Entrevistas — 31 de julio de 2016 at 22:00

El olimpismo está vivo: entrevista a Conrado Durántez

por

Conrado Durántez Corral es magistrado y doctor en Historia, presidente de la Academia Olímpica Española, de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas, de la Academia Olímpica de ACNO (Asociación Mundial de Comités Olímpicos), del Comité Español Pierre de Coubertin y de la Asociación Española de Filatelia Olímpica. Es también miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional. Su experiencia como atleta en la especialidad de lanzamiento de disco y su actividad como escritor le convierten en una autoridad sobre la filosofía y la historia del olimpismo.

Del campo de la competición deportiva, en donde durante años ostentó el récord del norte de lanzamiento de disco y estuvo preseleccionado en esta especialidad para los Juegos Olímpicos de Roma, pasó al terreno de la investigación en 1961, cuando fue designado representante oficial por el Comité Olímpico Español para asistir en Olimpia a la fundación de la Academia Olímpica Internacional.

Desde entonces ha publicado veintiocho obras sobre la temática olímpica y, especialmente, sobre la filosofía y la historia del olimpismo, destacando entre otras, Olimpia y los Juegos Olímpicos Antiguos (2 volúmenes, Madrid, 1976), Las bellas artes y los Juegos Olímpicos (2 volúmenes en español, francés e inglés, Lausana, 1992), Los vencedores olímpicos (en español, francés, inglés y alemán, Pamplona, 1993), Pierre de Coubertin, el humanista olímpico (en español, francés e inglés, Lausana, 1994), y El olimpismo moderno y su filosofía. El ideario (en español, francés e inglés, Madrid, 2004).

Es doctor honoris causa por varias universidades americanas (Estados Unidos y Cuba entre otros) y tiene en su haber, entre otras distinciones, las concedidas por el Comité Olímpico Internacional (Orden Olímpica, Orden Pierre de Coubertin y Trofeo Deporte y Educación), así como la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo de España.

¿Cómo surge la idea del olimpismo, de la filosofía olímpica?

Surge para mantener los ideales que impulsan el gran movimiento olímpico. Es un tema tan antiguo como los Juegos mismos, decía Carl Diem, el famoso impulsor de la Academia Olímpica y creador de la ceremonia del fuego olímpico en los Juegos modernos. Dijo en la ceremonia inaugural de la Academia Olímpica en Olimpia, en el año 1961, que cuando en Olimpia se iniciaron los Juegos, los griegos se dieron cuenta de que aquello era una gran institución con una enorme trascendencia social y religiosa, y con un ideario muy claro. Para preservar aquella gran institución de carácter agonal y su ideario, crean una casta sacerdotal, los nomofilacos, los amigos de las leyes, o guardadores de las leyes, y antes de los Juegos, instruían a los dirigentes de los mismos o hellanodikas acerca del sentido y finalidad que tenían (carácter litúrgico y agonal). Y ese es el origen, básicamente, de la filosofía olímpica.

Si damos un salto de siglos hasta nuestros tiempos, nos damos cuenta de que ahora más que nunca hace falta la filosofía olímpica, porque los intereses comerciales están tergiversando y estropeando todo, no solo ya lo que es el olimpismo en sí, sino el deporte, que es la base. Del origen de este término, «deporte», el cual explica magistralmente Ortega y Gasset, a lo que hoy en día se llama deporte, hay un salto tremendo, hasta el punto de que el 90% de las actividades denominadas hoy deportivas no son deporte; son espectáculos, muy respetables, pero no son deporte.

Usted es el primer presidente de la Academia Olímpica Española…

Yo fui en el año 1961 a Olimpia, ya que en España se recibió una invitación en el Comité Olímpico Español para enviar a un estudiante a la primera sesión y creación de una «cosa» que se llamaba la Academia Olímpica Internacional, y que nadie sabía muy bien lo que era… ni yo tampoco. En aquel año yo había quedado subcampeón de España de lanzamiento de disco y estaba preparando las oposiciones para juez, y el presidente de la Federación Gallega de Atletismo les habló de mí (seguramente atribuyéndome virtudes que no tenía); el caso es que me eligieron para acudir a Olimpia.

Cuando llegué, fue como si llegase a Marte: en aquellos tiempos, en España se viajaba poco en general, y cuando llegué a Olimpia, fue un impacto tremendo. Desde aquel momento no he dejado de estudiar y trabajar en la filosofía olímpica, en el olimpismo. Todos los días se aprenden cosas nuevas, porque este es un fenómeno muy complejo y muy rico, humanísticamente hablando. También se observan elementos negativos, que vienen a ser las adherencias que no son el olimpismo, pero que intentan y han intentado aprovecharse de él.

