudo principal en las vías de comunicación de la época y, a lo largo de su historia, tuvo un acceso privilegiado a los recursos mineros de Sierra Morena. El oppidum –o ciudad fortificada– de Cástulo, primero, fue el más importante núcleo de población de la Oretania ibérica y, más tarde, se constituyó en municipio romano, llegando a ser sede episcopal en época bajo-imperial.

Los autores clásicos otorgaron un especial reconocimiento a la ciudad de Cástulo, debido en particular a su protagonismo en el transcurso de la II Guerra Púnica –el conflicto por el control del Mediterráneo occidental que enfrentó a Cartago con la República romana–. En efecto, habiendo destacado Cástulo, en un primer momento, por su fidelidad a la causa cartaginesa, acabó suscribiendo una alianza con Roma. Esta circunstancia le va a permitir mantener una excepcional autonomía política, continuando vigentes durante siglos sus propias instituciones.

En julio de 2011, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía crea el Conjunto Arqueológico de Cástulo, abriendo una nueva etapa para el conocimiento y el aprovechamiento público de esta antigua ciudad iberorromana y de su museo monográfico en Linares. La larga secuencia de la zona arqueológica de Cástulo, que encierra 4000 años de historia –desde la Edad del Cobre hasta el siglo XV–, y las condiciones excepcionales de su conservación a través del tiempo, hacen de este sitio un segmento imprescindible para conocer la historia de Andalucía.

Cástulo, entre Roma y Cartago
Resultando Cástulo el tercer topónimo más veces citado en los textos griegos y latinos referidos a la Península, el conocimiento de su historia surge de la confrontación de esas fuentes escritas con los testimonios mudos, y a veces involuntarios, que aporta la investigación arqueológica.
Relato de los acontecimientos

En el año 548 desde la fundación de Roma, que corresponde al 206 a. C., Lucio Marcio, al frente de un tercio del ejército de Publio Cornelio Escipión Africano, acampó a la vista de las murallas de Cástulo. Mientras, el general, con el resto de las tropas, asedia a la vecina ciudad de Iliturgi, que fue destruida.

Estos dramáticos acontecimientos ocurrieron hace 2224 años, cuando la ciudad de Cástulo acabó siendo cercada por todo el ejército romano, que tuvo aquí –por el momento– su último objetivo en Hispania. Después, el ejército romano pasó a África, donde va a discurrir la última etapa de la II Guerra Púnica, que concluyó en el 202 a. C. con la victoria en la batalla de Zama de Escipión Africano sobre Aníbal.

El asedio de Cástulo se levanta después de un pacto suscrito entre Roma y nuestra ciudad, que por tanto no fue tomada en términos militares. No conocemos las cláusulas de esa alianza, aunque sí algunas de sus consecuencias. Las minas de Sierra Morena inician una etapa de inusitada actividad, pues la plata era un recurso estratégico para Roma, y sin contradicción aparente con esos cambios, Cástulo sigue utilizando su propia moneda, donde continúan apareciendo la lengua y los símbolos de la ciudad oretana –el jabalí, el toro bajo creciente lunar y, de manera destacada, la esfinge marcarán los tres valores acuñados–.

Primeras huellas de Roma
Las investigaciones arqueológicas recientes han desvelado concretas evidencias de cómo ocurre la «romanización» de Cástulo; cada una ilumina circunstancias particulares donde se materializa ese proceso. En un primer tiempo, se remodela el anterior santuario púnico-oretano de Torre

Alba, solo para que el culto siguiera vigente durante siglos bajo la protección de Roma, y se construye el primer hito monumental del nuevo orden romano, el templete del león coronando la muralla nororiental. Cástulo todavía no era una ciudad romana, aunque ya estaba recibiendo la impronta de Roma.

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El santuario de Torre Alba estuvo en una posición prominente de la acrópolis de Cástulo. Las primeras actividades en este lugar se datan en los siglos VIII-VII a. C. y, en el siglo III  a. C., fue objeto de una profunda reedificación, en los prolegómenos de la segunda guerra entre Roma y Cartago, cuando también se recrecen en distintos puntos las antiguas murallas ibéricas. En este momento, Cástulo aparece alineado con Cartago, hasta el punto de que Imilké, la esposa de Aníbal, fue una «princesa» de Cástulo. Después del año 206 a. C., cuando Cástulo se ha convertido en aliada de Roma, y después de hacer patente una ruptura con la construcción preexistente, se reanuda el culto en Torre Alba, manteniéndose al menos hasta el siglo II d. C.

Entonces, también se levanta el monumento del león en el extremo nororiental del cerro de la Muela, sobre el anterior recrecimiento de la muralla realizado en época púnica. Tanto el león flanqueando la entrada de este templete, que debió de tener enfrentada otra escultura similar, como la guirnalda de adormideras, manzanas, piñas y otros frutos que coronaba su fachada, apuntan al carácter funerario de este edificio –la fiera aparece en posición medio sedente atrapando bajo su garra una cabeza de rasgos negroides–. Hemos encontrado significativo que para esta obra se utilizaran materiales procedentes de anteriores edificios púnicos –la primera arquitectura romana en Cástulo se estaba construyendo a partir del expolio de anteriores arquitecturas púnicas–.

