Sociedad — 1 de marzo de 2007 at 00:16

Miguel Servet, un científico incómodo

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En la Universidad de París alcanzó el grado de doctor en Medicina. Pero también en esta ciudad tropezó con quien habría de
ser su implacable perseguidor: Calvino. Éste fue quien lo delató ante la Inquisición de Viena, que lo condenó a ser quemado vivo con sus libros.

Las grandes figuras del Renacimiento coinciden en reconocer la relación esencial del hombre con la Naturaleza, y es sobre esta base que la corriente humanista establece la premisa fundamental de la investigación experimental moderna. La nueva investigación está fundada en la observación y la experiencia, aspectos que sólo pueden ponerse en acción a través de un interés vital que proviene del hecho de que el hombre está imbricado en la Naturaleza, y que una de sus facultades cognoscitivas más eficaces deriva, precisamente, de su relación con ella.

En este sentido nos interesa destacar a un personaje sorprendente y no suficientemente conocido del Renacimiento: Miguel Servet.

APASIONADO POR LA MEDICINA Y LA TEOLOGÍA

Podemos afirmar sin equivocarnos que Miguel Servet fue uno de los médicos más cultos de su siglo, sin desconocer por ello la Teología, que había sido la guía inamovible de cualquier otro conocimiento. Además, le interesaron la Filosofía, las leyes y todas las ramas de la ciencia de su tiempo.

Se sabe que nació en España, aunque no es seguro que haya sido en la actual provincia de Lérida o en Tudela, en el reino de Navarra. Nos inclinamos por esta segunda opción y por la fecha de 1509. Muy pronto mostró disposición para los estudios, tanto que a los catorce años ya conocía el latín, el griego y el hebreo. Se dedicó intensamente a la Teología, y si bien se apasionó por la Medicina, quiso relacionarla con los misterios originales de la Divinidad.

Casi con veinte años su padre lo envió a Toulouse, en Francia, a estudiar leyes. Fue aquí donde despertaron sus fuertes aficiones teológicas. También se comenta que previamente estuvo en Italia, en el cortejo del emperador Carlos V, donde tomó contacto con un movimiento heterodoxo de arrianos renovadores. En Alemania y Suiza conoció el movimiento protestante. Se cuenta entre sus amistades más frecuentes, en esta época de su vida, al mismo Calvino.

En 1531 publicó su obra De trinitatis erroribus. Esta obra le valió duras críticas de los protestantes, especialmente de Zwinglio, quienes lo consideraron orgulloso, disputador, blasfemo y hereje por su doctrina antitrinitaria. En Basilea se prohibió el libro y algunos magistrados propusieron su pesecución.

Un año después publicó un segundo libro sobre el mismo tema, a causa del cual tuvo que abandonar Suiza y marchar a Francia sin dejar sus ideas teológicas, pero dedicándose a otros estudios. Para su seguridad personal cambió su nombre –con el que había firmado sus escritos– por el de Miguel Villanovano o Michel de Villeneuve.

PERSEGUIDO POR HEREJE

Durante los siguientes veinte años se dedicó a la Medicina, pero su espíritu inquieto le llevó también a indagar en la Geografía, la Astronomía, las Matemáticas, etc. En la Universidad de París alcanzó el grado de doctor en Medicina. Pero también en esta ciudad tropezó con quien habría de ser su implacable perseguidor: Calvino. Éste fue quien lo delató ante la Inquisición de Viena, que lo condenó a ser quemado vivo con sus libros, y sus cenizas aventadas. Por huir de su delator Servet fue a Ginebra, donde tropezó otra vez con Calvino; lo apresó, lo denunció nuevamente y lo llevó a la hoguera con sus escritos.

Pero antes de tan triste fin, pasó por Lyon, donde empleó su tiempo en estudios de Geografía y Matemáticas. En 1535 publicó un trabajo admirable para su época: una nueva edición de la Geografía de Ptolomeo.

En 1536 volvió a París, donde profundizó sus estudios de anatomía como tutor y compañero del gran Vesalio, un poco más joven que Servet. Adquirió gran fama y renombre, no sólo como médico sino como matemático y astrólogo, reuniendo entre sus discípulos a muchos personajes eminentes de aquel entonces. Como en sus clases hablaba de la ignorancia de los médicos de París en temas astrológicos, fue denunciado por sus colegas como sospechoso de herejía. Para defenderse de estas acusaciones escribió un opúsculo que, además, contiene datos tan interesantes como la descripción de un eclipse de Marte por la Luna, que Servet interpretaba como productor de pestes, guerras, catástrofes y persecuciones contra la Iglesia.

El Parlamento de París decretó “que podía continuar Michel de Villeneuve haciendo profesión de Astrología, pero sin hablar de los particulares influjos de los astros”, y le obligó a entregar todos los ejemplares de su opúsculo.

Tras unos años de vagar inquieto de una ciudad a otra, vuelve a Lyon en 1541, donde publica la segunda edición de Ptolomeo, que dedica al arzobispo de Viena, antiguo discípulo suyo. Al año siguiente publica la Biblia latina, con notas propias e interpretaciones sobre las profecías, de tal suerte que algunos de sus biógrafos opinan que Servet es el padre de la exégesis racional de las doctrinas evangélicas, adelantándose en ello a Giordano Bruno, Spinoza y otros destacados racionalistas.

Luego se traslada a Viena llamado por el arzobispo, y allí vive tranquilo y apreciado por todos como médico durante doce años, sin olvidar los asuntos teológicos.

Sus relaciones con imprentas y libreros de Lyon le pusieron otra vez en contacto con Calvino, con el que intercambió correspondencia. Servet no pudo evitar las inmediatas disputas teológicas y el empleo de términos poco halagadores para quien, en el fondo, pretendía redimirlo. Las cartas del médico comenzaron a llenarse de ironías y, por fin, le mandó el borrador de su libro Christianismi Restitutio, recomendándole de esta manera que lo leyera despacio: “en él hallarás cosas estupendas e inauditas (en efecto, ya describe la circulación pulmonar), y si lo prefieres, iré yo mismo a Ginebra a explicártelas”.

Calvino no quiso recibirlo, pero escribió así sobre Servet: “… pues si viniere, no saldrá vivo de mis manos o poco ha de valer mi autoridad”.

DURA CRÍTICA A LA RELIGIÓN

Tras muchas peripecias, Servet logró publicar esta obra, que era una dura crítica contra las ideas teológicas, tanto católicas como protestantes. A pesar de que puso mucho cuidado en la distribución de los ejemplares, uno de ellos cayó en manos de Calvino, quien lo utilizó para la mencionada denuncia ante la Inquisición de Viena.

Toda su vida fue un conjunto de sucesos extraordinarios que lo convierten en un pensador de primera línea, tanto en lo religioso como en lo científico. Sus osadas opiniones teológicas, sus discusiones con los reformadores de la época, sus disputas con los doctores de la Escuela de París y, sobre todo, su trágica muerte, despertaron la curiosidad de los estudiosos y, desgraciadamente, más fuera de España que dentro de ella. Tras su muerte en Ginebra en1553, quemado en la hoguera junto con sus escritos, el olvido lo cubrió durante más de un siglo y medio. Una primera, aunque incompleta biografía de Servet apareció en Londres en 1712. En España, debemos al ilustre Menéndez Pelayo una biografía completa de Servet en su Historia de los heterodoxos españoles.

Bibliografía
Historia de la medicina. Pedro Laín Entralgo.
Historia de los heterodoxos españoles. Menéndez Pelayo.
Apunte biográfico de Miguel Servet del Dr. José Goyanes Capdevila. Madrid, 1932

 

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