Estamos en el tercer milenio, el tema tiene una gran historia, y nunca he dejado de estudiar el tema olímpico ni de estar pendiente de él.

A partir de ese año 1961 y de esa primera ceremonia inaugural de la Academia Olímpica Internacional, fui sistemáticamente invitado cada año. En 1964 propuse a los griegos que invitasen a dar una conferencia a mi gran amigo José María Cagigal, gran humanista y pedagogo que quedó profundamente impresionado con la Academia Olímpica Internacional, hasta el punto que decidimos hacer algo similar en España. Ahí nació la idea de la Academia Olímpica Española (AOE), que se acabó de plasmar el 25 de noviembre del año 1968 en el INEF de Madrid, con la presencia de D. Juan Antonio Samaranch, y desde entonces hemos seguido funcionando hasta ahora.

Conocí a Cagigal en el año 1962 con motivo de los Juegos Iberoamericanos. Por aquel entonces, mi mentor, D. Manuel Fraga (que se llamaba igual que el político), presidente de la Federación Gallega de Atletismo, me pidió que fuese el jefe del equipo de atletismo, y en una de las veladas nocturnas que se celebraron, donde algunos de los participantes salían y nos deleitaban con alguna habilidad particular, de repente salió un señor calvo, con aspecto señorial muy serio, que cantó Los remeros del Volga, y era Cagigal. Me lo presentaron e inmediatamente hicimos una gran amistad. Me dedicó uno de sus libros, que era Hombres y deporte. Yo, por aquel entonces, no sabía nada de nada de estos temas; ni siquiera sabía quién era Pierre de Coubertin. A partir de ahí comenzamos a trabajar juntos en la difusión del olimpismo.

¿Qué sintió usted la primera vez que visitó Olimpia?

Yo llegué allí en unas circunstancias un tanto peculiares, porque aquí, en España, éramos o somos un tanto peculiares, hasta el punto de que no contestaron ninguna de las cartas recibidas de la futura Academia Olímpica Internacional, y en el último momento decidieron que fuese yo. Los griegos ya no me esperaban, y cuando llegué a Atenas, me encontré que no había nadie esperándome y además me habían perdido la maleta…

Me alojé donde buenamente pude (no estaba demasiado fuerte en idiomas). Al día siguiente cogí un tren y llegué a Olimpia en unas circunstancias bastante calamitosas. Cuando a la mañana siguiente desperté en la tienda de campaña donde me alojaron, estaba con dos atletas olímpicos, y al salir, el impacto fue tremendo al ver Olimpia y la grandiosidad de sus ruinas con el esquematismo mínimo que tienen hoy día, ya que impresiona más al saber lo que ha desaparecido en comparación a lo que queda hoy en día.

Pensar sobre la huella moral que tenía aquella institución es lo que más me impresionó. Fue tal el impacto que recibí que, a partir de ese día, el Comité Olímpico Español, al ver la enorme ilusión que tenía, me mandaban todos los años a mí.

¿Alguna anécdota para compartir?

Pues como algo curioso, yo llevaba en la maleta una botella de coñac, pero me perdieron la maleta y llegué a Olimpia con lo puesto. Había participantes iberoamericanos que estudiaban en la Escuela de Deportes de Colonia que dirigía Carl Diem, y para darle internacionalidad al tema, Carl Diem los invitó a asistir al evento. Estábamos representados veinticuatro países, pero solo cuatro habían enviado a sus representantes a través de sus respectivos Comités Olímpicos. El resto los llevó Carl Diem. Recuerdo que había de Argentina, México, Uruguay y Chile. Al hablar todos español, tuvieron la amabilidad de prestarme ropa mientras llegaba mi maleta, y al llegar la maleta, quise invitarlos a tomar una copa de coñac. Le dimos la botella a un griego para que nos la abriese, y la abrió, ¡vaya que si la abrió!… Comenzó a golpearla contra una superficie dura para que saliese el tapón y… lo que salió fue todo el líquido al romper la botella en pedacitos. Y nuestras esperanzas de tomar un reconfortante coñac se esfumaron como el líquido en la tierra de Olimpia.

¿Cuál es el principal objetivo de la Academia Olímpica Española?