Construcción del municipio romano
La homologación cultural y política, que Roma acaba imponiendo en todo el Mediterráneo, habría de esperar en nuestra ciudad, al menos hasta la constitución del municipio romano de Cástulo en los primeros tiempos de la edad imperial. Solo entonces la ciudad de Cástulo necesita dotarse de una arquitectura pública y un urbanismo característicos, que fueron demandados por las nuevas instituciones ciudadanas y políticas del emergente municipio. En la primera edad imperial, durante los siglos I y II d. C., nuevos proyectos concurren para configurar el centro monumental del municipio romano de Cástulo, como un pórtico (edificio T) que ordena el centro físico y urbanístico de la ciudad, o un edificio público singular con sorprendentes recursos decorativos como los mosaicos (edificio D).

Para edificar el pórtico se hace tabla rasa de las arquitecturas precedentes, ocupando una superficie de 1188 m 2 . Se traza con una planta compacta y exenta –en manzana cerrada– con su único acceso abierto al principal eje urbano –la vía que unía la puerta norte de la ciudad con el centro de la ciudad–. Dentro, a oriente, un triple ábside preside un patio enlosado de 470 m 2 , porticado en sus tres lados restantes, y en su fachada posterior, se sitúan seis tabernae –tiendas–, protegidas también por un pórtico, que las separa de la calle inmediata. El proyecto se lleva a cabo en los siglos I y II, cuando se edifica, usa y reedifica, y fue solo la pieza central de un ambicioso programa de reforma del centro urbano, que incluye las termas próximas y otros espacios anexos.

Casi 300 años después del pacto de Cástulo con Roma, a caballo entre los siglos I y II d. C., se encontraba en avanzado estado de construcción un edificio público excepcional. Las obras se interrumpen, e inmediatamente, se retiran las cubiertas y selectivamente se demuelen algunos de sus muros –en el centro monumental de la ciudad quedará durante años una arquitectura desmantelada–. La actuación se desarrollaba en tres planos o terrazas, que ascienden de sur a norte. El inferior fue un espacio abierto, a modo de plaza; el medio se ocupa, al menos, por cuatro naves independientes separadas por patios intermedios; y el superior se ocupa por una construcción de menor tamaño que, desde la altura, domina visualmente el conjunto.

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Una de esas salas fue pavimentada con el mosaico de los Amores , apareciendo mosaicos geométricos en al menos otras dos salas, todas con muros estucados con motivos geométricos o figurados. El nombre del mosaico de los Amores obedece a la presencia en su emblema de seis erotes o amores , entre las cuatro estaciones personificadas, ocupando un lugar central en la composición dos tondos, donde se ilustran los mitos del juicio de Paris y de Luna y Endimión. Este conjunto construido, que fue concebido como un proyecto unitario, encierra todavía más preguntas que respuestas. Por el momento, solo podemos sugerir como una posibilidad que fuera la sede del culto a Domiciano (81-96 d. C.), y que, por tanto, el edificio hubiera compartido el funesto final de este emperador.

Epílogo en la ciudad cristiana
Sobre la ruina de las arquitecturas monumentales del municipio de Cástulo, en los siglos IV y V, la ciudad se reconstruye. Un nuevo lienzo de muralla se sobrepone encima de las antiguas fortificaciones ibéricas y cartaginesas, a menudo construido con los restos de otras obras más antiguas. Las evidencias de este tiempo han aparecido en todos los sitios donde hasta ahora se ha excavado, y de hecho, las huellas de esa ciudad marcada por la primera implantación cristiana aparecen siempre bajo la superficie actual del terreno –está bajo nuestros pies–.

En el centro de la ciudad, donde estuvo el pórtico de los siglos I y  II d. C., y ocupando en parte el viario antiguo, hemos reconocido la presencia de una comunidad judía en Cástulo. Las lucernas con la menorá , el candelabro de siete brazos de los judíos, y un grafito en su lengua son indicios inequívocos. Tal vez, un edificio de planta cuadrada y cabecera absidal a oriente, hace años excavado, pueda identificarse con la sinagoga de esa comunidad. Se proyecta ocupando parte de la fachada posterior del antiguo edificio T, abarcando también el pórtico y la calle adyacentes.

Casi al mismo tiempo, en la primera mitad del siglo IV d. C., una original arquitectura cristiana surge sobre las ruinas del edificio de los mosaicos –el llamado edificio D–, del que antes advertíamos su posible identificación con la sede del culto imperial a Domiciano. De planta cuadrada, se organiza en torno a un patio con banco adosado en dos de sus lados, y tiene a occidente una nave sobre cripta –a modo de martyrium –, y pequeña sala con pila identificada con un primitivo baptisterio. En un espacio inmediato, se encontró la patena en vidrio de Cristo en majestad –una de las primeras imágenes de Cristo en Occidente–. El conjunto se clausurará en el siglo siguiente, cuando parece que siguiera los pasos que observamos en la cercana judería.

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En efecto, cerrando otro ciclo, en algún momento de los años centrales del siglo V d. C., en ambas localizaciones del antiguo centro monumental del municipio romano, donde se habían asentado judíos y cristianos, se observa un precipitado abandono. Aún la ciudad de Cástulo seguirá viva en época visigoda, pero será apenas una sombra del municipio romano que fue, y de la primera «ciudad cristiana» que vino después. Pero esa… es otra historia, que también está contenida en la larga secuencia de la zona arqueológica de Cástulo.

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