Historia — 11 de diciembre de 2007 at 17:27

Los héroes de carne y hueso

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Ejerc_Terremoto_GEA012.jpgHéctor y Aquiles, Rómulo y Remo son unos personajes que desde que aprendimos a leer, y casi con las primeras letras a amar la Historia, a veces inseparable de la leyenda, han alimentado nuestros sueños. Hoy surgen de ellos y toman cuerpo.

El arqueólogo Andrea Carandini, excavando en el Palatino, se ha convencido absolutamente de la existencia de Rómulo. Asegura haber encontrado el surco primigenio, el trazado original de los muros de Roma hecho por el gemelo en el año 750 a.C.
Así, el niño criado por la loba junto con Remo, surge de la leyenda con fuerza de realidad. Si hubo un trazado de límites fundacionales, si la época encaja, ¿por qué no pudo existir el hombre que entonces y allí lo trazó? Se ha sostenido que Roma nació de una progresiva agregación de pueblos; ahora surge esa línea de muralla, con una puerta del siglo VIII a.C. y unas cerámicas bajo la misma datables del 750 al 725 a.C. Por si fuera poco, y de la misma fecha, se han hallado algunas cabañas, precisamente donde los antiguos habitantes de la zona situaban y casi veneraban una llamada ‹‹casa de Rómulo››.
¿Es el Rómulo que conocemos, o es un genérico gentilicio equivalente a ‹‹romano››?
Pero Carandini no es el único que nos abre la puerta de los sueños. Más lejos, en Troya, Manfred Korfmann está convencido de que sus excavaciones confirman, letra por letra y piedra por piedra, al dictado de la Iliada, el lugar exacto en que Héctor recibió la muerte de manos de Aquiles, en torno al 1200 a.C.
El arqueólogo ha descubierto un documento escrito en Troya: una placa sigillata en escritura jeroglífica usada por los hititas, en la que se lee la palabra ‹‹escriba››, lo que demuestra dos cosas: que la ciudad troyana disponía de burocracia y que gravitaba en la órbita hitita. Quizá Ilión era la Wilusa de los archivos hititas, en lo cual abundaría que en estos archivos se nombra a un Alaksandos, y el otro nombre del troyano Paris es, en la Iliada, Alessandro.
En el Canto XXII de La Iliada, Héctor y Aquiles se enfrentan‹‹donde se revuelven dos resurgencias del río Escamandro, cerca de dos hermosos pilones de piedra››.

iliada3.jpgAllí Aquiles mata a Héctor ante los ojos de los troyanos.
Korfmann afirman haber descubierto, fuera de los muros, las resurgencias y los pilonos, visibles desde una torre cuyos basamentos existen: Homero no se lo inventó. El escenario es real. ¿Lo fueron los héroes? ¿Por qué no? ¿Qué lo impide?
El nefastamente desmitificador y materialista siglo XIX tuvo a gala llevarse por delante una multitud de figuras, de personajes, que juzgó legendarios. El mismo Rodrigo Díaz de Vivar estuvo en la picota mucho tiempo. Sin embargo, su luz histórica se ha abierto paso. Se ha dudado de mucho, y mucho se ha demostrado: el Arca de Noé mostró a los aviones rusos sus restos en la cima del Ararat, por más que las fotos fuesen ocultas o destruidas por no dar razón a un texto sagrado. Episodios considerados fábulas se han documentado, como demuestra un extraordinario libro, La Biblia tenía razón.
Schliemann nos puso ante los ojos una ciudad tenida por legendaria, esa Troya de la que hablamos, precisamente utilizando como guía la Iliada de Homero. La máscara de Agamenón, y si no es de él es de otro rey troyano, está ante nuestros ojos. No hace muchos años, la tumba del mismísimo rey Midas nos mostraba su banquete funerario. ¿No se dudaba de la existencia del joven y poco importante Tutankhamon hasta que Carter nos hizo el prodigioso regalo de su morada en el Valle de los Reyes?
Dejadnos el placer infinito de pensar que los protagonistas de nuestra lecturas, de nuestro despertar a la belleza de los abismos del pasado, del amor que sentimos por los héroes, fueron un día carne y hueso como los nuestros.

 

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