Ciencia — 1 de julio de 2013 at 00:00

El misterio de la atracción

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¡Qué curiosidad ejercen en nosotros los imanes! Dice Einstein que fue uno de sus primeros asombros físicos, y creo que todos los niños hemos dedicado unas cuantos ratos a observar cómo generan dibujos en limaduras de hierro. Adjunto unas imágenes muy curiosas de cómo hacer fácilmente una sustancia líquida ferromagnética y ver las líneas del campo de fuerza que genera un imán:
http://video.about.com/chemistry/How-to-Make-Liquid-Magnets.htm
La historia del magnetismo se remonta a la Antigüedad. Griegos, chinos e indios ya sabían que determinado tipo de piedras atraían el hierro: la magnetita, un óxido de hierro, que sirvió de base para la fabricación de brújulas. También sabían que al frotar el ámbar se generaba una fuerza débil que hacía que pedacitos de hojas fueran atraídas a distancia. Desde siempre, los misterios han fascinado y motivado la mente humana hacia el descubrimiento.
El primer misterio del mundo del magnetismo son los dos polos de un imán, y que los polos distintos se atraigan. ¡Cuánta poesía se ha gastado en esa imagen a lo largo de la historia! Dijo Federico García Lorca: Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.
Y los polos iguales se repelen. Este principio acerca de la repulsión de dos polos iguales se está utilizando para levantar pesos enormes. Varios países han construido trenes avanzados de levitación magnética (trenes maglev, el primero fue en Birmingham, en Reino Unido en 1984); como la fricción es nula, el tren puede alcanzar velocidades extraordinarias.
Pero aún mayor es el misterio que reside en la división de un imán. Aunque intentemos separar los dos polos cortando el imán, el resultado es que las dos partes ¡vuelven a tener dos polos! Y así hasta el infinito. La explicación directa es que no existen monopolos magnéticos en la naturaleza, cada molécula tiene en sí los dos polos. Una de las leyes fundamentales del electromagnetismo, la Ley de Gauss para el magnetismo, nos dice que el flujo magnético que atraviesa una superficie cerrada siempre es cero; de forma gráfica, significa que las líneas de fuerza magnética son cerradas siempre y conforman los dos polos.
Citaré un tercer misterio fruto de muchos estudios: la fuerza invisible que traspasa toda la Tierra. Ya en 1600, William Gilbert, el médico de Elizabeth I de Inglaterra (reina culta que se rodeó de excelentes personajes) publicó un libro en el que afirmaba que toda la Tierra era un imán, pues hasta ese momento muchos creían que las brújulas apuntaban al Norte porque había islas magnéticas en los Polos. Gilbert estaba en lo cierto: toda la Tierra tiene un enorme campo magnético. Además, los polos magnéticos ¡no están quietos!: se desplazan ligeramente unos 15 kilómetros al año. Los científicos aún están tratando de explicar por qué la Tierra posee un campo magnético. No basta con saber que el núcleo terrestre tiene gran cantidad de hierro, ya que si el núcleo tiene la temperatura que suponemos (superior a los 770 grados Celsius, que es la llamada temperatura Curie a partir de la cual los materiales pierden sus propiedades ferromagnéticas), el campo magnético no provendría del hierro del núcleo. La teoría es bastante complicada; se basa en corrientes eléctricas que circulan por el núcleo que, junto con la rotación, efectúan un efecto dinamo, como también sucedería en las estrellas. Además, este campo se ha invertido más de 150 veces en los últimos 70 millones de años, más allá del desplazamiento anual que he citado anteriormente.
Este campo magnético desvía mucha radiación cósmica. El espacio alrededor de la Tierra está lleno de líneas de fuerza que pueden desvían la materia, como un campo de fuerza de las naves espaciales de la ciencia ficción. Esta es una visión del campo de fuerza:
Aurora boreal
Y aún otro misterio: su relación con la electricidad. Para ello deberíamos hacer un curso de más de 500 horas de duración para acercarnos a comprender lo que Maxwell describió en sus pocas leyes. Lo dejaremos para otro artículo y para otro atrevido articulista.

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