Una Academia Olímpica es una escuela de olimpismo, de filosofía olímpica, y mucha gente lo confunde con el deporte de alta competición, hasta tal punto que algunos incluso llegan a decir que el olimpismo es una filosofía trasnochada, romántica. Esta filosofía está igual de fresca y perenne que cuando Pierre de Coubertin la rescató de las fauces del tiempo con sus ideas eternas: la no discriminación, la búsqueda de la paz, la mejora psicofísica del ser humano través del deporte… eso es el olimpismo.

La Academia Olímpica es la institución de las tres «des»: Difundir, Defender y Denunciar. O sea, difundir los principios olímpicos, defender estos principios y denunciar todas las presiones mercantilistas, políticas, etc., que van contra el olimpismo. Yo siempre digo que el olimpismo es como una hermosa ternera que está en un prado y le vienen a picar todo tipo de garrapatas para sacarle la sangre. ¿Y qué representan esos bichos? Pues los boicots, el terrorismo, las presiones políticas, el mercantilismo excesivo, la explotación humana a través del deporte, que está ahí…  Precisamente la Carta Olímpica dice que el deporte ha de estar siempre al servicio del hombre, y hoy vemos cómo en muchos casos es el hombre el que está al servicio del deporte, por intereses económicos principalmente. Hay miles de deportistas a los que se les encumbra para hacer una especialidad de malabaristas de circo, y cuando no pueden hacerla, se les abandona y se les deja «en la calle». Aquí, en España, mi buen amigo y paisano Alejandro Blanco ha creado la Oficina de Atención al Deportista, para aconsejarles, instruirles y dirigirles durante su vida deportiva, y para que después tengan un hueco digno en la sociedad. Hay una película de los años 40 que se llama Juguetes rotos, donde aparecían los grandes campeones españoles en su etapa postdeportiva… Uno barriendo parques, el otro pidiendo limosna, etc. Se trata de darles salidas dignas para después de su vida deportiva.

La tarea de la Academia Olímpica es enorme, y cada día aparecen más dificultades, y a eso hay que añadir que la presión comercial es enorme. Como decían algunos atletas norteamericanos, «Nosotros no somos caballos de carreras», porque se les obligaba a competir de madrugada por los derechos de televisión. Resumiendo: hay mucho trabajo por hacer.

Pregunta obligada, D. Conrado: el zika, ¿puede retrasar o impedir la celebración de los Juegos?

Creo que no. Creo que se está dando demasiada importancia al zika, y no acabo de entender el porqué de esta información-miedo tan desmesurada… Hay que tomar las precauciones necesarias y es suficiente. Precaución, sí; terror, no. Es mucho más preocupante la extrema pobreza de mucha población del país y la violencia que este tema del zika.

¿Su próximo libro?

Estoy en ello. Se va a llamar Teodosio I el Grande y los Juegos de Olimpia. Hay una idea generalizada, y es la de que Teodosio I suprimió los Juegos de Olimpia, y en el libro voy a demostrar que no los suprimió. Todos los textos que hablan de esa supresión se basan en los escritos de un monje del siglo XI, Jorge Cedreno, donde habla de esa supresión. Como el texto está en griego clásico, acudí a un especialista y descubrí que en el párrafo de seis líneas donde supuestamente habla de esa supresión, hay cinco errores graves de traducción: Teodosio I el Grande, en el año 392 decretó con un edicto la supresión de todas las ceremonias «paganas». Y respecto a los Juegos de Olimpia, lo que hizo, más bien, fue certificar su defunción. Ochenta años antes de nacer Teodosio, ya no se llevaba la cronología de los campeones olímpicos ni las fechas de celebración de los Juegos. Hippias, un filósofo griego, desde el 776 a.C., comienza a llevar un registro de los campeones olímpicos, lista continuada posteriormente por otros filósofos e historiadores, y es una lista muy exacta. Así que, desde ochenta años antes del nacimiento de Teodosio, ya no consta esta cronología. Como dijo Paleologos, lo que hizo Teodosio fue «firmar la defunción de un cadáver ya muerto».

¿Y sobre el origen de los Juegos?

Los Juegos tienen algo misterioso, y es que el origen exacto se desconoce, más allá de las múltiples teorías que hay al respecto. El origen de la Tregua o Ekekheria nos lleva al 884, cuando Ifito, Cleóstenes y Licurgo firman el acuerdo de paz alrededor de los Juegos, lo que indica que ya había Juegos. ¿El origen exacto? Es desconocido, no tenemos constancia histórica de ello, pero había Juegos. Lo que no sabemos es la periodicidad, pero claro que había Juegos… Digamos que los Juegos de Olimpia tuvieron un inicio incierto y un incierto final, no sabemos ni cómo empezaron ni cómo acabaron con exactitud. Fueron unos ideales renovados, que este gran hombre, Pierre de Coubertin, rescató y transmitió para la posteridad.

