Historia — 31 de enero de 2020 at 23:00

Hatusa

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Los que conocemos como heteos son una misteriosa civilización en las tierras de Anatolia. Olvidadas desde que asirios y persas aplastaron con violencia la zona. El historiador Homero, mi buen amigo, los llama keteioi, y otro amigo, Herodoto, menciona a Mursilos, uno de sus reyes. Estrabón deja indicaciones sobre ellos, vagos e imprecisos, pero valiosos, porque precisamente él procedía de Amasia, ciudad fuerte de los heteos.

Por todos ellos sabemos que eran grandes maestros de la metalurgia. Los dioses les enseñaron los secretos del fuego y el metal, dicen. Durante todo el segundo milenio a. C., su fama de forjadores se extendió por todo el Oriente. Después, por alguna razón que desconocemos, pierden el secreto, y con él su fuerza. Cuando el rey Ciro llega a sus tierras, no son ya sino ladrones montaraces escondidos en cuevas.

Maestra Historia no sabe todos los secretos del devenir. Pero se entristece por los mundos perdidos en la noche del tiempo.

Su nombre también se puede leer en la Biblia, pero ya mezclados con los sirios, restos de los pueblos mixtos que se formaron en las orillas del Éufrates y el Orontes. La verdadera cultura hetea se encuentra en Anatolia Central, entre los siglos XIX y XII a. C.

Hattusa Bronze Tablet Cuneiform

Sabemos que tenían hermosos santuarios. El mayor fue el de Yazilikaya, y en sus jeroglíficos se narra casi toda la historia del pueblo. Menciona al rey Tutalija y al dios Sharrumma. Hay círculos solares, hoces, cruces, esvásticas.

En los textos egipcios se los cita en el Poema de Pentaour; tomaron parte en la batalla de Qadesh, y por lo tanto fueron vencidos por Ramsés II. Se firmaron paces entre ambos reinos, y por parte de los heteos firma Hatusili II. Su nombre significa Señor de Hatusa.

En Hatusa estaba la biblioteca real. Centenares de tablillas pueden verse hoy en los museos de Estambul y de Berlín. Están escritas en una variedad del cuneiforme clásico.

En las excavaciones de la Montaña Negra, en Anatolia, se encontraron, además, estatuas. Cabezas con ojos muy abiertos, de pasta vítrea con fijas pupilas de obsidiana negra y algo como un turbante, o quizá pelo muy peinado en torno a la cabeza.

Yazilikaya

Madre Historia querría preguntarle por la suya, por qué un día desaparecieron, por qué perdieron el secreto del fuego y el hierro…

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