Ciencia — 4 de mayo de 2009 at 16:58

El Sol, ese gran desconocido

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El año 2009 ha sido designado como el Año Internacional de la Astronomía. Y si un cuerpo es protagonista absoluto de la astronomía, ese es el Sol. Con su resplandor domina totalmente el cielo. Es nuestra fuente de luz y calor, de tal manera que sin él la vida en la tierra sería imposible, pues su luz es el motor de la fotosíntesis que permite el crecimiento de las plantas y su posterior consumo por los animales. Mas de su dinámica interna sabemos muy poco.

Un ejemplo lo tenemos en el ciclo de actividad magnética solar, que percibimos en las bellísimas auroras boreales y en las manchas sobre el disco solar. El máximo de manchas visibles sobre el disco sigue un ciclo de once años, con altibajos dentro del mismo. Asimismo la polaridad magnética de las manchas cambia en cada ciclo, de manera que el ciclo magnético es de 22 años. Es interesante destacar que las manchas aparecen a latitudes altas solares, y conforme envejecen se desplazan hacia el ecuador solar. Parece como si realizaran un viaje completo en torno al sol.

Los soles más quietos, sin apenas manchas y sin su consiguiente actividad magnética se observan aproximadamente cada once años, como descubrió el astrónomo alemán Schwabe a mediados del siglo XIX. Las manchas solares son islas magnéticas del tamaño de un planeta, situadas en la superficie solar, emiten trozos del sol y una intensa radiación ultravioleta. Mediante el estudio de los gráficos del número de manchas solares, que se venían detectando y clasificando desde el descubrimiento del telescopio con Galileo, Schwabe pudo establecer el ciclo de once años, aunque la polaridad magnética no se pudo descubrir hasta mediados del siglo XX. Remito al lector interesado a la siguiente página de Wikipedia, donde puede encontrar información ampliada: https://es.wikipedia.org/wiki/Mancha_solar.

Actualmente estamos saliendo del mínimo del ciclo solar. Hay que indicar que el ciclo solar de once años no es totalmente exacto. Todavía desconocemos la causa de las manchas solares y de los remolinos magnéticos que las soportan; por tanto, lo único que sabemos sobre el ciclo está basado en datos experimentales, y estos nos dicen que tanto la duración como la intensidad del mismo (el número de manchas visibles) son variables.

De hecho, desde mediados del siglo XVII hasta comienzos del XVIII se produjo un mínimo, que hoy llamamos Mínimo de Maunder, en el que la intensidad de las manchas se redujo notablemente. Raramente se observaban manchas solares y el ciclo solar parecía haberse roto completamente. Curiosamente, el mínimo de Maunder coincidió con una Pequeña Edad de Hielo, una serie de inviernos muy crudos en el hemisferio norte. Ninguna teoría es capaz de relacionar la caída del ciclo solar con la Pequeña Edad de Hielo, aunque es posible que la baja actividad solar no fuera la única causa, ya que durante ese período la actividad volcánica aumentó en todo el planeta.

Mas el lector se preguntará: todo lo anterior, ¿en que nos puede afectar? Pues según el Congreso de los EE.UU., en mucho. En el año 2001, durante el máximo del ciclo solar anterior, la comisión de defensa encabezada por el secretario de estado Donald Rumsfeld advirtió del peligro de que la mayoría de los satélites espaciales pudieran quedar inhabilitados por una tormenta geomagnética provocada por el máximo de actividad magnética solar. Una llamarada magnética de la estrella podría afectar al delicado equilibrio del campo magnético terrestre, haciendo vulnerables los delicados sistemas electrónicos que mantienen en órbita a los satélites.

Siendo los satélites los principales canales de información y comunicación, el máximo de actividad de una mancha solar podría suponer en la Tierra la caída de las comunicaciones mundiales. Y no sólo el sistema de comunicaciones podría venirse abajo. Se sabe que en 1989, durante otro máximo de ciclo solar, una tormenta geomagnética dejó sin electricidad a seis millones de personas en el estado de Quebec, en Canadá. Si actualmente se diera otro fenómeno similar, el número de afectados sería de unos veinte millones. Además, las tormentas geomagnéticas son más frecuentes conforme la latitud de las mismas sea mayor. Cerca de los polos se produce el máximo de actividad magnética. Pero desde comienzos de siglo las rutas aéreas pasan cada vez más por el Polo Norte. No se puede descartar la posibilidad de un accidente aéreo durante una tormenta magnética solar.

Recordemos que, de momento, ninguna teoría es capaz ya no de explicar la causa de las manchas solares, sino cuando se puede producir una tormenta magnética solar con un mínimo de anticipación. El próximo máximo del ciclo solar se espera hacia el año 2012. Si no estamos preparados para entonces, es posible que una serie de catástrofes demuestren la inestabilidad de nuestra forma de vida, y nos hagan plantearnos nuestro modo de vivir y de comunicarnos.

 

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