¿Practica algún deporte?

Yo estuve preseleccionado para los Juegos de Roma en el año 60 en lanzamiento de disco, lo que sucedió es que tuve que elegir entre concentrarme con el equipo o concentrarme en los exámenes para juez, final de carrera… Elegí la carrera y ¡acerté!

He jugado a baloncesto, voleibol, balonmano, natación, tiro, etc. Digamos que lo que más practiqué fue el atletismo. Actualmente corro un poquito por ahí (los años pesan), e intento llevar una vida sana.

¿Sigue usted pensando que esta filosofía olímpica puede mejorar el mundo?

Entrevista Francisco Iglesias a Conrado Durantez 1Lo que pasa es que para que una cosa pueda tener vigencia, hay que conocerla, y ahora, por ejemplo, están con un sistema con el que soy un poco crítico, que es el tema de los valores del deporte… Eso es un error: el deporte no da valores, el deporte es neutro, los valores los da la familia. Yo siempre digo que nosotros somos lo que «absorbemos» en casa… y en esta sociedad nos estamos quedando sin valores. Nos han insuflado a través del trasto televisivo esa cultura norteamericana que no es nuestra cultura, y además el mercantilismo está haciendo tabula rasa con todo y todos. La familia está en crisis, se sustituye el matrimonio por el «arrimonio» y así es muy difícil transmitir valores a los hijos. El deporte es neutro, no da valores; se puede usar como correa transmisora de valores o de antivalores, según se use.

En los años setenta, había algunos entrenadores de fútbol americano que enseñaban a lesionar gravemente a los contrarios y, obviamente, esto también era llamado deporte, pero ¿qué valores se transmitían? En este tema de la filosofía olímpica, pues, conviene difundirla, pero para ello hay que conocerla. ¿Cómo se puede difundir? A través de las Academias Olímpicas, que hay 137 en todo el mundo, de las cuales no funcionan ni 40 como es debido. Tengo que decir que la española ha sido varias veces premiada porque es la que más trabaja del mundo. Hay muchas Academias que son solo nominativas, que un día al año hacen una actividad y ya no hacen nada más hasta el siguiente año… y además la actividad puede ser una carrera, que no tiene mucho que ver con la finalidad de las Academias, que es la historia y la filosofía del olimpismo; el deporte es otra cosa. La filosofía olímpica es muy importante, pero hay que difundirla para que modifique el mundo, y en esa lucha estamos.

La Tregua Olímpica, ¿un sueño imposible?

Es un sueño hecho realidad. Desde el 884 a.C. funcionó durante más de mil años y en solo tres o cuatro ocasiones se rompió la tregua. Y en los tiempos modernos, nuestro compatriota y gran amigo Juan Antonio Samaranch logró que se volviera a firmar por todos los países participantes antes de los Juegos de Nagano. En aquellos días, el señor Clinton tuvo sus devaneos eróticos con la Srta. Lewinsky, y como consecuencia, tuvo unos índices bajísimos de popularidad en EE.UU. Para desviar la atención, se les ocurrió atacar a Sadam Husein… Interviene la diplomacia y el señor Clinton decide aplazar el ataque hasta después de los Juegos. Al finalizar los Juegos, el tema se había enfriado debido también a multitudinarias manifestaciones en las universidades estadounidenses protestando por una guerra, como todas, injusta. Esta fue la primera vez que la tregua olímpica pudo detener una guerra inminente, por un tiempo…

La tregua tiene su efecto, porque ese ambiente pacificador se nota. Después tenemos los intereses bastardos de algunos políticos, sus intereses inconfesables, etc., pero la tregua tiene un impacto real, no es una utopía, tiene muchísimo apoyo moral en el mundo.

¿Algunas palabras para los integrantes de la Escuela del Deporte en todo el mundo?

Que difundan y defiendan el verdadero deporte. El deporte en la vida nunca debe ser un fin, sino un medio, un medio magnífico para la mejora psicofísica del ser humano. El medio más barato y el mejor. Y es una preparación para la vida, porque nos enseña a saber ganar y a saber perder, porque si cuando somos derrotados en la vida, usamos esa derrota como trampolín para superarnos y mejorar como seres humanos, esa derrota ya no es tal. El «talante deportivo» para la vida diaria es muy recomendable.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_ESSpanish