Culturas — 31 de diciembre de 2019 at 23:00

Historia de Júpiter y Leda

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Júpiter y Leda

En Esparta reinaba Tíndaro, casado con Leda, princesa de Etolia, que había cautivado el corazón de su esposo por su grandiosa hermosura. Tíndaro sabía que su esposa contaba con gran número de admiradores, pues cuando se presentaba en público atraía las miradas de todo el mundo; pero no conocía el amor que por ella sentía Júpiter, el más sinceramente enamorado de la dama. Leda era completamente fiel al amor del monarca y no se sentía halagada por demostraciones de admiración que no partieran de Tíndaro.

Júpiter estaba convencido de que su presencia ante Leda sería rechazada por ella misma y, conociendo la delicadeza de la reina, se transformó en el animal que más podía atraer el cuidado de su amada. Estaba Leda junto al gran estanque de su jardín cuando vio un precioso cisne en él: blanco, limpio como ninguno y manso, hasta el punto de acercarse a ella en cuanto la veía. Leda gozaba con aquel juguete lo indecible, y en cuanto podía, bajaba a su jardín para acariciar a su buen amigo. Fueron tomando más confianza cada vez, y el cisne manifestaba un singular agrado en los brazos de Leda o cuando se sentía acariciado por sus manos, tan blancas como él. Pasó el tiempo, y a los nueve meses de la aparición del cisne Leda, tuvo cuatro niños. Dos de ellos, Elena y Pólux, nacieron encerrados en un huevo blanco y hermoso, como hijos de aquel cisne que tanto quería a Leda, y en otro huevo aparecieron los otros dos, Cástor y Clitemnestra, a los que se consideró hijos del rey de Esparta.

Elena, la hija del cisne, fue la mujer más hermosa de cuantas entonces vivían en la tierra, y por ella los hombres promovieron guerras.

Antología de leyendas de la literatura universal

Ed. Labor, Barcelona, 1953

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