Filosofía — 30 de abril de 2018 at 22:00

Love man, de Otis Redding

por
otis redding

Imagino que los seguidores de filo rock no encontraréis extraño que «el rey del soul» forme parte de estas breves reflexiones acerca del rock y su relación con la filosofía. El pasado 10 de diciembre de 2017 se cumplieron 50 años de la trágica muerte de la gran voz del soul.

A Otis le encantaba el rock y escuchaba a los grupos y solistas de la época, como Rolling Stones, y Beatles, y en alguna ocasión manifestó que no quería quedarse solo en el soul. Quería explorar otras opciones musicales y dedicaba las veinticuatro horas del día en mejorar su música.

Para él la música era una fuerza poderosa para unir a los seres humanos.

Aunque su éxito más conocido es Sittin’ on the dock of the bay , el tema L ove Man es, en opinión de su hija Karla, el que mejor define el carácter de su padre. Otis, por encima de todo, quería amar a las personas. El soul era su instrumento para expresar sus emociones más elevadas, y la más elevada de todas es el amor:

Soy un hombre de amor,
me llaman el hombre Amor,
yo solo soy un hombre de amor, el hombre bueno.

Vivimos un momento histórico donde se echa de menos a los hombres buenos y justos.

Hace más de 2.500 años el gran filósofo chino Confucio ya nos hablaba de la necesidad de encontrar hombres buenos y justos para gobernar a los pueblos. Para Confucio, el hombre Ju es el que se gobierna a sí mismo en virtud de sus cualidades éticas, es un hombre de amplios principios morales, y que tiene la cualidad de saber estar en cada situación; no busca el provecho propio y trata de mejorar la vida de sus semejantes. Por eso, solo el que es capaz de gobernarse a sí mismo puede optar a gobernar a los demás.
Otis Redding, posiblemente no era un hombre Ju, pero con su voz, con su música logró mejorar la vida de los que le escucharon y los que todavía le seguimos escuchando.

« Un Ju es siempre amplio en sus conocimientos; cultiva su conducta sin cesar, y en su vida privada no se abandona. Cuando sale airoso, no se aparta de la verdad. En sus maneras personales, aprecia el vivir en paz y armonía con los demás. Cultiva la belleza de su carácter y es pausado en sus hábitos. Admira a los que son más inteligentes que él y es generoso con el pueblo» (Confucio).

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